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Circumcision, the sign of salvation




Circumcision, the sign of salvation

There is definitely life for the circumcised believer, as the former is the sign of the covenant between God and His own people. As is written: “This is my covenant, which ye shall keep, between me and you and thy seed after thee; Every man child among you shall be circumcised ”- Genesis 17: 10, King James Bible.
Why circumcision? Because it is the symbol of our commitment to fulfill the verse promising that, the seed of the woman [Israel], would “bruise” the serpent's head (“And the Lord God said unto the serpent… I will put enmity between thee and the woman, and between thy seed and her seed; it shall bruise thy head. .. ”- Genesis 3: 14-15, King James Bible)
How so? Well, notice how the male organ resembles a serpent, while it's end (which is “bruised” by the circumcision procedure) resembles a serpent's “head”. In other words, by undergoing circumcision, the believer demonstrates his willingness to shed his own blood for the sake of fulfilling God's will. And that's why Scripture states that salvation requires the shedding of blood (“… for it is the blood that maketh an atonement for the soul ”- Leviticus 17: 11, King James Bible).
What blood makes atonement for the soul? The blood of the bulls and rams? No!, Rather, the atonement is made by the blood of the individual person [spilled during the circumcision process].
And from whence do we know that it is the persons’ own blood [and not that of someone else] that makes atonement? We now it from the verse that goes on to say: “So ye shall not pollute [with sins] the land wherein ye are: for blood it defileth the land: and the land cannot be cleansed of the blood that is shed therein, but by the blood of him that shed it ”- Numbers 35: 33, King James Bible.

 

Beware of he who is arrogant, pretending to have an unquestionable knowledge of abstract [unverifiable] things happening at a far away location, while being unsure about [verifiable] things happening at his own neighborhood; Beware of he who pretends to have perfect knowledge of God’s infinite mind, yet cannot understand the limited mind of his next door neighbor”

 

 

Jesú s mismo confesó que no era el Mesí as hijo de David

El Cristianismo es una noble y hermosa fe. Y no cabe duda alguna que, todo cristiano piadoso, tendrá una buena parte en el Mundo que ha de venir. Pero cuando de teologí a se trata, la realidad es que el Evangelio presenta a Jesú s (paz y bendició n sean con el) corrigiendo un grave error teoló gico de los Fariseos, como esta escrito: «Pues si David llama [al Mesí as] Señ or, ¿ có mo es su hijo? »- Mateo 22: 45.
Es que los Fariseos afirmaban que el Mesí as seria un descendiente directo [o “un hijo”] de David. ¿ Que razó n tendrí a Jesú s para oponerse a esa idea? Pues, la razó n, era muy ló gica y sencilla: es que la Ley contaba la genealogí a de los Israelitas a partir de la genealogí a paternal [y nunca la genealogí a maternal].
Es decir, para que Jesú s pudiese haber sido “hijo de David”, su padre tení a que haber sido un descendiente bioló gico de David. Pero, esto ú ltimo, descalificaba a Jesú s de ser ningú n Mesí as, pues Jesú s reclamaba ser un hijo directo de Dios [y no de José, ni de ningú n otro Israelita]. Y, ya que Jesú s no tuvo un padre Israelita, no solamente estaba descalificado de ser hijo de David, sino que nunca podrí a reinar sobre Israel, pues no era “hermano” [bioló gico] de los Israelitas.
Es que la Ley ordenaba diciendo: «de entre tus hermanos [bioló gicos] pondrá s rey sobre ti; no podrá s poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano»- Deuteronomio 17: 15.
Como si lo anterior fuera poco, la genealogí a de Jesú s descrita en el pasaje de Mateo 1: 11-12 enseñ a que Jesú s era descendiente del Rey Jeconí as; un Rey maldito de quien se profetizó que ninguno de sus descendientes serí a digno de sentarse en el Trono de David su Padre. Como esta escrito: «¿ Es ESTE HOMBRE CONÍ AS [EL REY JECONÍ AS] una vasija despreciada y quebrada? ¿ Es un trasto que nadie estima? ¿ Por qué fueron arrojados é l y su generació n, y echados a tierra que no habí an conocido? ¡ Tierra, tierra, tierra! oye palabra de י ה ו ה. ASÍ HA DICHO י ה ו ה: ESCRIBID LO QUE SUCEDERÁ A ESTE HOMBRE privado de descendencia, hombre a quien nada pró spero sucederá en todos los dí as de su vida; porque NINGUNO DE SU DESCENDENCIA LOGRARÁ SENTARSE SOBRE EL TRONO DE DAVID, NI REINAR SOBRE JUDÁ »- Jeremí as 22: 28-30.

 

¿ Que es el Pecado?

¿ Que es pecado? Pecado, es tener el poder y la determinació n para impedir que nuestro potencial para hacer el mal triunfe sobre nuestro potencial para hacer el bien, ¡ pero aú n así hacer lo malo!
Y, este voluntario consentimiento para que el mal de nuestras vidas triunfe sobre el Bien de nuestras vidas, crea un vací o en nuestras almas; la poderosa e intolerable conciencia de sentir que en efecto estamos “desnudos” [es decir, separados y alejados de Dios]. ¿ A que se debe esto? Pues a que estamos hechos a imagen y semejanza del Creador.
¿ Y que es el Creador? Pues es el infinito que incluye dentro de si mismo todas las cosas, ¡ tanto las buenas como las malas! Pero, esto ú ltimo, no significa que el Creador sea “malo”; pues, la manifestació n de su voluntad (es decir, “su presencia”) siempre hace que, al final de todo, el bien triunfe sobre el mal; que la vida triunfe sobre la muerte; que la misericordia triunfe sobre el Juicio; que la luz triunfe sobre las tinieblas; y que el orden triunfe sobre el desorden.
Como está escrito: “¿ Quien será aquel que diga que sucedió algo que el Señ or no mando? ¿ De la boca del Altí simo, no sale lo malo y lo bueno? ”- Lamentaciones 3: 37-38; “Porque É l es quien hace la herida, y É l la vendará; É l hiere, y sus manos curan”- Job 5: 8; “Antes, si aflige, tambié n se compadece segú n la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”- Lamentaciones 3: 32-33; “Y la Tierra estaba desordenada y vací a, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espí ritu de Dios se moví a sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: sea la Luz; y fue la Luz. Y vio Dios que la Luz era buena; y separo Dios la Luz de las tinieblas”- Gé nesis 1: 2-4.
Así, cuando el hombre hace que el bien que mora en su interior venza al mal que mora en su interior, siente que “la presencia” del Creador se manifiesta en su vida [hacié ndolo de este modo sentirse unido al orden Divino del Universo].
Pero, cuando deja que, el mal que mora en su interior venza al bien que mora en su interior, y que su desobediencia venza a su obediencia, entonces se siente solo y “desnudo”; pues siente que, su conexió n con el orden Divino [es decir, con la manifestació n de la presencia Divina], ha dejado de existir.
Es que, en el idioma moral en el que nos habla la Escritura Hebrea, el pecado y la muerte son una misma cosa-- la lejaní a de Dios que produce el tratar de oponernos a lo establecido por el Creador. ¿ Y cual es la cura Divina para esta lejaní a de Dios? Pues la conversió n; es decir, la confesió n que produce obediencia y restitució n.
Como está escrito: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a י ה ו ה; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado”- Salmo 32: 5; «aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el dañ o»- Nú meros 5: 7

 

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