¿Para que ha sido creado el hombre?

El Samaritanismo reformado enseñ a que, por medio del relato contenido en el libro de Gé nesis (capitulo 1, verso 26), nuestro maestro Moisé s intima a sus seguidores que el hombre fue Creado a imagen y semejanza de Dios [es decir, en un estado de absoluta pureza é tica y moral].
¿ Por que? Pues porque ese estado de justicia y pureza es el que capacita al hombre para cumplir el propó sito original de su Creació n. Y ese propó sito no es otro sino ser un digno representante del justo y perfecto Dios predicado por nuestro maestro Moisé s. Como esta escrito: “É l es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en é l; Es justo y recto ”- Deuteronomio 32: 4, Biblia Reina Valera, versió n del 1960.
Pero, ¿ a que que tipo de representació n se hace referencia? Pues a la que permite al hombre reinar [en nombre de su Creador] sobre el Mundo en el cual ha sido colocado. Como esta escrito: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señ oree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra »- Gé nesis 1: 26.
Desafortunadamente, el hombre optó por renunciar libremente a esa pureza é tica y moral que le habrí a permitido reinar sobre el Mundo en el cual habí a sido plantado. Así que, la vida que al presente experimentamos, puede ser percibida como una manifestació n de la misericordia Divina; pues provee a cada hombre las circunstancias requeridas para “volver al paraí so perdido”.
En otras palabras, provee una segunda oportunidad para renunciar a la maldad, y escoger en cambio abrazar la vida é tica y moral que ha de permitir al hombre cumplir finalmente el propó sito original de su creació n: reinar [en nombre de su Dios] sobre el mundo en el que ha sido plantado.
Pero, ¿ no hay billones de hombres viviendo simultá neamente en este mismo planeta? Como es posible que cada uno de ellos pueda reinar sobre un mundo propio, siendo que aparenta haber solo un Mundo sobre el cual reinar?
Pues, la respuesta a la anterior pregunta debe ser entendida a la luz de los versos donde Moisé s enseñ a lo siguiente:
“ Y se le apareció el Á ngel de el Señ or en una llama de fuego en medio de una zarza… He aquí yo enví o mi Á ngel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado… Porque mi Á ngel irá delante de ti, y te llevará a la tierra … Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi á ngel irá delante de ti… Y el á ngel de el Señ or le dijo… He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí … y clamamos a el Señ or, el cual oyó nuestra voz, y envió un á ngel, y nos sacó de Egipto ”
-- É xodo 3: 2, 23: 20, 23: 23, 32: 34, Nú meros 22: 32, & Nú meros 20: 16.
Los anteriores versos intiman que Dios designa a un á ngel en particular (uno al que se le designa con el tí tulo de “el á ngel de Dios”) para ser su principal representante en este mundo. Y este ú ltimo á ngel aparece, guarda, va, habla, liberta, juzga, conduce, y dispensa justicia en nombre de su Creador. Obviamente, para cada mundo en particular, el Creador designa a un á ngel en particular.
Pero, como no hay limite al posible numero de mundos creados por Dios [tanto en este universo, como en cualquier otro universo creado], pues tampoco hay limite al nú mero de “á ngeles del Señ or” que puedan gobernar sobre un mundo en particular.
Pero, ¿ porque un á ngel? ¿ No dijimos que es el hombre quien fue creado para reinar en nombre de su Dios? ¿ Que significado tiene lo anterior?
Pues significa que, tan pronto como muere un hombre justo [es decir, una persona que ha renunciado previamente a la corrupció n moral de este mundo, para abrazar en cambio la vida de justicia y rectitud que agrada al Creador], su alma recibe todos los atributos que inicialmente caracterizaron a Adá n (justicia, misericordia, humildad, sabidurí a, inteligencia, inmortalidad, un vinculo directo con la mente de Dios, etc).
¿ Para que? Pues para que adquiera automá ticamente el privilegio de representar a su Creador. ¿ Como? Pues gobernando sobre el mundo en el cual ha de ser plantada (es decir, fungiendo como “el á ngel de Dios” para un mundo en particular).
¿ Y de donde sabemos que la anterior idea cuenta con el aval de la Escritura? Pues lo sabemos a partir del verso que dice: “… porque [al morir] el hombre va a su morada eterna. .. ”- Eclesiasté s 12: 5 (Biblia reina Valera, Versió n 1960). Es que, en el original Hebreo, el anterior pasaje puede ser vá lidamente traducido como: “… porque va el hombre a casa, su [propio] mundo (ki holech ha-adam el beit olamo)... ”.