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El «verano caliente» del 400. San Juan Crisóstomo y la masacre de godos en Constantinopla




El general Gainas, un godo arriano, que ascendió con rapidez en el ejé rcito romano, habí a logrado entretanto encumbrarse. Estuvo en 394 en la guerra contra Eugenio, en 395 en la campañ a de Estilicen contra Alari-co, participó a continuació n en el asesinato de Rufino, y de 396 a 399, por así decirlo bajo el mando de Eutropo, fue comes et magister utrius-que militiae. Un dí a enviaron a Gainas a los jefes del partido contrario a los germanos, su mayor adversario: el có nsul Aureliano, el consular Sa­turnio y el escribiente Juan. Sin embargo, el godo só lo les tocó con la es­pada, dando a entender manifiestamente que habrí an merecido la muerte, y los envió al exilio. 14

Ahora bien, tras una desgraciada operació n en el añ o 399 contra el godo Tribigildo, que se habí a levantado en armas, Gainas cayó en sospe­cha. Tambié n en Constantinopla, como reacció n a los pillajes de los go­dos, los tributos de guerra y todo tipo de demagogias, se habí a desarrollado una rigurosa orientació n nacional, un notable antigermanismo «represen­tado sobre todo por cristianos ortodoxos» (Heinzberger). El pueblo, in­citado con rumores, odiaba sin má s a los germanos, a los «bá rbaros» y a los «herejes» arrí anos, que incluso aspiraban a tener su propia iglesia en la capital. Por ese motivo, Gainas mantení a una viva polé mica con el pa­triarca Juan Crisó stomo, que intentaba vehementemente «convertir» a los godos y que habí a asignado a los godos cató licos un templo propio, la iglesia de San Pablo, convirtié ndose así en «el fundador de una iglesia nacional " alemana" en Constantinopla» (Baur, cató lico).

Sin embargo, el obispo prohibió de manera estricta los servicios reli­giosos arrí anos. Protestó ante el emperador contra las peticiones de Gai­nas de una iglesia propia. Se desató en improperios contra los arrí anos y los restantes «herejes». Rogó insistentemente al soberano, dominado por Eudoxia, la faná tica antigermana -desde el añ o 400 augusta-, que no per-


 

ñ utiera que le arrojaran los perros al santo. Es mejor perder el trono que traicionar a la casa de Dios; compá rense los consejos similares que im­partí a su colega Ambrosio. La intervenció n del obispo animó a los ciuda­danos, con los que ya se habí an producido conflictos. Se rebelaron en el «verano caliente» del añ o 400, debido probablemente a la xenofobia, a las diferencias entre los pueblos. «Sin embargo, lo decisivo fue el anta­gonismo confesional; el derramamiento de sangre se inicia, curiosamen­te, cuando Gainas exige para sus godos arrí anos la concesió n de una igle­sia» (Aland).

El partido nacional habí a armado a los ciudadanos y atacó, junto con la guarnició n romana y la guardia de palacio, a la minorí a goda. Gainas se salvó con una parte de sus tropas la noche del 12 de julio de 400, cuan­do se produjo el asalto a la puerta de la ciudad. Sin embargo, muchos de sus soldados, junto con sus mujeres e hijos, fueron asesinados o bien quemados en el interior de la «iglesia de los godos», donde habí an busca­do refugio, en total, al parecer, má s de siete mil personas. Se produjo «a instigació n del obispo Crisó stomo» (Ludwig), aunque quizá s en mayor medida a instancias del má s tarde obispo Sinesio. Sus manifestaciones como emisario son tí picas del antigermanismo que imperaba en Constan­tinopla. El prestigio de san Juan Crisó stomo «se reforzó con estos distur­bios»; sin embargo, no fue, como opina el cató lico Stockmeier, porque estuviera «por encima de los partidos», sino porque estaba del lado de los vencedores. Los cató licos, que eludí an la lucha abierta, quitaron el techo de la iglesia y masacraron a los «bá rbaros» con una lluvia de pedradas y vigas ardiendo, dando muerte hasta al ú ltimo de ellos (34 añ os antes el procedimiento ya habí a dado buenos resultados en Roma, en la lucha en­tre dos papas). Tras la batalla, entonaron una acció n de gracias al cielo y Crisó stomo volvió a ensalzar en su sermó n a quien dirigí a los destinos humanos. 15

El fugitivo Gainas, ahora oficialmente enemigo del Estado, se dirigió a Tracia para reunirse con sus gentes al otro lado de la regió n inferior del Danubio. Sin embargo, tras la aniquilació n de su ejé rcito, al cruzar el He-lesponto el 23 de diciembre de 400, por parte del cabecilla huno Uldino, al que habí a comprado el gobierno, fue muerto y su cabeza enviada a Cons­tantinopla a comienzos del añ o siguiente, donde en el invierno de 401-402 Aureliano volví a a ocupar el cargo de praefectus praetorio orientis. 16

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