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¿Quienes llegarán a la Canaán Celestial?




Una leyenda dice que, en el Mundo que ha de venir, el Santo de Israel traerá delante de todos al impulso a hacer lo malo [tambié n conocido como el “yetzer ha-ra”]; aquel impulso que moraba dentro de cada ser humano. A los ojos de los justos (es decir, de los mansos y humildes), este parecerá ser tan gigantesco como una montañ a. Pero, a los ojos de los injustos (los perversos y altaneros), parecerá ser tan pequeñ o y despreciable como un cabello [de la barba].
Entonces, Dios matará al impulso a hacer lo malo, y tanto justos como injustos procederá n a llorar. Los justos llorará n diciendo: “¡ Dios todopoderoso! ¿ Como fue posible que hayamos logrado vencer a un gigante tan poderoso?; Y los justos llorará n diciendo: ¿ Como es posible que no hayamos logrado vencer algo tan pequeñ o y menospreciable? (Talmud Babiló nico, Sukkah 52a).
Y, la anterior leyenda, intima el hecho de que, los antiguos Hebreos, sabí an que, el gigante que cada uno de ellos estaba obligado a conquistar, era el gigante de su impulso a hacer lo malo; el creyente Hebreo sabí a que, los gigantes que le impedí an llegar a “la Tierra prometida” [una Tierra que prefigura la vida en el mundo que ha de venir], eran en realidad la idolatrí a de las riquezas materiales, la inmoralidad sexual, la mentira, el orgullo, la crueldad, la usura, el robo, el fraude, el asesinato, el adulterio, y la deshonra hacia sus padres.
Curiosamente, la Torah (la Escritura Hebrea) decí a que, la persona medrosa y pusilá nime, no podí a ser forzada a participar de una campañ a militar (“Y volverá n los oficiales a hablar al pueblo, y dirá n: ¿ Quié n es hombre medroso y pusilá nime? Vaya, y vué lvase a su casa, y no apoque el corazó n de sus hermanos, como el corazó n suyo”- Deut. 20: 8).
Pero, si esto es así, ¿ que razó n pudo haber tenido el Creador para castigar a aquellos Israelitas que, luego de escuchar el amedrentador reporte de los doce espí as, carecieron de valor para batallar contra los gigantes que les impedí an poseer la Tierra prometida?; como esta escrito: “¿ A dó nde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazó n, diciendo: Este pueblo es mayor y má s alto que nosotros, las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y tambié n vimos allí a los hijos de Anac [una raza de Gigantes]”- Deut. 1: 28.
Pues, la razó n por la cual fueron castigados consiste en que, la suya, no solamente era una simple batalla militar, sino que era la encarnació n de un paradigma é tico y moral- la batalla que, contra los gigantes de la maldad, de la inmoralidad, de la injusticia, de la crueldad, y del orgullo, está obligado a sostener el creyente Hebreo, Y, no solamente el creyente Hebreo, sino tambié n cada ser humano [sin importar cual sea su raza, o su credo].
Es que, la palabra Hebrea que la Torah traduce como “gigantes” es la palabra Hebrea “Refaim”; una palabra cuya forma singular estaba asociada a la raí z Hebrea “Rafa”; que a su vez significaba “curar”, “sanar”, o “quedar sano”. Y, curiosamente, la palabra “Refaim” tambié n podí a traducirse como “fantasmas”, o como “espí ritus de los muertos”.
Es como si, por medio de esta etimologí a, la Torah pretendiese intimar que, batallar contra los gigantes de la maldad, trae sanidad, pues hace que el hombre se sobreponga a su muerto espí ritu [pues el hombre que vive lejos de Dios esta espiritualmente muerto].
¿ Y como luchamos contra los gigantes de la Maldad? Pues tal y como lo hizo el rey David, cuando luchó contra Goliat; a quien logro vencer con la piedra [tal y como el hombre de Dios vence al mal con “la piedra” de los diez mandamientos de la Ley].
Y lo anterior quizá s tambié n logre explicar el hecho de que, camino a la Tierra prometida, Dios ordena a Israel que no moleste ni haga guerra a los Edomitas, a los Moabitas, ni a los Amonitas.
¿ Y por que? Pues porque el Creador (bendito sea) les habí a asignado la Tierra que poseí an. Como esta escrito: “Pasando vosotros por el territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrá n miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho. No os metá is con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de Seir”- Deut. 2: 4-5;
“No molestes a Moab, ni te empeñ es con ellos en guerra, porque no te daré posesió n de su tierra; porque yo he dado a Ar por heredad a los hijos de Lot”- Deut. 2: 9; “Y cuando te acerques a los hijos de Amó n, no los molestes, ni contiendas con ellos; porque no te daré posesió n de la tierra de los hijos de Amó n, pues a los hijos de Lot la he dado por heredad. ”- Deut. 2: 19.
¿ Y por que les habí a asignado Dios tal tierra? Pues porque, aunque no seguí an a Moisé s, aunque no tení an Torah, y aunque sus dioses no estaban tan cerca de ellos como lo esta Ha Shem de Israel, estas tres naciones tuvieron el valor de dar la batalla contra los gigantes que les impedí an heredar sus respectivas porciones de la Tierra Prometida.
Es decir, los Edomitas pelearon contra los gigantes Horeos (Deut. 2: 12), los Amonitas pelearon contra los gigantes Zonzomeos (Deut. 2: 20-21); y los Moabitas desplazaron a los gigantes Emitas (Deut. 2: 10-11). En otras palabras, por medio de estas tres naciones, Dios quiso prefigurar el hecho de que, todo aquel que batalle contra los gigantes de la maldad [sin importar si tal persona es Hebrea o gentil], será recompensada con una porció n de la Tierra prometida.
En la prá ctica, lo anterior significa que, el creyente Hebreo, no debe tratar de “hacer guerra” ni “conquistar” [ganando para su fe Hebrea] al creyente Islá mico [ni al creyente Cristiano] que batalla contra el gigante de la usura; o contra el gigante del materialismo secular; tampoco debe molestar a la musulmana que a diario usa el Hijab (luchando así contra el gigante de la pasió n sexual); ni debe tampoco provocar al Musulmá n que se postra para orar cinco veces al dí a (luchando así contra el gigante del orgullo y el egocentrismo).
Es que, aunque estas otras “naciones” no siguen a Moisé s, ni tampoco tienen Torah, su lucha contra “los gigantes” cuenta con el favor Divino; y, al igual que habrá de suceder con todo fiel creyente Hebreo, el Creador no fallará en tambié n asignarle a ellos una justa porció n de la Tierra prometida [una Tierra que a su vez prefigura el “Olam ha-ba”, o “el Mundo que ha de venir”]

 

What then is God's true and reliable path to religious truth? Well, it's no other than a sincere commitment with the moral life- to strive to perform the good commanded by God through Moses [upon the two stone tablets]; thereby avoiding any kind of perversion, as well as all sort of moral degeneracy (cruelty, injustice, self glorification, etc).
As it has been written: " DEPART FROM EVIL, AND DO GOOD; and dwell for evermore [in everlasting life]" - Psalm 37: 27 (King James Bible). And also says: " Let us hear the conclusion of the whole matter: FEAR GOD, AND KEEP HIS COMMANDMENTS, FOR THIS IS THE WHOLE DUTY OF MAN" - Ecclesiastes 12: 13 (21st Century King James Bible).
And also in another place: " SAY YE TO THE RIGHTEOUS THAT IT SHALL BE WELL WITH THEM, FOR THEY SHALL EAT THE FRUITS OF THEIR DOINGS. Woe unto the wicked! It shall be ill with him, for the reward of his hands shall be given him" - Isaiah 3: 10-11. And elsewhere: " FOR HE (GOD) REPAYS A PERSON ACCORDING TO HIS DEEDS, AND HE GIVES HIM WHAT HIS CONDUCT [AND NOT HIS THEOLOGY] DESERVES" - Job 34: 11 (Christian Standard Bible).

 

 

 

 

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