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Was Moses Israel’s first political king?




Was Moses Israel’s first political king?

God’s Law states the following: “And he [Moses] was king in Jeshurun, when the heads of the people and the tribes of Israel were gathered together” (Deut. 33: 5, KJB). Was Moses the first Israelite king?
The fact is that the former expression was part of a symbolic poem delivered by God unto Israel. As it is written: “And Moses came and spake all the words of this song in the ears of the people”- Deut. 32: 44.
In other words, there never was a literal nation called “Jeshurun” (as the latter was only a symbolic representation of God’s holy people), and therefore no political king [with absolute powers] ever ruled upon the former.
In short, Moses was “king over Jeshurun” in the same sense as king Nebuchadnezzar was “a tree reaching unto the Heavens”. As is written: “The tree that thou sawest, which grew, and was strong, whose height reached unto the heaven… It is thou, O king [Nebuchadnezzar]…. ”- Daniel 4: 20-22

 

«Ben Azzai said: “If one’s mind is serene (at peace) because of his learning [of God’s Law], it is a good sign for him. But if his mind is not serene because of his learning, it is a bad sign for him” (A. R. N. 25). Why? Because, “There is no peace, saith my God concerning the wicked”- Isaiah 54: 21 (Jewish Publication Society, 1917 Edition)

 

 

Regardless of it’s theological accuracy, if your interpretation of God’s message makes you proud and arrogant, then your interpretation is flawed

If your theology turns you into a proud and arrogant person, then it means your theology is faulty. Why? Because, though being Himself the light giver (“God is the Lord, which hath shewed us light”- Psalm 118: 27, KJB), the Creator chose to hide Himself in thick darkness [in order to avoid glory and recognition], as is written: “Then spake Solomon, The Lord said that He would dwell in the thick darkness ”- 1 Kings 8: 12, KJB.
In fact, though lofty and Sublime, the Creator disregarded all lofty mountains, choosing instead to manifest His presence upon a lowly and relatively unknown mount like Sinai. Not only that, but He went on to disregard all tall and cedar-like trees, choosing instead to manifest from the midst of a small and humble bush [again, in order to furnish an example of humility and self denial].
As is written: «And when the Lord saw that he turned aside to see, God called unto him out of the midst of the bush, and said, “Moses, Moses”»- Exodus 3: 4, KJB.
Thus, if He who is exalted, perfect, and almighty chooses to be humble and lowly [denying himself, and avoiding recognition and self glorification], how much more should we who are His weak and imperfect creatures ought to flee from any sort of pride, haughtiness, and self glorification? (“For the day of the Lord of hosts shall be upon every one that is proud and lofty, and upon every one that is lifted up; and he shall be brought low ”- Isaiah 2: 12, KJB).
And the former is the very reason why Scripture states God is far away from prideful people: “ Every one that is proud in heart is an abomination to the Lord… Though the Lord be high, yet hath he respect unto the lowly: but the proud he knoweth afar off … Proverbs 16: 5, & Psalm 138: 6.
Curiously, Scripture hints at the fact that arrogance is such a grave fault, that he in whom there’s arrogance will not have his dust stirred [at the resurrection]. Why? Because it has been said: “ Awake and sing, ye that dwell in dust ”- Isaiah 26: 19, KJB. Bear in mind that the original (Hebrew) version of the former text doesn’t say “ye that dwell in dust ”, but rather “ye that dwell with the dust ”; thereby making reference to each of whom, during his lifetime had made himself dwell [in humility] as a neighbor to dust.
Finally, it might be wise to keep in mind the parable of the sage who went on to ask fruit bearing trees the following question: “ Why is your sound not very audible? ”. They replied, “ We don’t need to make loud sounds, as the fruits we bear testify in our behalf ”. Then the sage asked the trees that do not bear fruit, “Why is your sound so audible? ”. “We wish our sounds were heard yet more loudly, so that people would be more aware of us” [giving us more recognition! ]”.

 

Las peculiares circunstancias que hacen que Israel deje de ser el Pueblo de Dios

Un verso tomado fuera de contexto, se convierte en un pobre pretexto. Es cierto que podemos [arbitrariamente] tomar versos de aquí y de allá para justificar la postura que a menudo esbozan muchos nuevos conversos al Judaí smo– la ingenua e infantil noció n de que la fe Judí a es un tipo de “amuleto religioso” capaz de proteger incondicionalmente a su portador, sin importar si este ú ltimo sigue o no la vida de santidad que Dios espera de su pueblo (“ Santos seré is, porque santo soy yo el Señ or vuestro Dios ”- Leví tico 19: 2, Biblia Reina Valera 1960).

Pero la realidad es que, esto ú ltimo, no es sino la manifestació n del burdo paganismo que poco a poco ha ido infiltrá ndose dentro de la fe Judí a. ¿ Y de donde sabemos que los Judí os no son incondicionalmente el Pueblo de Dios? Pues lo sabemos del pasaje donde se muestra a los Judí os volviendo a ser Pueblo de Dios [¡ luego de haber dejado de serlo! ].

Como esta escrito: “Y Joiada hizo pacto entre sí y todo el pueblo y el rey, Que serian [nuevamente] Pueblo del Señ or ”- 2 Cró nicas 23: 16, Reina Valera 1960.

Es que la promesa hecha por Dios a Abraham fue que su descendencia serí a “como las estrellas del cielo”. Es decir, que consistirí a de aquellos que, al igual que las estrellas, fuesen luz en medio la oscuridad [moral] de este mundo.

De este modo, todo Judí o [o Gentil] que, al igual que Enoc, Noé, Job y Abraham, vivan una vida de integridad moral, son en efecto parte de la descendencia de Abraham, y por ende parte integral del Pueblo Escogido.

Y esta noble e inclusiva perspectiva, es lo que cualquier persona racional y madura esperarí a de un Dios que, siendo moralmente perfecto, esta libre de todo capricho, así como de todo prejuicio y favoritismo é tnico o nacional (“É l es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en É l; Es justo y recto ”- Deut. 32: 4, Reina Valera 1960); el proceder de un Dios imparcial y objetivo, que no hace acepció n de personas, sino que da a cada uno el justo pago que ameritan sus obras (“… El Señ or de el pago al que mal hace, conforme a su maldad ”- 2 Samuel 3: 39).

¿ Y que sucede con el hombre que, pensando que su Judaí smo es un talismá n, rehú sa arrepentirse, e insiste en vivir haciendo el mal que bien le place?

Pues, reclamando ser Judí o, tal hombre se hace participe de las promesas y juramentos hechos colectivamente por los Judí os que le antecedieron; uno de los cuales es que, todo aquel que no busque a Dios, muera irremisiblemente culpable. Como esta escrito: “Entonces prometieron solemnemente que buscarí an a El Señ or, el Dios de sus padres, de todo su corazó n y de toda su alma; y que cualquiera que no buscase a El Señ or Dios de Israel muriese, grande o pequeñ o, hombre o mujer ”- 2 Cró nicas 15: 12-15.

De este modo, el futuro del Judí o que da la espalda al Creador esta prefigurado en cada narrativa donde se relata la destrucció n de algú n Judí o que abraza abiertamente la maldad– En el relato de la muerte de los 600, 000 Judí os que, salidos de Egipto, rehusaron obedecer a Moisé s; en la muerte de los 3, 000 Judí os que adoraron el becerro de Oro; en la muerte de los diez espí as Judí os que rehusaron entrar a la Tierra Prometida; en la tierra que se abrió para tragar al lí der Judí o llamado Korah, así como a su familia; en el sú bito extermino [por medio del fuego] de los 250 prí ncipes judí os que se rebelaron junto a Korah; en la muerte [por medio de la plaga] de los 24, 000 Judí os que fornicaron con las mujeres moabitas; en la muerte simultanea de Elí (el Sumo sacerdote Judí o), así como de sus dos hijos; en el espí ritu malo que atormentaba al rey Judí o llamado Saú l; en la triste y humillante muerte del prí ncipe Judí o llamado Absaló n; en el triste final de Acab, el impí o rey Judí o; en el asesinato [a manos del pueblo] de Atalí a, la asesina reina Judí a; en la ejecució n hecha por Nabucodonosor de los hijos de Sedequí as (el Rey Judí o), así como en la perdida de los ojos de este ú ltimo, etc.

Es que, cuando el pueblo Judí o se hace colectivamente impí o, deja de ser luz en medio de las tinieblas, perdiendo tanto el favor como la protecció n Divina que le guardan de caer en manos de sus enemigos. Y esto ú ltimo fue lo que precisamente aconteció a la tribu de Benjamí n, que estuvo a punto de ser exterminada a causa de la inmoralidad sexual que monstró en el episodio en Gabaa («Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueñ o de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos [sexualmente] … Y vino el pueblo a la casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la noche en presencia de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto, y dijeron: “ Oh Señ or Dios de Israel, ¿ por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu? ”»- Jueces 19: 22, & 21: 2-3).

No solamente eso, sino que cuando el Judí o insiste en lo malo, pierde todo derecho a enseñ ar a nadie acerca de la Ley Divina. Como esta escrito: « Pero al malo dijo Dios: “¿ Qué tienes tú que hablar de mis leyes, Y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la correcció n, Y echas a tu espalda mis palabras. Si veí as al ladró n, tú corrí as con é l, Y con los adú lteros era tu parte. Tu boca metí as en mal, Y tu lengua componí a engañ o. Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; Contra el hijo de tu madre poní as infamia. Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto serí a yo como tú; Pero te reprenderé , y las pondré delante de tus ojos”. Entended ahora esto, los que os olvidá is de Dios, No sea que os despedace, y no haya quien os libre. El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvació n de Dios »- Salmo 50: 16-23, Reina Valera 1960.

 

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