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¿Somos B'nei Yisrael? ¿O somos B'nei Zimri? (¿Somos Hijos de Israel? ¿O somos hijos de Zimri?)




“Los Hijos de Israel” (es decir, el reino universal de creyentes, del cual el reino de de Israel era solo un paradigma), consiste de todos los hombres (y todas las mujeres) que, sin importar su raza, viven una vida de obediencia al Pacto dado por Dios a Moisé s sobre las dos tablas de Piedra (los “diez mandamientos”, o “diez dichos”). Y, escuchando la voz de Dios, y viviendo esta vida de santidad (y la palabra “santidad” significa “apartado del mal”), estos creyentes encarnan a los antiguos sacerdotes (es decir, a los hijos de Leví ).
Es que, el Israel de Dios, es un pueblo donde cada creyente es un sacerdote que vive la santidad que espontá neamente resulta de la obediencia a los mandamientos Divinos. Y es por esto que el Creador dice: «Ahora pues, SI DIEREIS OÍ DO A MI VOZ, Y GUARDAREIS MI PACTO, vosotros seré is mi especial tesoro sobre todos los pueblos... Y VOSOTROS ME SERÉ IS UN REINO DE SACERDOTES, Y GENTE SANTA... »- É xodo 19: 5-6.
Desafortunadamente, el “Israel Nacional” no solamente incluye a muchos “Hijos de Israel” (es decir, gente santa, que vive en sujeció n a lo ordenado por Dios a Moisé s), sino que tambié n incluye “Hijos de Zimri”. Es decir, personas que han hecho de Zimri su padre espiritual (imitando su conducta e ideologí a).
Es que la tradició n Hebrea postula que, en las llanuras de Moab, nuestro maestro Moisé s confrontó a Zimri [un lí der de la tribu de Simeó n]. Y, la impudencia y desfachatez con la cual este ú ltimo contestó a Moisé s, dejó claro que [aunque era un descendiente bioló gico de Israel] Zimri no era un verdadero “Hijo de Israel”. La historia dice así - «Entonces Zimri se levantó y dijo: “Sí, tu Moisé s estas de hecho en libertad de utilizar esas leyes que tanto te gustan; leyes a las cuales, acostumbrá ndote a su uso, haz hecho firmes. Pero si las cosas no hubiesen sido de ese modo, ya a menudo habrí as sido castigado, y habrí as sabido que los Hebreos no son fá ciles de manejar.
Pero no me tendrá s a mi como un seguidor de tus tirá nicos mandamientos; porque no haces otra cosa que, bajo pretensió n de leyes, y de Dios, imponernos perversamente esclavitud, ganando dominio para ti mismo, mientras nos privas a nosotros de la dulzura de la vida; que consiste en actuar de acuerdo a nuestra propia voluntad; lo que es el derecho de todo hombre libre, así como de aquellos que no tienen [ningú n] Señ or sobre ellos. No, de hecho, este hombre [Moisé s] es mas duro contra los Hebreos, que lo que fueron los mismos Egipcios; pues, de acuerdo a sus leyes, pretende castigar el que cada uno pueda hacer lo que mejor le convenga.
Pero eres tu [Moisé s] quien merece sufrir el castigo, pues presumes abolir lo que todos reconocen ser lo mejor para ellos mismos, e intentas hacer que tu opinió n personal tenga mas fuerza que la del resto de nosotros. Y lo que ahora hago, y pienso estar correcto, no negaré que está de acuerdo a mis propios sentimientos. Como bien puedes ver, me he casado con una mujer extranjera, y oyes de mi propia boca lo que hago, como de uno que es libre; porque ciertamente no pretendo esconderme.
Tambié n reconozco que he ofrecido sacrificios a aquellos dioses a los cuales tú no consideras correcto ofrecer sacrificios; y pienso que es correcto llegar a la verdad buscá ndola de entre muchas personas, y no como uno que vive bajo tiraní a; sufriendo el que toda mi esperanza de vida dependa de un [solo] hombre; ni tampoco dejaré que alguien pueda encontrar causa de regocijo dicié ndose a si mismo que tiene mayor autoridad sobre mi vida, que la que yo mismo tengo».
Así, vemos que Zimri encarna al hombre que, a pesar de identificarse a si mismo como Judí o, rehú sa vivir segú n lo ordenado por Dios a Moisé s; el hombre que niega la inspiració n Divina de la Escritura, que niega la validez de sus enseñ anzas é ticas y morales, que niega la inmutabilidad de sus principios, y que niega la segura esperanza de sus firmes y eternas promesas. Zimri es el sofista que esconde su egocentrismo, su rebeldí a, y su inmoralidad, detrá s de la linda má scara que es “la lucha por la libertad, y por los derechos humanos”. Zimri es el relativista moral, que abdica de la escueta verdad que está claramente expuesta ante sus ojos, para seguir en cambio la fantasí a que inflama sus bajas pasiones: algo similar al hombre que afirma descaradamente [y sin vergü enza alguna] que es una mujer, solo que “atrapada” dentro del cuerpo de un hombre; es la persona que, a lo bueno, llama malo; y a lo malo, llama bueno.
El pobre y extraviado Zimri (descanse en paz su alma), insistí a en la rebelde locura que implica el postular que, el hombre, tiene el derecho absoluto de hacer y decir lo que bien le plazca; sin importar las consecuencias, y sin importar tampoco si es justo, o injusto; bueno, o malo; moral, o inmoral. Y, como el mensaje de la Escritura Hebrea es que el hombre será [tarde o temprano] forzado a “segar” el fruto de sus obras, pues el Creador permitió que Zimri se viese obligado a “segar” la consecuencia natural de su rebelde ideologí a. Es decir, si era cierto que Zimri tení a el derecho de violar el mandamiento Divino que le impedí a adulterar con una extranjera (É xodo 20: 14); entonces Finees tambié n tení a el derecho de violar el mandamiento Divino que le impedí a matar a un hermano Israelita (É xodo 20: 13).
Y esto explica el que Dios haya honrado la conducta de Finees; pues, con su sabio proceder, este ú ltimo alumbró la oscuridad moral que amenazaba con arropar [y finalmente destruir] al Pueblo de Dios: «Y he aquí un varó n de los Hijos de Israel (Zimri) vino y trajo una Madianita a sus hermanos, a ojos de Moisé s y de toda la congregació n... Y lo vio Finees... y fue tras el varó n de Israel... y los alanceó a ambos... y cesó la mortandad de los hijos de Israel... entonces י ה ו ה habló a Moisé s diciendo... Finees ha hecho cesar mi furor... Por tanto diles, “He aquí yo establezca mi pacto de paz con é l. Y tendrá é l, y su descendencia despué s de é l (es decir, sus hijos espirituales), el pacto del sacerdocio perpetuo... ”» (Nú meros 25: 7-13).
Así, el Creador prefiguró en la persona de Finees, el hecho de que, el sacerdocio que anhela Dios para su Pueblo (É xodo 19: 5-6), no es otra cosa sino tener el suficiente celo por los mandamientos Divinos, como para estar dispuesto a contender [en una guerra santa] contra quienes promueven la impiedad. Como está escrito: «Los que dejan la Ley, alaban a los impí os. MAS, LOS QUE LA GUARDAN, CONTENDERÁ N CON ELLOS»- Proverbios 28: 4. Y como tambié n dice en otro lugar: «¿ NO ODIO OH י ה ו ה A LOS QUE TE ABORRECEN, Y ME ENARDEZCO CONTRA TUS ENEMIGOS? LOS ABORREZCO POR COMPLETO, LOS TENGO POR ENEMIGOS».
La realidad es que, si el Creador concedió a Finees la alegrí a de recibir su pacto de paz, fue para que se cumpliese en Finees el verso que dice: «HAZ AMADO LA JUSTICIA, Y ABORRECIDO LA MALDAD. POR TANTO TE UNGIÓ DIOS, EL DIOS TUYO, CON Ó LEO DE ALEGRIA... »- Salmo 45: 7. Y tambié n el verso que dice: «DE MAÑ ANA DESTRUIRÉ A TODOS LOS IMPÍ OS DE LA TIERRA, PARA EXTERMINAR DE LA CIUDAD DE י ה ו ה A TODOS LOS QUE HAGAN INIQUIDAD»- Salmo 101: 8. De igual modo, si el Creador permitió que Zimri muriese a manos de Finees, fue para que se cumpliese en Zimri (descanse en paz) el verso que dice: «... el hombre perverso, sera aborrecido [por los suyos]»- Proverbios 14: 17.
Es que, aú n si un hombre pudiese reclamar el privilegio de ser un descendiente directo de Israel, en el momento en que tal hombre abraza pú blicamente la maldad, deja de ser “un Hijos de Israel”, para convertirse en cambio en un “Hijo de Zimri” (un enemigo de Dios). Como esta escrito: «Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espí ritu; por lo cual se les volvió enemigo, y É l mismo peleo contra ellos»- Isaí as 63: 10. Y tambié n dice otra Escritura: «El que ayer era mi Pueblo (“Los Hijos de Israel”), se ha levantado [contra mi] como enemigo (“Los Hijos de Zimri”)»- Miqueas 2: 8.

 

-- Never place your blind trust in any man who follows no Torah (Holy Scripture), and fears no God --

 

 

The Lord says: Cursed is the man who puts his trust in mortal man, and turns his heart away from [the word of] God”- Jeremiah 17: 5

 

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