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El Extravío De Anhelar Un Rey Mesías (Ungido) De Carne Y Hueso




Tanto el concepto del Mesí as Cristiano, como el del Mesí as del Judaí smo Askenazi, son la manifestació n de una perversió n que surgió en medio del pueblo Hebreo, durante la é poca del profeta Samuel. En aquel tiempo, nuestros ancestros perdieron la fe, y se alejaron de Dios, buscando seguridad en actuar como las naciones paganas que les rodeaban, las cuales seguí an a un hombre de carne y hueso (un rey Humano). Adonai Yah se enojo contra nuestros ancestros, por haberle rechazado de esta manera, queriendo ser “salvados” (de sus enemigos) por un hombre de carne y hueso, en vez de por el Creador.
Como esta escrito: «Y dijo Adonai Yah a Samuel: “oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que (yo) no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el dí a que los saqué de Egipto hasta hoy, dejá ndome a mí, y sirviendo a dioses ajenos, así hacen tambié n contigo”»- 1 Samuel 8: 7-8.
Ese Rey ungido (y la palabra Hebrea para “ungido” es “Mashiach” (Mesí as) no fue otro sino Saú l, el benjamita. Así, el querer seguir a un Rey Mesí as (Rey ungido), fue un grave pecado de parte de Israel. De hecho, Dios les advirtió a nuestros ancestros acerca de las funestas consecuencias de insistir en seguir a su deseado Rey Mesí as.
Les dijo que ese Mesí as les oprimirí a tanto, que al final clamarí an al Dios que habí an rechazado, para que les librase del Mesí as que habí an escogido; pero que, en ese momento, Dios no los escucharí a: «así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.
Tomará tambié n a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñ as y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. diezmará vuestro grano y vuestras viñ as, para dar a sus oficiales y a sus siervos. tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jó venes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. diezmará tambié n vuestros rebañ os, y seré is sus siervos. y clamaré is aquel dí a a causa de vuestro rey que os habré is elegido, mas Adonai Yah no os responderá en aquel dí a» – 1 Samuel 8: 11-18.
Note que Dios se refiere a ese Rey Mesí as como “Vuestro Rey que os habré is elegido…”; Como intimando que, el concepto de seguir a un Mesí as humano que supuestamente ha de salvar al pueblo de Israel, es una idea y un invento de los hombres, no del Creador; pues, para el verdadero creyente Hebreo (es decir, Samaritano), el ú nico y suficiente salvador es י ה ו ה (Adonai Yah, bendito sea). Desafortunadamente, las consecuencias de seguir a un Mesí as humano fueron peores que lo que nuestros ancestros imaginaron, pues Saú l no solamente oprimió a los inocentes (incluyendo a David, su futuro sucesor) sino que mató sin causa a todos los sacerdotes de Nob.
En el pasado, muchos han reclamado ser el supremo Rey Mesí as (el salvador nacional) que los Israelitas anhelaron, Y el resultado de seguir a esos Mesí as humanos siempre fue el desastre advertido por Dios: opresió n, injusticia, y muerte. Un buen ejemplo de ello lo fue “Bar Koziva”, a quien el Rabino Judí o llamado " Akiva" proclamo como el Mesí as esperado.
¿ Cual fue el resultado de seguir a este Mesí as humano? Pues la muerte de cerca de 500, 000 Israelitas, durante la rebelió n contra Roma acaecida en el 134 E. C. Así, quien pone su confianza en Jesú s, en Bar Koziva, en Jacob Frank, en Shabbetai Zevi, en Schneerson, o en algú n futuro Mesí as, invoca sobre sí mismo las calamidades enumeradas en 1 Samuel 8.
¿ Significa lo anterior que todo lo que dijeron estos hombres fue falso? ¿ Significa acaso que no podemos utilizar sus palabras como parte de nuestras meditaciones devocionales? ¡ En ninguna manera! El sentido comú n dicta que, si estos hombres lograron tal prominencia, no fue porque fuesen personas comunes ni ordinarias; sino porque hicieron y dijeron cosas extraordinarias. No hay absolutamente nada malo con que utilicemos las palabras de Akiva, de Jesú s, de Shabbetai Zevi, o de Schneerson (paz y bendició n sea sobre todos ellos) como fuentes de inspiració n devocional.
El pecado surge cuando ponemos nuestra fidelidad a la figura o las palabras de estos hombres, por encima de nuestra fidelidad a la palabra y el mandato de Adonai Yah. Cuando tal hacemos, hemos hecho de ese Mesí as humano un í dolo abominable. Esto ultimo no es conjetura, ni opinió n privada; sino que es historia verificable, pues cuando el Mesí as del siglo XVII (Shabbetai Zevi) fue forzado por el Sultá n Turco a convertirse al Islam, muchos de sus seguidores se hallaron a sí mismos tan esclavizados a la figura de Shabbetai, que abandonaron la fe hebrea, para seguir a su Mesí as dentro de la fe Islá mica.
Así, el poner su fe en un hombre de carne y hueso, en vez de ponerla en el Creador, condujo a estos creyented hebreos a apostatar completamente de la fe. Y, a esto es a lo que hace referencia el pasaje en 1 Samuel 8: 8, cuando intima que, quien abandona a Dios, para seguir a un Mesí as (Rey ungido) de carne y hueso, termina sirviendo a dioses ajenos: «Conforme a todas las obras que han hecho desde el dí a que los saqué de Egipto hasta hoy, dejá ndome a mí y sirviendo a dioses ajenos…» (ibid).

 

 

 

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