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Un martirio (falso) y una coronaciуn imperial (casi autйntica)




Leуn III (795-816), nativo de Roma, de naturaleza dйbil y, segъn se decнa, de origen mбs bien humilde, se apresurу a garantizar su lealtad a Carlos. Con el anuncio de su elecciуn le enviу la llave de la supuesta tumba de san Pedro; lo que no tenнa ningъn significado polнtico, mientras que el envнo del estandarte de la ciudad, junto con el juramento de lealtad de los romanos, constituнa un claro signo de sumisiуn del Estado de la Iglesia al soberano franco. Йste, por su parte, enviу a Roma a su capellбn palatino Angilberto, abad de Saint-Riquier (que en concubinato con Berma, hija de Carlos, habнa tenido dos hijos), con esta instrucciуn: «Exhorto apremiantemente al papa a un comportamiento honorable y sobre todo a la observancia de las sagradas ordenanzas eclesiбsticas... Y con todo empeсo le encargу la supresiуn de la herejнa simonнaca, que en muchos lugares mancha el cuerpo de la santa Iglesia, y que a menudo hemos lamentado los dos, como te recordarбs».

Carlos tenнa motivos, evidentemente, para exhortar al papa «a un comportamiento honorable». Pero mбs duro aъn debiу de resultarle al papa tener que leer en una misiva, enviada por las mismas fechas, cуmo el rey franco compartнa la autoridad en el mundo occidental y cуmo se consideraba el seсor y soberano y que a йl sуlo le confiaba los rezos. «Nuestra causa es con la ayuda de Dios defender por doquier con las armas la santa Iglesia de Dios contra el ataque de los paganos y la devastaciуn de los infieles, y afianzar dentro y fuera la fe catуlica. Vuestra causa. Santo Padre, es la de sostener nuestra fuerza armada con las manos alzadas a Dios como Moisйs, a fin de que por vuestras oraciones y con la gracia de Dios el pueblo cristiano obtenga en todas partes y siempre la victoria sobre los enemigos de su nombre y que el nombre de nuestro Seсor Jesucristo sea glorificado en todo el mundo. »32

Leуn III reconociу desde el comienzo la soberanнa suprema de Carlos sobre el Estado de la Iglesia. Ya antes Carlos habнa intervenido en cuestiones internas de la Iglesia, prohibiendo a los clйrigos minucias mбs o menos insignificantes, como la visita a las tabernas, la crнa de perros y azores, los juegos de prestidigitaciуn, y a las monjas que escribieran «poemas amorosos». Hasta se habнa ocupado del uso de zapatos en el servicio divino y del empleo de sabanillas para cubrir los altares. Y, naturalmente, reglamentу sobre todo los asuntos mбs importantes de la Iglesia en su reino, mientras que el papa obedecнa como siempre. En el sнnodo de Frankfurt (794) Carlos decidiу, asesorado por su teуlogo palatino, hasta en cuestiones de fe en contra del papa. A instancias del rey elevу Leуn la sede de Salzburgo a la categorнa de arzobispado (798), convocу un sнnodo en Roma y organizу la Iglesia en los territorios arrebatados a los avaros. Y, como subdito del emperador, fechу tambiйn sus monedas segъn los aсos de su reinado.

De por vida permaneciу el papa sometido. Tanto mбs cuanto que el «representante» desconsiderado y ambicioso se enfrentaba en Roma a una fuerte oposiciуn clerical, en la que figuraban altos dignatarios de la corte y parientes de su difunto predecesor. Dado que con las posesiones temporales de los papas aumentу tambiйn su nepotismo, casi todos los cambios ministeriales condujeron a la formaciуn de nuevos partidos y al deseo exarcebado de la nobleza por hacerse con las riquezas y el poder de la Iglesia.

Y asн ocurriу tambiйn entonces. Bajo el caudillaje de dos parientes de Adriano I, el preboste Pascual y el capellбn Campulus, las tensiones que se agitaban desde comienzos del pontificado de Leуn estallaron en un motнn. Y en la denominada procesiуn de las Cruces Negras el dнa de san Marcos, 25 de abril del 799, los secuaces del papa desaparecido parece que intentaron cegar y matar al sucesor. Al menos segъn los Anales reales, mientras cabalgaba desde Letrбn a la iglesia de San Lorenzo, «le pincharon los ojos y le mutilaron la lengua» (ac lingua de-truncaverunt).

Tambiйn Einhard lo refiere de modo muy parecido. Pero no debiу de ser tan grave, pues poco despuйs hablaba Carlos de «la admirable salud del papa». Aunque circulу tambiйn la versiуn de su curaciуn milagrosa, de la recuperaciуn de la vista y del habla. Y evidentemente el santo padre se habнa cuidado de difundir personalmente la fбbula por la corte de Carlos. Por otra parte, mientras sus enemigos negaban haberle cegado y mutilado en modo alguno, los enemigos de los enemigos pretendнan verlo como un milagro no pequeсo: Ўsan Pedro habнa hecho fracasar por completo el atentado! 33

Segъn parece, mientras su sйquito huнa Leуn III fue tirado del caballo, golpeado en el rostro y arrastrado hasta una iglesia, ante cuyo altar volvieron a maltratarle dejбndole en el suelo. Mбs tarde «el instigador de aquel acto», un verdadero samaritano, lo encerrу en el monasterio del santo mбrtir Erasmo (cuyo abad estaba en connivencia con los conjurados) «para que allн le curasen» (Anmales regni Francorum). Como los dos partidos, formados ambos por buenos catуlicos, continuasen combatiйndose, el camarero Albino trasladу al santo padre durante la noche saltando los muros del monasterio, conduciйndolo hasta Spoleto el duque de Winigis, que habнa acudido presuroso. Leуn alcanzу la corte de Carlos, siendo йste el primer viaje de un papa a travйs de los Alpes al reino franco desde los dнas de Esteban II.

Debiу de ser una verdadera marcha triunfal acudiendo todo el pueblo a ver a quien apenas podнan creer curado y a besar sus pies. En Pa-derborn la multitud se postrу en tierra delante de йl. El papa entonу un «Gloria in excelsis», y Carlos y el papa, el «rex pater Europae» y el «Summus Leo pastor in orbe» -segъn cantaba un poema panegirнstico surgido entonces-, «Karolus Magnus et Leo papa» se abrazaron entre lбgrimas. (Solemne servicio litъrgico y banquete con abundancia de patos salvajes en platos de plata y Falerno en copas de oro. En 1963 se excavaron restos del trono, en el que Carlos se habнa sentado. ) Con asombro mira el rey -segъn la descripciуn poйtica- los ojos pinchados, que brillan de nuevo y escucha hablar de nuevo la lengua mutilada, y a las puertas de la iglesia los clйrigos cantan las maravillas de Dios en coros alternos.

Pronto, sin embargo, comparecieron tambiйn los representantes del partido hostil del papa, los «hijos perversos del diablo», como los califica el historiador papal. Y con toda precisiуn acusaron a Leуn de cohecho, perjurio y adulterio. En modo alguno se trataba de acusaciones infundadas, como creyeron no sуlo algunos cнrculos francos (el arzobispo de Saizburgo lamentaba en cartas privadas los crнmenes papales) y como confirmaron las investigaciones llevadas a cabo en Roma. A prio-ri Carlos habнa tenido sus dudas acerca de la aptitud de Leуn para papa. Pero se quiso mantener a toda costa la autoridad del santo padre. El teуlogo anglosajуn Alcuino, director de la escuela palatina carolingia y abad de media docena de monasterios, se preguntaba quй pastor de la Iglesia quedarнa incуlume «si se deponнa a quien era la cabeza de las Iglesias de Cristo». Un relato del arzobispo Amo, hombre ciertamente de fe firme y muy devoto del papado, que llegу de Roma con pruebas de la vida desenfrenada del papa, lo quemу Alcuino «por miedo al escбndalo que podнa suscitar».

Pero «siguiendo el ejemplo de sus predecesores» Leуn se purificу, el 23 de diciembre del 800, en Roma y en presencia de Carlos, a cuyo tribunal se sometiу, «de los crнmenes que se le imputaban, invocando con juramento a la santa Trinidad» (Annales regni Francorum). Sostuvo el evangelio sobre su cabeza e invocу a Dios, «delante de cuyo tribunal todos hemos de comparecer», como testigo de su inocencia. Tambiйn insistiу repetidas veces en la voluntariedad de su juramento -«pero esto lo hago por mi propia y libre voluntad, para alejar cualquier sospecha»-, aunque de hecho se vio forzado a tomar tal decisiуn. Tras de lo cual sus enemigos fueron condenados a muerte cual reos de lesa majestad, pero despuйs fueron indultados y desterrados al reino franco, pudiendo regresar a Roma con el papa siguiente. (Al poco de morir Carlos este mismo papa llevу a cabo, luego de descubrir otro complot contra йl, un proceso de alta traiciуn en su propio palacio y «condenу a muerte sin piedad a centenares de personas» [Kelly]; fue declarado santo, como conviene tambiйn a un asesino papal de escritorio; de todos modos su fiesta, que se celebraba el 12 de junio, con el tiempo fue suprimida. )34

Dos dнas despuйs de su juramento de purificaciуn, en las navidades del 800, Leуn III coronу a Carlos durante la misa, formando parte la ceremonia de coronaciуn del servicio divino (Benz). Evidentemente querнa el papa apartar la atenciуn de su justificaciуn penosa y asegurarse a sн mismo una posiciуn especial frente a los demбs metropolitanos con una mayor autonomнa. En cualquier caso representу la fundaciуn del imperio medieval en Occidente. Mientras los congregados proclamaban Augusto a Carlos, Leуn le rindiу homenaje con una genuflexiуn; aunque hemos de decir que fue la primera y la ъltima genuflexiуn de un papa ante un emperador occidental.

Segъn parece Carlos se sintiу desagradablemente sorprendido, ya que a todas luces aquello apareciу en Constantinopla como un golpe de Estado. Segъn Einhard, asegurу que jamбs habrнa entrado en la iglesia aquel dнa, de haber sabido las intenciones del papa. En el mejor de los casos esto constituye un claro intento por pintar las cosas de color de rosa, y es mбs bien una falsedad, como si a Carlos le hubiera podido molestar deber algo a un papa, y mбs a un papa como aquйl. Como quiera que sea, poco despuйs hizo regalos a Leуn con un peso aproximado de setenta y cinco kilos de oro. De todos modos ya nunca volviу a Roma y -una vez mбs segъn Einhard- soportу «la celotipia de los emperadores orientales con admirable serenidad».

Desde hace tiempo, sin embargo, se pone justamente en duda, y hasta se rechaza abiertamente, la interpretaciуn del acto de coronaciуn como una maniobra de sorpresa por parte del papa. Sin duda que hubo negociaciones previas a la coronaciуn, como testifican los Anales de Lorsch. Y sin duda tambiйn que Leуn tuvo buenos (o mejor dirнamos malos) motivos para actuar como lo hizo. «Con la exaltaciуn de su protector el papa puede haber perseguido su rehabilitaciуn personal; con la creaciуn de un emperador puede haber visto una mayor seguridad para sн mismo, y con la coronaciуn por su propia mano puede haber querido borrar la humillaciуn de su juramento purificatorio. Y sin duda tras su gesto se escondнa la falsificaciуn aneja al nombre de Constantino, que entregу al papa el dominio de Roma y de Occidente, dominio que ahora Leуn transferнa al rey franco» (Aubin). El papa se habнa arrogado un derecho, que habrнa de tener una influencia nefasta, aunque como dice Ranke, fuese «en principio una extraсa pretensiуn de distribuir coronas».

En la Navidad del 804 Leуn visitу a Carlos durante algunas semanas en Quierzy y Aquisgrбn y se jugу «la falseada Donaciуn constantinia-na... como la ъltima carta polнtica con Carlomagno» (Ohnsorge). Y al aсo siguiente estallу la guerra con Bizancio, en la cual se combatiу por Dalmacia y Venecia, que se conquistaron, se perdieron y volvieron a reconquistarse. En la paz de Aquisgrбn del 812 Carlos devolviу, sin embargo, sus conquistas a cambio de su reconocimiento como emperador y la concesiуn del tratamiento de hermano. Renunciу a Venecia, la costa dбlmata e Italia meridional, sуlo cuando Miguel I (811-813) le reconociу como emperador. 35

Toda su vida la pasу Carlos guerreando. Y nada hizo con mayor gusto.


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