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Was Jesus (peace and blessings be with him) the prophet promised by Moses?




Was Jesus (peace and blessings be with him) the prophet promised by Moses?

Jesus (peace and blessings be upon him) could not have been the prophet promised by Moses (“The Lord your God will raise up for you a prophet like me from among your own brothers. You must listen to him”- Deuteronomy 18: 15, Christian Standard Bible).
Why? Simply because the promised prophet had to be like Moses. And Moses had both a biological father and a biological mother [bear in mind that, being the literal son of God, Christianity claims Jesus had no biological father]. In addition, Moses was distinguished by publicly doing three major things:

(1) Delivering Israel from it’s political enemies (the Egyptians);
(2) Splitting the waters (of the Red sea);
(3) Bring forth water from a rock, so that the whole nation of Israel could drink from it.

On the other hand, Jesus failed to do any of these things, as he never delivered Israel from it’s political enemies (the Romans); he is never recorded splitting the waters of any sea; and he never brings forth water from any rock. Thus, Jesus is in no sense like Moses, which is the identifying mark of the coming prophet promised on Deuteronomy 18: 15

 

 

 

Do works follow Salvation? Or is salvation followed instead by Works?

Christian believers claim Salvation goes first, and obedience to God's commandments comes in second place. But Hebrew believers claim otherwise: that obedience to God's commandments goes first, and Salvation comes in second place. Which of the two groups is correct?
Well, the answer to this centuries old dilemma is quite simply: You see, when the Creator delivered the Hebrew people from Egyptian bondage, He followed a specific pattern, so as to teach us a moral lesson.
In other words, He first asked Israelites to commit to obeying the Ten commands brought forth by Moses [on Mount Sinai]; and only them did He give them the Promised Land (symbol of Paradise! ).
In addition, Scripture says those who refused to follow Moses weren’t allowed to enter the Promised land, but rather died in the wilderness. So, the message is crystal clear: Those who refuse to obey the Ten commandments brought forth by Moses, won’t be allowed to enter into the promised Land (Paradise).
And this is consistent with the fact that, the first thing God asked from Adam, was to till the land (“So the Lord God took the man [He had made] and settled him in the Garden of Eden to cultivate and keep it”- Genesis 2: 15, Amplified Bible).
Why? So Adam could learn that God's creation runs by the principle of “sowing and reaping”; “action, and reaction”, “cause, and effect” [if you do good, goodness will come upon you; but if you do no good, you can’t expect to be granted any goodness]

 

El Creador ha determinado que la Fe en Jesú s [o en Muhammad] sea opcional; pero que la fe en Moisé s sea en cambio obligatoria

¿ Que hace de Moshe Ravenu (Moisé s nuestro maestro, paz sea con é l) un mayor profeta que Avraham, Isaí as, Joná s, Miqueas, Daniel, Jesú s, Muhammad, José Smith, o cualquier otro mensajero divino (paz y bendició n sean con todos ellos)?
Pues el hecho de que, aunque era solamente un ser humano, Moisé s era una clase aparte en sí mismo; un tipo de profeta como la humanidad nunca ha vuelto (y quizá s nunca má s vuelva) a experimentar. Es que la comunicació n entre Dios y Moisé s no fue privada; no fue algo que diese lugar a cuestionar la veracidad, la certeza, o la realidad de tal revelació n.
En otras palabras, Dios habló pú blica y audiblemente a Moisé s, y lo hizo en presencia de las cerca de 3 millones de personas que conformaban el pueblo de Israel.
Y, aquel pueblo, no solamente escucho a Dios hablar directamente con Moisé s (corroborando de ese modo tanto la veracidad del Dios al cual serví an, como la del ministerio profé tico de Moisé s), sino que la experiencia fue tan real y estremecedora, que dijeron a Moisé s que “habí a sido suficiente”; que ya no necesitaban ninguna prueba adicional, y que preferí an que (en lo sucesivo) Moisé s hablase privadamente con Dios, pues ellos obedecerí an todo lo que se les ordenase.
Como esta escrito: «He aquí י ה ו ה (“Adonai Yah”, o “el Señ or Dios”) nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oí do su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Adonai Yah habla al hombre (es decir, a Moisé s su Siervo), y é ste aú n vive.
Ahora, pues, ¿ por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyé remos otra vez la voz de Adonai Yah nuestro Dios, moriremos. Porque ¿ qué es el hombre (el Israelita promedio), para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oí mos, y aú n viva? ACÉ RCATE TÚ, Y OYE TODAS LAS COSAS QUE DIJERE ADONAI YAH NUESTRO DIOS; Y TÚ NOS DIRÁ S TODO LO QUE ADONAI NUESTRO DIOS TE DIJERE, Y NOSOTROS OIREMOS Y HAREMOS» (Deut. 5: 24-27).
Así, a diferencia del Cristianismo, del Islam, y de cualquier otra tradició n monoteí sta, la fe Hebrea (Samaritana) no es el producto de una revelació n privada; donde un hombre reclama ser [o tener] la ú ltima revelació n Divina, pero necesita invertir el resto de su vida tratando de convencer a su audiencia de la veracidad de su reclamo.
La fe de Israel es distinta, pues es el producto de una revelació n publica (Nacional), donde millones de personas fueron testigos objetivos (y simultá neos) de la veracidad del Dios de Israel (Adonai Yah), así como de la comunicació n entre ese Dios y su profeta (Moisé s). De este modo, Moisé s fue el ú nico profeta que nunca tuvo que convencer a nadie de que, la palabra que hablaba (y que escribí a), era la fiel palabra del Dios Vivo.
Por otro lado, y a pesar de los grandes y dramá ticos reclamos que, acerca de Jesú s y de Muhammad (paz sea con ellos) hacen tanto el Cristianismo como el Islam, estas ú ltimas fueron revelaciones privadas; es decir, no contaron con la clara, objetiva, e incuestionable validació n que provee la revelació n Nacional de la fe Mosaica.
¡ Peor que eso!.. Si bien podemos tener certeza absoluta de la veracidad (así como de la inspiració n Divina) de las palabras y hechos escritos por Moisé s en la Torah con su propio puñ o y letra, no podemos tener certeza alguna acerca de la veracidad [ni la inspiració n Divina] de los dichos ni de los hechos de Jesú s o de Muhammad (paz sea con ellos).
¿ Por que? Pues porque ninguno de estos mensajeros escribió personalmente nada.
Aú n así, lo que acabamos de exponer no es tan demoledor como el hecho de que, cuando alguien rehusó creer en Jesú s, en Muhammad, en José Smith, o en algú n otro profeta (paz sea con todos ellos), estos ú ltimos no tuvieron otro remedio que intentar convencer a sus oyentes (a menudo con la amenaza de un futuro castigo Divino) de la veracidad de sus reclamos.
Y, aunque muchos insistieron en no creerles, a menudo tales amenazas nunca se materializaron.
Pero, con respecto a Moisé s, fue totalmente distinto; Cuando alguien (Faraó n, los diez espí as, Datan, Abiram, Korah y sus seguidores, etc) rehusaba creer la palabra que habí a hablado Dios por medio de Moisé s [o rehusó obedecer lo que Dios habí a ordenado por medio de Moisé s], el Creador se encargaba personalmente de reivindicar a su profeta.
De hecho, cuando toda la nació n de Israel se reunió para oponerse a Moisé s y Aaró n, el Creador decidió hacer acto de presencia (visible), a fin de darles una lecció n personal: que Dios no tolerarí a que dudasen de lo que Moisé s decí a y ordenaba. Como esta escrito:
«El dí a siguiente, toda la congregació n de los hijos de Israel murmuró contra Moisé s y Aaró n, diciendo: “¡ Vosotros habé is dado muerte al pueblo de Adonai Yah! ”. Y aconteció que, cuando se juntó la congregació n contra Moisé s y Aaró n, miraron hacia el taberná culo de reunió n, y he aquí la nube lo habí a cubierto, y apareció la gloria de Adonai Yah.
Y vinieron Moisé s y Aaró n delante del taberná culo de reunió n. Y Adonai Yah habló a Moisé s, diciendo: “Apartaos de en medio de esta congregació n, y los consumiré en un momento”. Y ellos se postraron sobre sus rostros. Y dijo Moisé s a Aaró n: “Toma el incensario, y pon en é l fuego del altar, y sobre é l pon incienso, y ve pronto a la congregació n, y haz expiació n por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Adonai Yah; la mortandad ha comenzado”.
Entonces tomó Aaró n el incensario, como Moisé s dijo, y corrió en medio de la congregació n; y he aquí que la mortandad habí a comenzado en el pueblo; y é l puso incienso, e hizo expiació n por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad. Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelió n de Coré » (Nú meros 16: 41-49).
¿ Que intenta enseñ arnos la Torah en el anterior relato? ¿ Acaso no vendrí an luego varios profetas y mensajeros que, al igual que Moisé s, tambié n hablarí an palabra de Dios? Lo que el Creador intenta enseñ arnos, es que la fe en esos posteriores mensajeros, serí a opcional; es decir, estarí a sujeta a nuestra discreció n personal.
Pero, el mensaje dado por Dios a Moisé s (los Diez Mandamientos que le fueron entregados en la cumbre del Sinaí ) no es opcional, pues es el ú nico mensaje que el Creador ha decidido personalmente defender y preservar (y es por esto fue escrito sobre piedra, a fin de que perdurasen para siempre).
En otras palabras, el hombre tiene la opció n de creer que Jesú s (paz sea con é l) fue el Mesí as humano que esperaba la antigua secta Judí a de los Fariseos; y, esta creencia en Jesú s, no necesariamente impide a ese hombre ser acepto al Creador (es decir, el hombre puede ser un admirador del Maestro de Galilea, siempre y cuando no le honre como a Dios, ni le haga mayor que Moisé s).
De igual modo, el hombre tiene la opció n de creer que Muhammad (paz sea con é l) fue el ú ltimo mensajero de Dios, y esto no necesariamente le impide ser acepto al Creador (es decir, el hombre puede ser un admirador de Muhammad, siempre y cuando no le haga mayor que Moisé s, ni le de el respeto y pleitesí a que corresponden solamente al Creador).
Pero, el hombre no tiene la opció n de rehusar creer en Moisé s; ni de creer que ya no está obligado a obedecer los Diez mandamientos de la Ley Divina.
Es que, el rechazo de lo ordenado por medio de Moisé s (y la conducta que ese rechazo implica) le impide al hombre ser acepto ante su Creador, pues Adonai Yah no tolera esa rebelde conducta. ¿ Por que? Pues porque la obediencia a los mandamientos nos conduce al estilo de vida é tico (justo, misericordioso, y humilde) que garantiza nuestra Vida y bendició n (tanto en este mundo, como en el venidero).
Por el otro lado, la incredulidad (desobediencia) a esos mandamientos, solo acarrea muerte y destrucció n, como está escrito:
«PERO ACONTECERÁ, SI NO OYERES LA VOZ DE ADONAI YAH TU DIOS, PARA PROCURAR CUMPLIR TODOS SUS MANDAMIENTOS Y SUS ESTATUTOS QUE YO TE INTIMO HOY, QUE VENDRÁ N SOBRE TI TODAS ESTAS MALDICIONES, Y TE ALCANZARÁ N... Y VENDRÁ N SOBRE TI TODAS ESTAS MALDICIONES, Y TE PERSEGUIRÁ N, Y TE ALCANZARÁ N HASTA QUE PEREZCAS; POR CUANTO NO HABRÁ S ATENDIDO A LA VOZ DE ADONAI YAH TU DIOS, PARA GUARDAR SUS MANDAMIENTOS Y SUS ESTATUTOS, QUE É L TE MANDÓ... » (Deut. 28: 45).
En resumen, el hombre que quiera garantizar su entrada a Gan Edé n (El Paraí so Celestial) tiene que creer en Moisé s, y hacer de la obediencia a su Torah (los diez mandamientos), el supremo fundamento de su fe, de su conducta, de su conversació n, de su teologí a, y de su esperanza.
Por eso advierte la Escritura diciendo: “NUNCA SE APARTARA DE TU BOCA ESTE LIBRO DE LA LEY, SINO QUE DE DÍ A Y DE NOCHE MEDITARAS EN EL, PARA QUE GUARDES Y HAGAS CONFORME A TODO LO QUE EN É L ESTÁ ESCRITO; PORQUE ENTONCES HARÁ S PROSPERAR TU CAMINO, Y TODO TE SALDRÁ BIEN”- Josué 1: 8.
Esto, y no la opcional creencia en el posterior reclamo profé tico de este o aquel otro mensajero (Jesú s, Muhammad, José Smith, etc), es el ú nico fundamento seguro; el ú nico apoyo que, al igual que la piedra en la que fue dado, es inmutable, inconmovible, e indestructible; como dijo un gran Maestro del Samaritanismo:
“Pero má s fá cil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la Ley”- Lucas 16: 17. Quien edifica sobre la Piedra (de los Diez mandamientos), es como quien edifica su casa sobre la Roca; Y, si edificar sobre la Roca es seguro, ¿ cuanto mas seguro no será edificar sobre la Roca que El Creador personalmente defiende y protege?

 

 

 

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