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El carnicero de los sajones, «un par de ceros de mбs» y «la tranquilidad serena de un alma grande..»




Mientras Carlos realizaba sus conquistas en el norte de Espaсa y volvнa a perderlas -la ъnica derrota sufrida por un ejйrcito franco bajo su mando personal-, Widukind, un noble westfaliano que habнa regresado de la emigraciуn danesa (y al que se nombra por primera vez en el 777, cuando no asistiу a la dieta de Paderborn), avanzу con sus sajones por el sur hasta Fulda y por el oeste hasta Coblenza y Deutz. Castillos feudales e iglesias fueron destruidos y las aldeas incendiadas y aniquiladas, en una algarada que evidentemente no perseguнa tanto el botнn como la venganza.

En el 779 Carlos avanzу hasta el Weser, y en el 780 hasta el Elba. De nuevo se bautizу no sуlo a los sajones orientales, sino incluso a los wendos de la otra orilla del Elba y a «gentes del norte». De nuevo hubo promesas de lealtad y se tomaron nuevos rehenes. En una asamblea nacional de Lippspringe el soberano intentу «de manera explнcita promover [la difusiуn del cristianismo en Sajonia] y acelerar asн el desarrollo de unas relaciones feudales» (Epperlein). Los sacerdotes cristianos difundieron entre los burgos ocupados la nueva «ilustraciуn»: «portaban cruces y cantaban canciones piadosas; soldados fuertemente armados con todo tipo de armas eran sus acompaсantes, que con sus gestos decididos aceleraban la cristianizaciуn» (De Bayac).

El territorio expoliado continuу distribuyйndose a obispos y abades, se crearon diуcesis misioneras, se construyeron iglesias y hasta los monasterios menores, como los de Hersfeit, Amorbach, Neustadt del Main..., fueron incorporados por Carlos a la conversiуn de los paganos. Y sobre todos, naturalmente, el de Fulda, cuyo abad Sturmi mantuvo hasta poco antes de morir el mando eclesiбstico y militar sobre la fortaleza sajona de Erasburg. En el noroeste realizaba la propaganda el obispo Alberico de Utrecht, que en Frisia occidental acabу con los restos del paganismo. Por encargo suyo y respaldados por el poder militar de Carlos, los monjes de Alberico destrozaron las estatuas de los dioses y saquearon los santuarios paganos y cuanto hallaron de valioso. El monarca entregу una parte de los tesoros de los templos al obispo para fines eclesiбsticos. Tambiйn el anglosajуn san Wilehad, que ya antes habнa adoctrinado a los frisones, aunque sin demasiado йxito, organizу a partir de 780 por encargo de Carlos la parte septentrional de la Sajonia sometida. De modo similar, y llamado asimismo por Carlos, trabajу en la Frisia central san Liudger.

Pero cuando los frisones orientales y evidentemente tambiйn grandes grupos de poblaciуn de Frisia central se sublevaron a una con los sajones, destruyeron las iglesias y se volvieron a sus antiguas creencias, los predicadores cristianos abandonaron el paнs a toda prisa. El inglйs Wilehad, que poco despuйs fue consagrado obispo para la misiуn sajona y primer prelado de Bremen, huyу a Roma, dedicбndose despuйs -segъn Echternach- «durante dos aсos al estudio y a la oraciуn» (Lexikon fьr Theologie und Kirche). San Liudger, mбs tarde obispo de Mьnster, se refugiу en Roma y en Monte Cassino. Sin la protecciуn de las armas francas no pudieron mantenerse los pregoneros de la buena nueva. Pero apenas los ocupantes volvieron a adueсarse del campo, tambiйn los seсores eclesiбsticos regresaron con sus espadas al frente propagandнstico. Wilehad ocupу su sede en Bremen y san Liudger se estableciу, por orden de Carlos, al este del Lauwers. Allн, con el respaldo del poder real, destruyу los santuarios paganos (fana), avanzу hasta las islas y con el apoyo de los soldados francos devastу los lugares de sacrificio del dios frisen Fуsete en Helgoland.

Por lo demбs, muchos eclesiбsticos debieron de volver sуlo a regaсadientes entre los sajones rebeldes. Y cuando йstos, junto con los vendos, se alzaron de nuevo al mando de Widukind, su furia se cebу sobre todo en el clero y el cristianismo, pegando fuego a buena parte de las iglesias, mientras los sacerdotes huнan. Un ejйrcito franco fue eliminado en Sьntel, «muriendo a espada casi hasta el ъltimo hombre», segъn relatan los Anales, que agregan: «La pйrdida de los francos fue mayor aъn de lo que podrнan indicar las cifras». En la matanza perecieron tambiйn dos docenas de nobles y proceres. Pero antes de que Carlos hiciese acto de presencia ya la nobleza sajona y algunas tropas francas habнan aplastado la rebeliуn. Los «nobles» sajones entregaron a los levantiscos. Y entonces Carlos intensificу la guerra expansionista y misionera hasta la famosa degollaciуn de Verden, junto al Aller... celebrando despuйs, como de costumbre, la Navidad y la Pascua, el nacimiento y la resurrecciуn del Seсor. 18

Todavнa en el siglo xx se ha intentado en ocasiones por «profesionales» del campo catуlico y del protestante negar en redondo la orgнa de crueldad y barbarie. Devocionarios episcopales y algunos «teуlogos especializados» trabajaron al respecto hombro con hombro, especialmente durante el perнodo nazi.

El portavoz eclesiбstico del obispado de Osnabrьck hablaba en 1935 de «la fбbula del " juicio de sangre de Verden" ». De manera parecida tambiйn el profesor de Historia de la Iglesia de la Universidad de Munich, el protestante Kari Bauer, aseguraba en 1936 que el verbo decollare (cortar el cuello), que figura en las fuentes, era un error ortogrбfico en vez del originario delocare o desolare (desterrar); consecuentemente 4. 500 sajones sуlo habrнan sido expulsados del lugar. Hay que decir, sin embargo, primero, que dicho verbo u otro parecido no lo usan las diversas fuentes; y, segundo, que cuatro anuarios de la йpoca hablan de la «matanza» (decollare/decollatio) de los sajones. Tales son los Anales reales, los annales Amandi, los Annales Fuldenses y finalmente, en la primera mitad del siglo ix, tambiйn los Annales Sithienses. Y los cronistas todos de los lugares mбs diversos habrнan cometido de una forma altamente misteriosa la misma «errata». 19

Y de una «errata» bien distinta se trataba si, como ya antes sospechу un investigador, el autor de la fuentes «como consecuencia de una falsa lectura del original hubiese quitado un par de ceros» (H. Ullmann). Por el contrario, Donaid Bullough observa atinadamente: «Pero no creer al rey capaz de semejante acciуn equivalнa a hacerle mбs virtuoso que casi todos los reyes cristianos de la Edad Media. Y es que el acuchillamiento de un enemigo vencido en el campo de batalla era entonces algo habitual, a no ser que se esperase un mayor provecho con los esclavos y el dinero del rescate. Y se olvida tambiйn fбcilmente una cosa: que la mayor parte de los rehenes, que el rey se llevaba aсo tras aсo, regularmente eran matados, tan pronto como volvнan a levantarse contra el rey aquellos cuya obediencia garantizaban los rehenes. 20

De hecho, un dнa de finales de otoсo del 782, allн estaban 4. 500 sajones, apretados como animales en el matadero y rodeados por sus propios «nobles», que los habнan entregado, y por los paladines del gran Carlos, «el faro piloto de Europa», como le llama un manuscrito de St. Gallen de los siglos ix-x. Por sentencia suya fueron degollados y arrojados al Aller, que los arrastrу hasta el Weser y luego al mar... «Eran 4. 500 y eso es lo que ocurriу» (quod ita et factum est), segъn consigna lacуnicamente el analista real (para decir casi al tiempo: «Y celebrу la Navidad... »). Justo allн donde el futuro «santo» pronto hizo levantar una iglesia (no una capilla expiatoria, sino mбs bien una capilla triunfal) y donde hoy se alza la catedral de Verden. Literalmente sobre rнos de sangre como, en sentido figurado, muchos de los templos cristianos.

Hay que imaginбrselo: 4. 500 personas decapitadas... y despuйs la canonizaciуn del asesino. Tampoco Frantisek Graus, a menudo un «rayo de lucidez» en medio de su corporaciуn generalmente tan tenebrosa, encuentra «disculpa alguna» para el asesino, «ni siquiera " histуrica" a la distancia de siglos, y los asesinatos en masa son un fenуmeno, que nunca puede estigmatizarse suficientemente... ».

El pretendido privilegio fundacional de Carlos del 786 en favor del obispado de Verden es sin duda una falsificaciуn, llevada a cabo entre 1155 y 1157 por encargo del obispo de Verden Hermann y en su cancillerнa. Ciertamente que tambiйn tiene mucho que ver con la santidad de Carlos el gran nъmero de documentos falsificados con su nombre y por los que las iglesias se atribuнan determinados privilegios. Pero autйnticos o no, «es cierto que eliminу 4. 500 sajones», escribe Ranke para agregar despuйs: «pero mбs tarde destaca en йl la tranquilidad serena de un alma grande». 21

 

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