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La muerte y suplicio del Jesús, según profetizado en el el libro de Ezequiel




¿ Fue al apó stol Pedro “la piedra” sobre la cual se fundamento la Iglesia Cristiana, como promete el Evangelio (“tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia”- Mateo 16: 18), y como tambié n reclama la Iglesia Cató lica?

La noble fe Cristiana es un camino perfectamente valido para agradar al Creador. Pero, el asiduo estudiante de las Escrituras, percibe en ella un fenó meno perturbador. ¿ Cual? Pues el que, aunque la noble teologí a Cristiana hace reclamos que a primera vista aparentan ser tan grandes y poderosos como una montañ a, cuando se examina objetivamente la Escritura, se descubre que, la grande y poderosa montañ a de reclamos, a menudo pende de un pequeñ o y dé bil hilo de evidencia.
Y el reclamo de que Pedro serí a la piedra sobre al cual se edificarí a la gentil Iglesia cristiana, puede servir como ejemplo ilustrativo.
Es que, ¿ como es posible que Pedro halla sido “la piedra” sobre la cual se edificó la Iglesia Cristiana [que es abrumadoramente “Gentil”], siendo que, aparte de la primera y la segunda carta de Pedro, este ú ltimo no escribió personalmente nada a la iglesia? De hecho, aú n en estas dos cartas, Pedro aclara que su contenido no esta dirigido sino a los creyentes Judí os en la dispersió n, y no a los cristianos gentiles.
Como esta escrito: “Pedro, apó stol de Jesucristo, A LOS EXPATRIADOS DE LA DISPERSIÓ N [ES DECIR, DE LA DIÁ SPORA JUDÍ A] EN EL PONTO, GALACIA, CAPADOCIA, ASIA y Bitinia”- 1 Pedro 1: 1.
¿ Y como sabemos con seguridad que la frase “los expatriados el Ponto” hace referencia a creyentes Judí os? Pues lo sabemos del verso que dice, “Moraban entonces en Jerusalé n JUDÍ OS, VARONES PIADOSOS, de todas las naciones bajo el cielo…. Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, EN CAPADOCIA, EN EL PONTO Y EN ASIA ”- Hechos 2: 5& 9
Finalmente, ¿ no fue acaso el apó stol Pablo quien escribió la abrumadora mayorí a de las cartas dirigidas a la iglesia Gentil (Romanos, Corintios, Gá latas, Efesios, Tesalonicenses, Filipenses, etc)?
¿ Acaso no dice con claridad meridiana el Nuevo testamento que, “el ministerio de la incircuncisió n” (es decir, el liderato y la direcció n de los creyentes gentiles) fue dado por Dios a Pablo, mientras que “el ministerio de la circuncisió n” (es decir, la autoridad sobre los creyentes Judí os) fue dado a Pedro?
Como esta escrito: “Pero de los que tení an reputació n de ser algo… COMO VIERON QUE ME HABÍ A SIDO ENCOMENDADO EL EVANGELIO DE LA INCIRCUNCISIÓ N (LOS GENTILES), COMO A PEDRO EL DE LA CIRCUNCISIÓ N (PUES EL QUE ACTUÓ EN PEDRO PARA EL APOSTOLADO DE LA CIRCUNCISIÓ N, ACTUÓ TAMBIÉ N EN MÍ PARA CON LOS GENTILES)… nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señ al de compañ erismo, PARA QUE NOSOTROS FUÉ SEMOS A LOS GENTILES, Y ELLOS A LA CIRCUNCISIÓ N (los Judí os)”- Gá latas 2: 6-9.

 

La muerte y suplicio del Jesú s, segú n profetizado en el el libro de Ezequiel

«Por tanto, así ha dicho י ה ו ה el Señ or: Por cuanto pusiste tu corazó n como corazó n de Dios (pretendiendo ser igual al Padre Celestial), por tanto, he aquí yo traigo sobre ti extranjeros (el pueblo Romano), los fuertes de las naciones (Poncio Pilatos y los soldados Romanos, quienes enjuiciaron y azotaron a Jesú s, demostrando así ser mas poderosos que el Nazareno), que desenvainará n sus espadas contra la hermosura de tu sabidurí a (esto profetiza que los Romanos “desenvainarí an su espada” o “matarí an” la sabidurí a de Jesú s, como fue el caso cuando, Poncio Pilatos, hace callar a Jesú s, al preguntarle ¿ que es la verdad? ), y manchará n tu esplendor (esto ultimo se cumplió cuando los Romanos abofetearon a Jesú s, y le escupieron el rostro, pues esto le hacia ritualmente impuro). Al sepulcro te hará n descender (esto se cumplió cuando el cadá ver de de Jesú s “descendió ” desde la cima del Gó lgota el Monte Calvario, hasta su sepulcro en el Getsemaní, y morirá s con la muerte de los que mueren en medio de los mares (es decir, con el cuerpo lleno de agua, tal y como salio agua del cuerpo de Jesú s, cuando los soldados Romanos le atravesaron con la lanza). ¿ Hablará s delante del que te mate, diciendo: “Yo soy Dios”? (este fue el caso con Jesú s, que no se atrevió a decir a Pilatos que era la encarnació n de Dios). Tú, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador (Nuevamente, este es Jesú s de Nazaret, quien murió a manos de los Romanos, tal y como morirí a cualquier otro mortal). De muerte de incircuncisos morirá s, por mano de extranjeros (este fue Jesú s de Nazaret; quien, a diferencia de los verdaderos profetas de Israel, murió por un mé todo pagano, a manos de incircuncisos Romanos), porque yo he hablado, dice י ה ו ה el Señ or»- Ezequiel 28: 6-10

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