The purpose of God’s Law is to be a book of moral paradigms; a Divine blueprint for the way a man of God ought to think, speak, and behave, in order be like his Creator
The purpose of God’s Law is to be a book of moral paradigms; a Divine blueprint for the way a man of God ought to think, speak, and behave, in order be like his Creator
In all things, the believer must learn to imitate the words, the thoughts and the actions of His Creator. In other words, just as God clothed Adam and Eve, when they found themselves naked; so must the believer seek to clothe the naked (Genesis 3: 21); Just as [in the wilderness] God provided water and food for the hungry and the thirsty, so must the believer seek to provide water and food for the hungry and thirsty (Exodus 16: 13, & 17: 5-6); Just as God gave words of comfort to the unjustly oppressed Hagar, so must the believer seek to give words of comfort to unjustly oppressed people (Genesis 16: 10-13);
Just as God was angry with the stubborn Sodomites, so must the believer be angry with stubborn Sodomites (Genesis 19: 24-25); Just as God rebuked powerful Abimelech, for the immorality of taking someone else wife, so must the believer rebuke the immorality of powerful people (Genesis 20: 3); Just as God stood against Korah and his Jewish followers [for opposing Moses words], so must the believer stand against any Jew opposing Moses words (Numbers 16: 1-2, 32, & 35); Just as God forgave penitent Ahab, so must the believer forgive the penitent (2 Kings 21: 29. & 2 Chronicles 12: 7); Just as [thru prophet Elijah] God provided for a gentile widow and his orphan son, so must the believer also provide for the gentile widows and orphans (1 Kings 17: 14);
Just as the Creator condemned the greed of a disciple of the Jewish sages (Gehazi, Elisha’s servant), so must the believer condemn the greed of the disciples of the sages (2 Kings 5: 26-27); Just as [thru prophet Elisha], God despised Jehoram [the wicked ruler of Israel], so must the believer despise any wicked ruler of Israel (2 Kings 3: 13-14); Just as God vowed to wage everlasting war against Amalek (the incarnation of opportunism), so must the believer wage ever lasting war against opportunism (Exodus 17: 16, & Deuteronomy 25: 17-18); And, just as God is upset with those who strengthen the hands of any wicked ruler [whether he be Jew or Gentile], so is the believer to be upset with those who strengthen the hands any wicked ruler [whether he be Jew or Gentile];
As is written, «And Jehu the son of Hanani the Seer went out to meet him, and said to King Jehoshaphat [the Jewish ruler]: “WOULDEST THOU HELP THE WICKED, AND LOVE THEM THAT HATE THE LORD? THEREFORE FOR THIS THING THE WRATH OF THE LORD IS UPON THEE. Nevertheless, good things are found in thee, because thou hast taken away the groves out of the land, and hast prepared thine heart to seek God… Yet after this did Jehoshaphat king of Judah join himself with Ahaziah king of Israel, who was given to do evil. And he joined with him, to make ships to go to Tarshish: and they made the ships in Ezion Geber. Then Eliezer the son of Dodavah of Mareshah prophesied against Jehoshaphat, saying, “BECAUSE THOU HAST JOINED THYSELF WITH AHAZIAH, THE LORD HATH BROKEN THY WORKS”: and the ships were broken, that they were not able to go to Tarshish»- 2 Chronicles 19: 2-3, & 20: 35-37 (1599 Geneva Bible).
Again, the Hebrew scripture is a book of moral paradigms; the Divine blueprint for how should a man think, speak, and behave in order be like his Creator; thereby becoming not only part of God’s holy people, but also a blessed spiritual son of his Father in Heavens. And the imitation of God’s character is such an undeniable truth that even the Christians writings bear witness of it, when they go on to say: “YE SHALL THEREFORE BE PERFECT [IMITATING GOD’S OWN PERFECTION], AS YOUR FATHER WHICH IS IN HEAVEN IS PERFECT... AND YE SHALL BE [THEREBY] THE CHILDREN OF THE MOST HIGH: FOR HE IS KIND UNTO THE UNKIND, AND TO THE EVIL. Be ye therefore merciful, as your Father also is merciful…”- Matthew 5: 48, & Luke 6: 35-36 (1599 Geneva Bible).
Criticism is an indirect form of self-boasting; so be sparse and circumspect when it comes to negatively judge your neighbor; but be well disposed and generous when it comes to praise and encourage him
La fe en el Mesias NO ES el verdadero mensaje de la Torah (La Ley de Dios)
La Tanak (Escritura Hebrea) no tiene como finalidad el presentarnos una baterí a de verdades y mensajes que, analizados subjetivamente, podrí an justificar la exclusividad de casi cualquier postura teoló gica y/o dogmá tica (Inocencia, Ley, Gracia, Judaí smo, Cristianismo, Islam, Mormonismo, etc).
Tampoco es la finalidad de la Escritura, el desconcertarnos con la abrumadora carga psicoló gica que implica la necesidad de decidir por nosotros mismos cual de todas esas verdades y/o mensajes debemos abrazar. Es que, EL CREADOR, NO ES UN DIOS DESPOTA, NI SADICO; Y MUCHO MENOS ESTA JUGANDO A ESCONDERSE DE SUS CRIATURAS.
El propó sito de la Escritura Hebrea, tampoco es revelar una multitud de mensajes que, en ocasiones, podrí an parecer contradictorios, y auto-excluyentes (Ley vs. Gracia/ Judí os vs. Gentiles/ Cuerpo vs. Alma/ Vida en este mundo vs. Vida en el mundo que ha de venir/ etc).
La realidad es que, LA ESCRITURA HEBREA, CONTIENE UN SOLO MENSAJE: que repite sin cesar, utilizando los recursos imaginativos de cada uno de sus compiladores; Profecí as, metá foras, alegorí as, salmos, cá nticos, proverbios, etc. Ló gicamente, este mensaje tiene que haber sido revelado comenzando desde el primer verso de la Escritura Hebrea.
Y es por eso que, Gé nesis 1: 1, dice de la siguiente manera: “En principio, creo Dios los cielos…”. En el original Hebreo, este primer verso de la Escritura, dice así: “Be reshit bara Elohim et ha shamaim…”. Pero, en el idioma Hebreo, “Be reshit” no solo se traduce como “EN PRINCIPIO”, sino tambié n como, “CON PRINCIPIO”. Es decir, el texto tambié n significa: “Con principio, creo Dios los cielos…”
¿ De que “principio” se nos esta hablando? Pues de la sabidurí a que nuestros ancestros observaban en la Creació n de los cielos. Es que, aquellos esclavos Israelitas que recibieron los Libros de la Ley (Gé nesis, É xodo, Nú meros, etc), no sabí an que el Sol se hallaba a 93 millones de millas de la Tierra. Y, cuando aquellos esclavos miraban a los Cielos, solo veí an una bola de fuego (el Sol), movié ndose tranquilamente entre las nubes cargadas de agua.
Para ellos, esto era un gran misterio, pues se preguntaban como podrí a ser posible que dos cosas antagó nicas entre si (el fuego y el agua), pudiesen convivir en armoní a, sin exterminarse la una a la otra. Y, “el Principio” que finalmente adquirieron de esta observació n, fue que, la armoní a que observaban, se debí a a que el Sol y las nubes ya moraban en los Cielos.
Es decir, que “el Cielo” es el lugar deparado para aquellos que, a pesar de ser enemigos naturales, pueden vivir en armoní a. Y esa es la historia de la humanidad: el que todos los hombres competimos los unos contra los otros por obtener fama, poder, y reconocimiento; y, esta competencia, nos hace enemigos naturales.
Pero, el hombre que abandona este proceder, y se compromete a vivir en armoní a con su pró jimo (no hacié ndole aquel mal que no desearí a para si mismo), ya esta listo para morar en los Cielos; como esta escrito- “¡ MIRAD CUÁ N BUENO Y CUÁ N DELICIOSO ES HABITAR LOS HERMANOS JUNTOS EN ARMONÍ A! … PORQUE ALLÍ ENVÍ A YAH BENDICIÓ N, Y VIDA ETERNA” – Salmo 133.
En base a lo hasta aquí expuesto, deducimos que, el mensaje de la Torah, es que el hombre que hace bien al pró jimo, recibirá el mismo bien que ha sembrado; pues, comportá ndose como lo hacen aquellos que ya moran en los Cielos, gana el merito de tambié n morar en los cielos [de, por así decirlo, “ser reunido con su pueblo”, o “ser reunido con aquellos que han sido sus padres espirituales”].
Pero, el hombre que hace mal al pró jimo, niega la Sabidurí a que prefiguran los Cielos, y será por tanto privado de tener parte alguna entre los moradores del Cielo [es decir, su castigo sera no poder estar de pie entre los Justos].
Los sabios de Israel, aludí an a esta verdad utilizando el termino de “Medida por Medida” (o “ley de siembra y cosecha”); y se referí an al hecho de que, cada hombre, segarí a el mismo bien que, durante su vida terrenal, hubiese libre y voluntariamente sembrado; Y del mismo modo segarí a todo el mal que hubiese sembrado, sin nunca haberse arrepentido.
En resumen, el justo y perfecto mensaje de la Ley de Dios, es que los hombres deben hacer bien a todos, no causando a otros aquel mal que no desearí a sufrir en si mismo. Por ejemplo: quizá s el dolor mas grande que pueda experimentar ningú n ser humano, sea ver como matan a una de sus inocentes criaturas. De este modo, si jamá s queremos sufrir este mismo mal, debemos entonces seguir el consejo de la Torah, que prohí be que hagamos tal cosa a ninguna persona inocente.
Y, no solo la Torah prohí be que lo hagamos a otras personas, sino que ni siquiera permite que lo hagamos a los animales. Y esta es la razó n por la cual Moisé s ordeno que, si me daba hambre (mientras iba de viaje por el campo), y lo ú nico que encontraba para comer eran los pollos de una mama pá jara (que estaba echada con ellos en su nido), debí a primero espantar a la pá jara, antes de tomar sus polluelos (a fin de evitar que viese la destrucció n de sus criaturas).
Por eso tambié n la Torah prohí be cocer al cabrito, en la leche de su mama. De hecho, la orden es tan enfá tica, que la Ley la repite en tres ocasiones distintas (É xodo 23: 19, É xodo 34: 26, y Deuteronomio 14: 21). ¿ Por que viola tal conducta la Torah? Pues porque va en contra su mismo espí ritu, ya que equivale a la conducta del criminal que pretende forzar a una mama a participar de la destrucció n de su criatura (es decir, muestra un total desprecio por el dolor ajeno).
De hecho, en Leví tico 22: 28, la Torah prohí be matar en un mismo dí a a la madre y a su crí a. ¿ Porque? Pues porque es inmoral (cruel) el tener que sufrir en la mañ ana la perdida de la vida de una de nuestras criaturas, para en la tarde sufrir la perdida de nuestra propia vida.
Este mismo espí ritu de la Torah, se manifestaba tambié n en la noble conducta de los miembros del Sanhedrim, quienes ayunaban el dí a en que se veí an forzados a ejecutar a algú n reo. Con esta aptitud, estos hombres piadosos mostraban su interpretació n del mandamiento que prohibí a «mezclar la carne con la sangre”; como intimando que, la verdadera intenció n del mandamiento, era un llamado a no ser indiferentes al dolor ajeno.
Desde tiempo inmemorial, los sabios de Israel enseñ aban que la Ley tiene al menos cuatro niveles interpretativos (PaRDeS); pero, este “mostrar a otros, el mismo bien que desearí amos para nosotros mismos”, es la finalidad ultima de la Torah; la ú nica interpretació n por la cual el Creador (bendito sea) hará personalmente responsables a cada ser humano.
Así, cualquier Rabino (sin importar si es Sefardita o Askenazi), cualquier teó logo Judí o, cualquier lí der Reformado, cualquier polí tico Israelita, cualquier Pastor, cualquier Imam, o cualquier otro lí der religioso que pretenda decir que el mensaje de la Torah es algo distinto a lo que hasta aquí hemos expuesto, esta faltando a la verdad, y se expone a si mismo (al igual que a sus seguidores) a sufrir la misma suerte que Korah (Coré ), cuyo castigo fue descender a Gehinnom (el lugar de tormento).
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