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A man trapped inside a woman’s body?




A man trapped inside a woman’s body?

The Divine book of Nature teaches that a person considers himself to be a man trapped inside a woman’s body only when he has a “fetus-like” brain. Why? Because a man is literally trapped inside a woman’s body only during a woman’s pregnancy; in other words, at a time when he actually is a fetus [and therefore has a “fetus-like” brain]

 

Samaritanismo Reformado y Poligamia

Cuando el mundo era perfecto (antes de la caí da) el hombre (Adam) tení a una sola esposa (Eva). Pero, desafortunadamente, el nuestro ya no es un mundo perfecto. De ser perfecto, podrí amos dormir con las ventanas abiertas. Pero, como no lo es, tenemos que cerrarlas, asegurá ndolas con rejas de acero, e instalando cá maras de seguridad. En un mundo perfecto, la gente obedece la Ley, porque entiende que es su deber hacerlo; pero, en nuestro imperfecto mundo, la obedecen cuando ya no les queda otra opció n, o cuando les sobrecoge el temor al castigo que su infracció n conlleva.
En un mundo perfecto, Eva entendí a que, si Dios creo primero al hombre (del polvo de la tierra), y luego creo a la mujer (de una costilla del hombre), era porque Dios tení a un plan distinto para cada uno de ellos. En cuanto al hombre, Dios deseaba que su prioridad fuese cuidar la tierra de la cual habí a sido formado (siendo así el proveedor del hogar). Esto lo intima el Creador cuando, inmediatamente despué s de crear al hombre, le pone a labrar y a cuidar el huerto, como está escrito: «Tomó pues ‫ י ה ו ה Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edé n, para que lo labrase y lo cuidase» -Gé nesis 2: 15. Pero, en cuanto a la mujer, la voluntad Divina era que esta fuese " la costilla" que ahora faltaba en Adam.
Es decir, que completara, sostuviera, y apoyara a su marido, aferrá ndose a el del mismo modo que las costillas se aferran al torso del hombre. ¿ Con que propó sito? Pues para que este pueda cumplir el mandato Divino de sojuzgar la tierra (Gé nesis 1: 28), siendo así el proveedor del hogar. Pero, en nuestro imperfecto mundo, la mujer ya no acepta el lugar ni la responsabilidad matrimonial que le fue impuesta por su Creador, sino que percibe al matrimonio (que originalmente tuvo la intenció n de ser una relació n monó gama) como una irresistible oportunidad para competir contra su marido por el poder y la autoridad del hogar.
La mujer desea usurpar el papel de lí der, proveedor, y dueñ o que concedió Dios a su marido. En adició n, demanda " disfrutar de igualdad" con su marido, teniendo los mismos derechos y privilegios que este. Todo esto va contra el plan Divino para la familia y el hogar, pues menoscaba la autoridad conferida por Dios al hombre, y borra la distinció n de roles que Dios ordeno que existiese entre el hombre y la mujer.
Es por esto que la Escritura prefigura a la mujer como una " costilla"; como intimando que, la naturaleza de la mujer puede degenerar hasta llegar a convertirla en aquello que simboliza la parte mas dura y mas torcida del ser humano.
Si la mujer fue tomada de una costilla, fue para enseñ arle que la mujer pertenece a su marido (¡ y no el marido a su mujer! ). Pero si Eva fue tomada de una costilla del hombre, tambié n fue para intimar que, así como es casi imposible que un hombre pueda funcionar normalmente con una sola costilla, de ese mismo modo es casi imposible que un hombre funcione normalmente con una sola mujer.
Es que el poder corrompe, y la monogamia pone a la mujer en una posició n de poder que la desalienta de cumplir la funció n que le ha sido encomendada por el Creador, pues piensa que el hombre está en una especie de " camisa de fuerza", que le obliga a aceptarla, sin importar cuanta obediencia, respeto, u honor muestra a su marido. La Escritura enseñ a que, esta rebelde aptitud, destruye el fundamento mismo de la familia, así como de la sociedad.
La Reina Vasti rehusó obedecer a su marido (el Rey Asuero), y esto le mereció perder todos sus privilegios, así como ser sustituida por otra reina. En adició n, se emitió un edicto donde se exhortaba a todos los hombres a no permitir que sus esposas actuaran de este mismo modo, menoscabando así la autoridad del marido, como está escrito:
«No solamente contra el rey ha pecado la Reina Vasti, sino contra todos los prí ncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas la provincias del rey Asuero. Porque este hecho de la Reina llegara a oí dos de TODAS LA MUJERES, y ellas TENDRÁ N EN POCA ESTIMA A SUS MARIDOS, diciendo: El rey Asuero mando traer delante de si a la Reina Vasti, y ella no vino. Y entonces dirá n esto las señ oras de Persia y de Media que oigan el hecho de la Reina, a todos los prí ncipes del Rey; Y HABRÁ MUCHO DESPRECIO Y ENOJO. Si parece bien al Rey, SALGA UN DECRETO REAL de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y Media, para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga mas delante del Rey Asuero; y el Rey haga reina a otra que sea mejor que ella. Y EL DECRETO DEL REY será OÍ DO EN TODO SU REINO (AUNQUE ES GRANDE) Y TODAS LAS MUJERES DARÁ N HONRA A SUS MARIDOS, DESDE EL MAYOR HASTA EL MENOR. Agrado esta palabra a los ojos del Rey, y de los prí ncipes, e hizo el Rey conforme al dicho de Memucá n; pues envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su lenguaje, DICIENDO QUE TODO HOMBRE AFIRMASE SU AUTORIDAD EN SU CASA; y que se publicase esto en la lengua de su pueblo»- Ester 1: 16-22.
El anterior pasaje quizá s explica el Midrash (Yev. 63b) que dice que, una mala esposa, es mas rá pidamente castigada por medio de una rival (una segunda esposa), que por medio de una espina. La anterior realidad existencial, explica el hecho de que aú n aquellos hombres que contaron con el absoluto favor Divino, tuviesen mas de una esposa.
La Escritura dice que Avraham tomo a Hagar, y el Creador bendijo aquella unió n, haciendo que produjera un hijo varó n (Ismael), al cual Dios prometió bendecir. Del mismo modo, Jacob tomo como esposas no solo a Leah y a Rachel, sino a sus dos criadas (Bilha y Zilpa). Y Dios tambié n bendijo esa unió n matrimonial, pues varios de los patriarcas (Dan, Neftali, Gad, Asher) fueron hijos de aquellas dos criadas. De igual modo, Dios utilizo poderosamente a Gedeó n, sin importar que este tuviese muchas esposas (Jueces 8: 30). De hecho, estas esposas le dieron 70 hijos, lo cual en aquella é poca era una inequí voca señ al del favor Divino.
Quizá s el ejemplo mas claro de la aprobació n Divina de la poligamia, sea la Ley del levirato, donde el mismo Creador ordena que, el hermano del difunto (que murió sin engendrar hijos varones), se case con la viuda (sin importar si este es ya casado): «Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casara fuera con hombre extrañ o; su cuñ ado se llegara a ella, y la tomara por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogé nito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de este no sea borrado de Israel»- Deut. 25: 5-6.
Otro pasaje que despeja toda duda acerca de la validez de la poligamia, se encuentra en 2 Samuel 12: 8. Allí (por medio del profeta Natá n) Dios impreca al Rey David, por el pecado de haber tomado la esposa de Urí as heteo. Pero, note que Dios le indica al Rey que su falta consistí a en que, a pesar de que no solo tení a sus propias mujeres sino las que con anterioridad habí an sido mujeres de Saú l (mujeres sumamente hermosas, dignas de un gran Rey), si hubiese querido tomar otras mujeres de entre las tribus de Israel y Judah, Dios se lo habrí a permitido.
Es decir, teniendo libertad para tomar todas las esposas que hubiese querido, David no tení a excusa alguna para tomar una mujer que ya pertenecí a a otro hombre: «... Y TE DI la casa de tu señ or (Saú l), y LAS MUJERES DE TU SEÑ OR en tu seno; ademá s te di la casa de Israel y de Judah; Y, SI ESTO FUERA POCO, TE HABRÍ A AÑ ADIDO MUCHO MAS».
Así, Dios no encontraba falta alguna en que David tuviese varias esposas (poligamia), sino en que tomara una mujer que ya pertenecí a a otro hombre, violando con ello lo ordenado por Dios en las dos tablas de piedra, cuando dijo: «NO CODICIARAS LA MUJER DE TU PRÓ JIMO, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu pró jimo»- É xodo 20: 17.
A esto era a lo que se referí a el profeta Natá n, cuando reprendió a David dicié ndole: «¿ Por que pues tuviste en poco la palabra de י ה ו ה (los diez mandamientos), haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urí as heteo heriste a espada (violando así el mandamiento que dice, " no mataras" ), y tomaste por mujer a su mujer (violando el mandamiento que dice " no adulteraras", y " no codiciaras la mujer de tu pró jimo" ), y a é l lo mataste con la espada de los hijos de Amó n (haciendo que un hombre justo y temeroso de Dios muriera a manos de los hijos del incesto y la inmoralidad, violando así el mandato que dice " no tomaras el nombre ‫ י ה ו ה en vano" )- 2 Samuel 12: 9.
En resumen, la Escritura enseñ a que el hombre debe ser la autoridad del hogar, así como su proveedor. Y que la mujer pertenece a su marido, siendo un instrumento consagrado para el uso exclusivo de este. La mujer que rehú sa someterse al control y el dominio de su marido, debe esperar que este obtenga una mujer adicional, que sepa cumplir mejor su papel de esposa. Por el otro lado, Dios no ha concedido a la mujer ese mismo privilegio.
Es decir, la mujer no puede esperar que su marido se sujete a ella, ni tampoco tiene el derecho a tener un marido adicional, en caso de que su actual marido no cumpla con su deber de proveer el sustento que ella espera. En estos casos, la mujer debe solicitar divorciarse de su esposo.
El siguiente pasaje, es un ejemplo de que la Escritura da por sentado el hecho de que un hombre puede tener dos mujeres; una que es odiada (por ser una mala esposa) y una que es " amada" (por ser mejor esposa que la primera). El pasaje reconoce la poligamia como una realidad existencial, a la misma vez que nos exhorta a evitar que ella nos conduzca a tratar injustamente a nuestros hijos, penalizá ndoles por la mala conducta de su rebelde madre):
«Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada, y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogé nito fuere de la aborrecida; en el dí a en que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogé nito»- Deut. 20: 15-16.
En esa misma linea, la Escritura prohí be que la esposa que ha servido de mujer a un segundo hombre, pueda tener nuevamente intimidad con el primero: «Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribiera carta de divorcio, y se la entregara en su mano, y la despedirá de su casa. Y, salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este ú ltimo, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomo por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, despué s que fue envilecida; porque es abominació n delante de‫ , י ה ו ה y no has de pervertir la tierra que ‫ י ה ו ה tu Dios te da por heredad»- Deut. 25: 5-6

 

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