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El comienzo de la cultura carolingia entre «los mбs paganos», o «las banderas cristianas entran en Sajonia»




Los ejйrcitos de Carlos -que en las campaсas de mayor envergadura estaban formados por apenas 3. 000 jinetes y entre 6. 000 y 10. 000 soldados de a pie- raras veces sobrepasaban los 5. 000 o 6. 000 guerreros. A diferencia de lo que ocurrнa todavнa en tiempos de su abuelo Carlos Martell, el nъcleo del ejйrcito lo constituнa la caballerнa pesada. Los jinetes iban armados con cota de malla, yelmo, escudo y espinilleras, con lanza y hacha de guerra (con un valor aproximado de 18 o 20 bueyes). Y todo ello por Jesucristo. Las compaснas de a pie, todavнa numerosas, combatнan con maza y arco. (Sуlo desde el 866, bajo Carlos el Calvo, estuvo obligado al servicio militar cada franco que poseyera un caballo, por lo que la infanterнa dejу de jugar un papel importante en el ejйrcito. ) Por lo demбs, en las guerras carolingias no se pagaban soldadas: se repartнa el botнn del saqueo. "

La carnicerнa cristiana («misiуn a espada»), con la que Carlos continuу las guerras sajonas de su padre, empezу el 772. El «rey apacible», como repetidas veces le llaman los anales reales coetбneos, conquistу entonces la fortaleza fronteriza de Eresburg (la actual Obermarsberg, junto al Diemel), un punto de partida importante de sus operaciones militares durante la primera mitad de las guerras sajonas. Y destruyу (probablemente allн) la Irminsul, el santuario nacional sajуn, consistente en un tronco de бrbol, extraordinariamente grande, que los sajones veneraban como «la columna que sostiene el Universo» en un bosquecillo sagrado al aire libre. Mбs tarde Carlos confiу al abad Sturmi de Fulda el mando de la fortaleza de Eresburg, reconquistada una y otra vez, perdida, destruida y de nuevo reconstruida.

Mas tambiйn otros obispos y abades le prestaron a Carlos servicios militares. Estaban obligados ademбs, como los condes, a mantener un campamento; obligaciуn que incumbнa incluso a las abadesas. Tambiйn acompaсaban ya entonces cuadrillas de clйrigos al ejйrcito franco, con el fin de que, segъn refiere el biуgrafo de Sturmi, «mediante la sagrada instrucciуn en la fe sometiesen el pueblo, atado desde el comienzo del mundo con las cadenas de los demonios, al yugo suave y ligero de Cristo». Exactamente desde aquel aсo utilizу Carlos un sello con la inscripciуn: «Cristo protege a Carlos, el rey de los francos».

Despuйs de que los cristianos saqueasen por completo el lugar de culto, incendiasen el bosquecillo sagrado y destruyesen la columna, se retiraron con las ofrendas sagradas allн amontonadas y con abundantes tesoros de oro y plata, «el apacible rey Carlos se llevу el oro y la plata, que allн encontrу», relatan escuetamente los Anales reales. Y al poco tiempo sobre el santuario gentil saqueado y destruido se construyу una iglesia «bajo el patrocinio de Pedro» (Karpf), el portero del cielo, desplazando al dios sajуn Irmin (idйntico probablemente al dios germбnico Saxnoth/Tiwas). ЎQuй progreso! 12

En los aсos siguientes «el rey apacible» combatiу sobre todo en Italia; a travйs del emisario Pedro (asн se llamaba realmente el enviado) el papa Adriano le habнa invitado a que «por amor a Dios y en favor del derecho de san Pedro y de la Iglesia le ayudase contra el rey Desiderio... » (Annales regni Francorum). Pero ya en el 774, apenas de vuelta del expolio del reino longobardo, el buen rey Carlos enviу cuatro cuerpos de ejйrcito contra los malvados sajones: tres de ellos «salieron vencedores con la ayuda de Dios», como informa una vez mбs el analista real, mientras que el cuerpo contingente volviу sin ni siquiera haber combatido, pero «con un gran botнn y sin pйrdidas» al dulce hogar.

Y despuйs el propio Carlos introdujo de algъn modo «las banderas cristianas en Sajonia» (Groszmann), con lo que ante sus «ojos la guerra se configuraba cada vez mбs claramente como la guerra de la fe», segъn reconocнa en 1899 el canуnigo AdolfBertram. 13

Preocupado por el curso ulterior de la guerra el propio Carlos habнa consultado mediante correos a un experto si habнa algъn signo de que Marte hubiese acelerado su carrera y hubiese alcanzado ya la constelaciуn de Cбncer. Conquistу Sigibur en el Ruhr y cruzу el We-ser, «siendo muchos los sajones que allн fueron degollados», avanzando hacia Ostfalia, con бnimo de «no abandonar hasta que los sajones vencidos se hubiesen sometido a la religiуn cristiana o hubieran sido exterminados por completo». Era el programa de una guerra de 33 aсos «con una motivaciуn cada vez mбs religiosa» (Haendier). Efectivamente, en su planificaciуn representaba algo totalmente nuevo en la historia de la Iglesia: «una guerra misionera directa, que no es preparaciуn de una obra misional, sino que es por sн misma un instrumento misionero» (H. -D. Kahl).

Corrнa precisamente la dйcada, en que la oraciуn de un sacramentarlo (un misal) llamaba abiertamente a los francos el pueblo elegido. Ya en su tiempo las guerras de Carlos contra los sajones se consideraron como guerras contra los paganos, y por lo mismo fueron tambiйn tenidas como justas. «Levбntate tъ, varуn escogido por Dios, y defiende a la Esposa de Dios, de tu Seсor», le incitaba el anglosajуn Alcuino, uno de sus asesores mбs нntimos. Y el monje Widukind de Corbey escribнa mбs tarde: «Y cuando vio cуmo su noble pueblo vecino, los sajones, estaba preso en la vana herejнa, se esforzу por todos los medios para conducirlo al verdadero camino de la salvaciуn».

Por todos los medios. Por lo que se refiere al aсo 765 los Anales reales lo aclaran en forma lapidaria: «Despuйs de haber hecho rehenes, haberse adueсado de abundante botнn y haber provocado tres veces un baсo de sangre entre los sajones, regresу a Francia el mentado rey Carlos con la ayuda de Dios (auxiliante Domino)».

El botнn, los baсos de sangre y la ayuda de Dios son cosas que vuelven de continuo, y de continuo el buen Dios estб del lado del mбs fuerte. En el 776: «Pero la fuerza de Dios superу justamente la de ellos... y toda la multitud de ellos, que presas del pбnico se habнan dado a la fuga uno tras otro matбndose mutuamente... sucumbieron a los golpes recнprocos, y asн fueron sorprendidos por el castigo de Dios. Y cuan grande fue el poder de Dios para salvaciуn de los cristianos nadie puede decirlo». En el 778: «Allн se iniciу una batalla, que tuvo muy buen fin: con la ayuda de Dios quedaron vencedores los francos y allн fue degollada una gran multitud de sajones... ». En el 779: «... con la ayuda de Dios... », etc. Y entre los regulares asesinatos en masa de los veranos unas veces en esta hacienda palatina y otras en aquella ciudad donde celebraba «el denominado rey apacible» las Navidades...

Se combatнa contra los paganos, y eso lo justificaba todo. Cuadrillas de clйrigos acompaсaban al degollador. Ocurrнan milagros de toda нndole. Y tras cada campaсa se regresaba con abundante botнn. En el principado de Lippe hubo bautizos en masa, sobre todo de nobles: llegaron los sajones con mujeres y niсos en una multitud incontable (Inumerabilis multitudo) y se hicieron bautizar y dejaron tantos rehenes cuantos el mentado rey les exigiу».

Y en la brillante asamblea nacional, celebrada en Paderbom en el 777 se agolparon de nuevo y abjuraron solemnemente «de Donar, de Wotan y de Saxnot y de todos los espнritus malignos, compaсeros suyos» y prometieron fe y lealtad «a Dios Padre omnipotente, a Cristo Hijo de Dios y al Espнritu Santo». En efecto, йste pasу a ser un principio firme: primero el campo de batalla, y despuйs el campo de misiуn. Asн, en el mйtodo misionero del rey franco, practicado siempre desde entonces, entraba primero el bautismo y despuйs la instrucciуn. Una secuencia a la que todavнa hoy se atiene por el peor de los motivos la Iglesia (que en su йpoca primera difundiу la prбctica contraria del bautismo de adultos, confiriendo el bautismo sуlo despuйs de haber impartido la instrucciуn pertinente).

 

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