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Algunos ejemplos de doctrinas satánicas, que propician la bi-polaridad, la depresión, y el suicidio




Algunos ejemplos de doctrinas satá nicas, que propician la bi-polaridad, la depresió n, y el suicidio

1) Creer que “Dios hace lo que quiere” (sin importar si es algo justo, o injusto, cruel o misericordioso, humilde o arrogante);
Creer que Dios es un Dios Sá dico- un injusto, arbitrario, y Tirá nico dictador religioso, que ordena diciendo- “It’s My way, or it’s the Highway! ” [¡ o lo haces a mi manera, o te arrojo a la carretera! ];
Creer que Dios ha predestinado quienes son las personas que habrá n de gozar de la recompensa del Cielo, y quienes son las que habrá n de sufrir los castigos del infierno [sin importar el bien o el mal que tales personas hayan cometido];
Creer que Dios espera la perfecta y absoluta obediencia del hombre, de suerte que el Creador tenga una excusa para castigar el mas pequeñ o mal que hayamos realizado, sin tener que recompensar el mas pequeñ o bien que hayamos realizado (y sin importar tampoco quienes hayamos sido, o cual haya sido nuestra teologí a).

2) Creer que todos (justos e injustos, ateos y creyentes, homosexuales y heterosexuales, etc) somos “iguales” a los ojos de Dios [de suerte que dé lo mismo si hacemos el bien o el mal, si obras moral o inmoralmente, o si actuamos con justicia o con injusticia].

3) Creer que el alma humana (nuestra conciencia) deja de existir completamente en el momento de nuestra muerte [de suerte que, el suicidio, se haga un fá cil escape del dolor que pueda estar produciendo nuestro pecaminoso estilo de vida].

4) Creer que “este mundo”, es “todo lo que existe”, y que no hay “otro mundo”; de suerte que no tengamos esperanza de un futuro infinitamente mejor- de experimentar un mundo [un á mbito de existencia] donde ya no sufriremos las limitaciones que implica vivir en un cuerpo fí sico: donde no sufriremos la muerte, la vejez, el dolor, la tentació n, la lujuria, la lascivia, los celos, la injusticia, las luchas de poder, la debilidad, la fatiga, la enfermedad, el temor, la duda, la ansiedad, ni la incertidumbre.

5) Creer que Dios literalmente sufre de las mismas debilidades y limitaciones que sufrimos los seres humanos: que Dios tiene una imagen [o un cuerpo] que existe en algú n lugar dentro de la Creació n; y que, por tanto, está sujeto al poder y a los efectos del tiempo, del espacio, y de la materia;
creer que Dios cambia, que Dios se retracta; que Dios se cansa; que Dios se arrepiente da haber hecho algo errado; que Dios padece de celos; que Dios se enoja; que Dios pierde la paciencia; que Dios tiene deseos o caprichos arbitrarios; que el Creador tiene necesidad de alguna cosa (fama, poder, placer, adulació n, pleitesí a, etc)

 

Desconfí e de cualquier hombre que se alabe demasiado a si mismo (sin importar si ese hombre es Moisé s, Jesus, Pablo, o Muhammad)
Cuando las cosas son realmente grandes (el mar, la luna, el Sol, etc), no tienen que pedirle a nadie que las reconozcan; pues es imposible no reconocerlas. Pero, cuando son pequeñ as, y quieren aparentar ser grandes, tienen que demandar a todos el reconocimiento.

 

 

El desvarí o de creer que, la fe en el [alegado] sacrificio expiatorio de Yeshua (paz y bendició n sean con el), es la ú nica y verdadera religió n

La noble fe Nazarena (o “Cristiana”), representa un camino perfectamente vá lido para allegarse al Creador. ¿ Por que? Pues porque, esta ú ltima, alienta a sus adeptos a volverse a Dios en sincero arrepentimiento.
Y, el Creador [bendito sea], ha prometido que nunca habrá de despreciar el ruego de quien se acerca a É l con un corazó n quebrantado, contrito, y humillado. Como esta escrito: " LOS SACRIFICIOS DE DIOS, SON EL ESPÍ RITU QUEBRANTADO; AL CORAZÓ N CONTRITO Y HUMILLADO, NO DESPRECIARAS TU, OH DIOS" (Salmo 51: 17).
Pero, si esto es así, ¿ Por que insisten los creyentes hebreos (Samaritanos) en seguir su compleja religió n? ¿ Por que no siguen la mucho mas simple religió n Nazarena?
Pues, la razó n para ello, es muy sencilla: Verá usted, la noble fe Nazarena, postula muchas cosas que, a primera vista, aparentan ser muy ló gicas y ennoblecedoras; pero, cuando examinamos estas cosas a la luz de la Escritura Hebrea, el creyente descubre que, lo que parecí a ser ló gico y ennoblecedor, resulta ser una tá cita negació n de todo lo revelado por Dios al Pueblo de Israel.
Por ejemplo, nuestros hermanos Nazarenos, postulan que la teologí a que acerca de un futuro Mesí as esbozaba la Ley, hací a de la fe en ese futuro Mesí as la ú nica verdadera religió n, así como el ú nico camino a la vida eterna. Y, ¿ como sabemos que es falso este reclamo?
¿ Como sabemos que, el Creador, nunca deseó que su Pueblo pensara que, la fe en la teologí a mesiá nica articulada en la Ley, era el ú nico camino de salvació n? Pues lo sabemos por el proceder del Creador, así como por el proceder de su Pueblo:
Es decir, lo deducimos ló gicamente, luego de considerar el hecho de que, la Escritura Hebrea, nunca muestra a Israel actuando como si poseyese la ú nica y verdadera religió n; la Escritura nunca muestra a Israel haciendo “ningú n trabajo misionero”, ni tampoco tratando de hacer que alguna otra Nació n (los Ismaelitas, los Egipcios, los Amalecitas, los Edomitas, los Madianitas, los Cananeos, los Ninivitas, los Caldeos, etc), creyese en las promesas mesiá nicas de la Ley;
lo sabemos porque, la Ley, no muestra a Dios diciendo [en sueñ os] al Rey Abimelec, que debí a abandonar su paganismo, a fin de aceptar en cambio la fe de Abraham (Gé nesis 20: 3-7);
lo sabemos porque, la Ley, no muestra que Moisé s hubiese tratado de convertir a Faraó n, dicié ndole que debí a abandonar su falsa religió n, para aceptar en cambio la ú nica y verdadera religió n de Israel (É xodo 12: 31-32, & É xodo 14: 5-7);
lo sabemos porque, la Escritura, no muestra que Joná s hubiese tratado de convertir a los Ninivitas a la religió n de Israel (Joná s 3: 3-4); y lo sabemos porque, la Escritura, no muestra en ninguna parte que, el profeta Daniel, hubiese dicho al Rey Nabucodonosor que, su religió n, era falsa, y que la ú nica manera de escapar del juicio Divino [que pendí a sobre su cabeza], era creer en la futura venida de un Mesí as, que habrí a de redimir con su sangre los pecados de toda la Humanidad (Daniel 4: 27).
Del mismo modo, es falso el alegato Cristiano que afirma que, sin derramamiento de sangre, no hay expiació n de pecados. ¿ Por que? Pues porque, la Torah (la Ley), dice que Aaró n logró expiar el pecado de Israel, con tan solo un incensario, y sin necesidad de derramar sangre alguna (Nú meros 16: 46-47).
De igual modo, es falso que, la efectividad de un sacrificio [como podrí a ser el alegado sacrificio expiatorio del Nazareno], dependa de que “creamos” en la persona que ha ofrecido tal sacrificio. ¿ Por que? Pues porque, la Ley de Dios, no enseñ a tal cosa; y porque, la Escritura Hebrea, no ilustra este principio en ninguno de sus relatos.
De hecho, lo que la Ley enseñ a, es lo contrario: Por ejemplo, la Escritura intima que, el padre de cada familia Hebrea, fue responsable de sacrificar el cordero de la primera Pascua [celebrada en Egipto]. Y, ese mismo padre, tambié n era responsable de poner la sangre en el dintel de su puerta, así como de asegurarse de que nadie saliese esa noche del hogar (É xodo 12: 21-28).
Y la Escritura muestra que, una vez que el padre de familia cumplí a con todo lo ordenado por Moisé s [acerca del sacrificio Pascual], su sacrificio era automá ticamente efectivo; sin importar si, el primogé nito del hogar, creí a o no en los mé ritos del padre que habí a efectuado el sacrificio [y, esto ú ltimo, es la razó n por la cual, el relato de la Pascua, no menciona la muerte de ningú n primogé nito Israelita].
La anterior verdad, tambié n esta ilustrada en la Fiesta de Yom Kippur; donde, los ritos y sacrificios realizados por el Sumo sacerdote, expiaban el pecado de toda la nació n Hebrea, sin importar si el Israelita promedio creí a o no en los mé ritos del Sumo sacerdote que habí a oficiado la ceremonia (Leví tico 16: 30-34).
¿ Que intenta enseñ arnos con todo esto la Torah (la Ley de Dios)?
Pues intenta mostrarnos que, la justificació n del Hombre, no esta en tener “la teologí a correcta”, sino en tener “las obras correctas”; que, a los ojos del Creador, nuestra obediencia a los mandamientos Divinos tiene prioridad sobre la teologí a que esbozamos; intenta decirnos que, la fe que agrada al Creador, no consiste en “creerle a Dios”, sino en hacer el bien que ordena Dios en sus mandamientos.
¿ Por que? Pues porque, la Justicia del futuro Juicio Divino, se manifiesta en el hecho de que, el Creador, habrá de recompensar a cada uno, devolvié ndole el mismo bien [o mal] que [en vida] haya sembrado.
Como esta escrito: «CON EL MISERICORDIOSO, TE MOSTRARÁ S MISERICORDIOSO; Y RECTO [O “INTEGRO”] PARA CON EL HOMBRE Í NTEGRO; LIMPIO TE MOSTRARÁ S PARA CON EL [HOMBRE] LIMPIO, Y SEVERO SERÁ S PARA CON EL PERVERSO» (Salmo 18: 25-26).
Y tambié n dice en otro lugar: «YAH ( י ה ו ה ) ME HA PREMIADO CONFORME A MI JUSTICIA; CONFORME A LA LIMPIEZA DE MIS MANOS me ha recompensado. Porque yo he guardado los caminos de י ה ו ה, Y no me aparté impí amente de mi Dios»- 2 Samuel 22: 21-22;
Y tambié n dice- «DECID AL JUSTO QUE LE IRÁ BIEN, PORQUE COMERÁ DE LOS FRUTOS DE SUS MANOS. ¡ AY DEL IMPÍ O! MAL LE IRÁ; PORQUE, SEGÚ N LAS OBRAS DE SUS MANOS, LE SERÁ PAGADO» (Isaí as 3: 10-11); «PORQUE É L (י ה ו ה ) PAGARÁ AL HOMBRE SEGÚ N SU OBRA, Y LE RETRIBUIRÁ CONFORME A SU CAMINO» (Job 34: 11);
«Porque TÚ (י ה ו ה ) PAGAS A CADA UNO CONFORME A SU OBRA» (Salmo 62: 12); Y mas adelante dice- «EL QUE MIRA POR TU ALMA (י ה ו ה ), É l lo conocerá, y DARÁ AL HOMBRE SEGÚ N SUS OBRAS» (Proverbios 24: 12); Y el profeta Isaí as tambié n lo confirma, cuando dice: «... MIS ESCOGIDOS DISFRUTARÁ N LA OBRA DE SUS MANOS» (Isaí as 65: 22).
En resumen, la noble fe Nazarena, pretende darle a la teologí a Mesiá nica una prominencia, una exclusividad, y una certeza, que el Creador mismo nunca quiso que tuviese.
Y, esta " ilusoria" exclusividad, no es sino " la gran red” que utilizan nuestros hermanos Nazarenos, a fin de “pescar” adeptos para su fe (Mateo 4: 19, Marcos 1: 17, Lucas 5: 10); una sagaz y efectiva “camisa de fuerza” ideoló gica, diseñ ada para someter a la obediencia, todo intelecto expuesto a la predica Nazarena (2 Corintios 10: 5).
Pero la realidad es que, el mensaje de la Escritura Hebrea, no es que la salvació n del Hombre se encuentre en creer en la venida de algú n futuro Mesí as.
El verdadero mensaje de la Ley Divina, es que “la seguridad eterna”, esta en que el hombre se aparte de la maldad, y comience en cambio a hacer el bien que agrada al Creador [obedeciendo sus mandamientos]; como esta escrito: «Apá rtate del Mal, y haz el Bien, y Vivirá s para siempre»- Salmo 37: 27; «Teme a Dios, y guarda sus Mandamientos; porque esto es el todo del hombre»- Eclesiasté s 12: 13.

 

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