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Leyendas Del Samaritanismo Reformado: ¡La bendición Divina puede venir disfrazada de Árabe!




Una antigua leyenda narra la historia de un piadoso creyente Hebreo que tenia una esposa muy virtuosa. Desafortunadamente, el creyente perdió todo lo que poseí a, convirtié ndose así en un jornalero. Un dí a, mientras araba en el campo, el profeta Elí as (siempre recordado en buenas ocasiones) se le presentó bajo la apariencia de un Á rabe.
Entonces procedió a decirle: “Tienes seis añ os buenos (viniendo hacia ti), ¿ cuando deseas tenerlos? ¿ ahora, o al final de tus dí as? El creyente piadoso le contestó diciendo: “Tu debes ser un hechicero... ¡ No tengo nada que darte; dé jame en paz! ”. Pero el Á rabe (Elí as) volvió en tres ocasiones consecutivas, haciendo la misma pregunta.
Finalmente [en la tercera ocasió n], el hombre piadoso le contestó: “Iré a consultar con mi esposa”. Entonces fue a su esposa y le dijo: «Alguien vino a mi, para molestarme en tres ocasiones dicié ndome: “Tienes seis añ os buenos (viniendo hacia ti), ¿ cuando deseas tenerlos? ¿ ahora, o al final de tus dí as? ”». Entonces procedió a preguntar a su esposa: “¿ Que dices tu (al respecto)? ”. Ella contestó: «Ve, y dile, “¡ trá elos ahora! ”».
Así, el hombre retorno al Á rabe (Elí as), y le dijo: “Ve, y traemelos ahora”. Entonces el Á rabe le respondió: “Vuelve a tu casa, y antes de que llegues al portó n de tu patio, encontrará s que la bendició n ya se extiende sobre tu hogar”. Milagrosamente, sucedió que en aquel preciso momento, y mientras los hijos de aquel hombre jugaban a colar tierra entre sus dedos, descubrieron suficiente dinero (enterrado en la tierra) como para sostenerles durante seis añ os.
Cuando los niñ os llamaron a su madre, esta salió a investigar lo sucedido, de suerte que antes de que el creyente piadoso pudiese llegar al portó n de su patio, su esposa ya habí a venido a encontrarle, para darle las buenas nuevas. Al ver esto, el hombre agradeció de inmediato al Altí simo (bendito sea) por el gran alivio que habí a recibido.
¿ Que hizo entonces su virtuosa esposa? Pues procedió a decirle: “Como está n las cosas, El Santí simo (bendito sea) ha trenzado nuestras vidas con el hilo de su misericordia, pues nos ha dado suficiente sustento como para seis añ os; ocupé monos pues en hacer obras de bondad y misericordia durante estos añ os-- quizá s el Santo (bendito sea) continuara dá ndonos mas de su amplia generosidad”.
Y esto fue lo que hizo: todos y cada uno de los dí as, y cada vez que daba algo a los pobres, dirí a su hijo menor, “registra (en un papel), cada articulo que dispensamos”. Y así lo harí a aquel hijo. Al final de los seis añ os, Elí as (siempre recordado en buenas ocasiones) volvió, y dijo al hombre piadoso: “Ha llegado el tiempo de quitarte lo que te di”.
Pero el hombre le respondió diciendo: “Cuando lo tomé, lo tomé solamente despué s de escuchar el consejo de mi esposa; ahora que debo devolverlo, solo lo devolveré despué s de escuchar el consejo de mi esposa”. Entonces el hombre volvió a su mujer y le dijo: “El anciano [Á rabe] ha regresado para llevarse lo que es suyo”. La esposa le contestó: «Ve y dile, “si encuentra otros seres humanos mas confiables que nosotros, puedes darle lo que dejaste a nuestro cuidado”».
Así, cuando el Santo Dios (bendito sea) consideró las palabras y los actos de caridad que habí an ejecutado esta piadosa pareja, les concedió bienestar tras bienestar, de suerte que se cumpliese en ellos lo que se ha dicho: “Y el efecto de la Caridad será (la) paz” - Isaí as 32: 17.
En conclusió n, la pró xima vez que un Á rabe (o un Palestino) se acerque a usted, no se deje llevar por los prejuicios ni las apariencias; No asuma que es un hechicero [es decir, un ignorante], ni mucho menos que necesariamente es un idó latra pagano. Y, aú n mas importante, no le mire como a un enemigo; pues detrá s de esas vestimentas orientales, quizá s se esconda un hermano; alguien a quien Dios ha enviado para ser de bendició n a su vida.
Finalmente, tanto Hebreos [Judí os, Samaritanos, Karaí tas], como Cristianos y Musulmanes, debemos hacer nuestro mejor y mas sincero esfuerzo por vivir en armoní a, entendiendo que en ello se decide nuestro futuro eterno. Como está escrito: “¡ Mirad cuan bueno y cuan placentero es habitar los hermanos juntos en armoní a! ” (Salmo 133: 1). ¿ Y que termina diciendo el salmo?... “Porque allí enví a Adonai bendició n, y vida Eterna” (Salmo 133: 3).

 

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