La muerte y suplicio del Jesús, según profetizado en el el libro de Ezequiel
¿ Fue al apó stol Pedro “la piedra” sobre la cual se fundamento la Iglesia Cristiana, como promete el Evangelio (“tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia”- Mateo 16: 18), y como tambié n reclama la Iglesia Cató lica? La noble fe Cristiana es un camino perfectamente valido para agradar al Creador. Pero, el asiduo estudiante de las Escrituras, percibe en ella un fenó meno perturbador. ¿ Cual? Pues el que, aunque la noble teologí a Cristiana hace reclamos que a primera vista aparentan ser tan grandes y poderosos como una montañ a, cuando se examina objetivamente la Escritura, se descubre que, la grande y poderosa montañ a de reclamos, a menudo pende de un pequeñ o y dé bil hilo de evidencia.
La muerte y suplicio del Jesú s, segú n profetizado en el el libro de Ezequiel «Por tanto, así ha dicho י ה ו ה el Señ or: Por cuanto pusiste tu corazó n como corazó n de Dios (pretendiendo ser igual al Padre Celestial), por tanto, he aquí yo traigo sobre ti extranjeros (el pueblo Romano), los fuertes de las naciones (Poncio Pilatos y los soldados Romanos, quienes enjuiciaron y azotaron a Jesú s, demostrando así ser mas poderosos que el Nazareno), que desenvainará n sus espadas contra la hermosura de tu sabidurí a (esto profetiza que los Romanos “desenvainarí an su espada” o “matarí an” la sabidurí a de Jesú s, como fue el caso cuando, Poncio Pilatos, hace callar a Jesú s, al preguntarle ¿ que es la verdad? ), y manchará n tu esplendor (esto ultimo se cumplió cuando los Romanos abofetearon a Jesú s, y le escupieron el rostro, pues esto le hacia ritualmente impuro). Al sepulcro te hará n descender (esto se cumplió cuando el cadá ver de de Jesú s “descendió ” desde la cima del Gó lgota el Monte Calvario, hasta su sepulcro en el Getsemaní, y morirá s con la muerte de los que mueren en medio de los mares (es decir, con el cuerpo lleno de agua, tal y como salio agua del cuerpo de Jesú s, cuando los soldados Romanos le atravesaron con la lanza). ¿ Hablará s delante del que te mate, diciendo: “Yo soy Dios”? (este fue el caso con Jesú s, que no se atrevió a decir a Pilatos que era la encarnació n de Dios). Tú, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador (Nuevamente, este es Jesú s de Nazaret, quien murió a manos de los Romanos, tal y como morirí a cualquier otro mortal). De muerte de incircuncisos morirá s, por mano de extranjeros (este fue Jesú s de Nazaret; quien, a diferencia de los verdaderos profetas de Israel, murió por un mé todo pagano, a manos de incircuncisos Romanos), porque yo he hablado, dice י ה ו ה el Señ or»- Ezequiel 28: 6-10
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