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Las Tierras, la nueva lucha




Como planeta dinámico que es, la Tierra está expuesta a la acción – generalmente paulatina e imperceptible – de factores que modifican sus características físicas. La erosión de los suelos es resultado de esos procesos y sólo el paso del tiempo revela los estragos que causa. Las aguas, los vientos, las precipitaciones, las heladas, la misma gravitación terrestre son agentes naturales que producen erosión. El hombre, sin embargo, contribuye al daño, quizás con peores resultados por causa de sus irreflexivas acciones. Según un informe reciente, 9 millones de hectáreas de las tierras del mundo se encuentran tan dañadas que han perdido casi toda su función biológica y probablemente jamás recuperen su productividad. Aunque el problema no es exclusivo de ningún país o grupo de países, cerca del 65% de las tierras seriamente erosionadas están en África y Asia.

Las tierras húmedas (pantanos, manglares) se encuentran entre los ecosistemas que más vida generan. De ahí su enorme importancia ecológica y el peligro que supone su desaparición. Contribuyen a esto último la evaporación del agua y el relleno de dichas tierras para emplearlas en proyectos de desarrollo urbano o industrial, o con fines agrícolas. El agua de esas zonas y la de los lagos y lagunas puede llegar a agotarse cuando es extraída en forma sistemática para el consumo animal o humano, para la agricultura o la construcción.

La primera evaluación global efectuada revela que durante la última década, la producción per cápita de alimentos ha declinado en unos ochenta países en vías de desarrollo. La degradación de los suelos ha contribuido a esta situación y puede todavía seguir agravándose, con el consiguiente perjuicio para una creciente población mundial que, según estimados, se duplicará para mediados del próximo siglo. Desafortunadamente, aunque el aumento en el uso de fertilizantes químicos puede mitigar la productividad perdida, no detiene ni mejora la degradación; por el contrario, el exceso suele causar daños ecológicos.

A menudo, una parte de estos fertilizantes alcanza el subsuelo, las aguas subterráneas y, por último, los ríos, lagos y costas. Lo mismo sucede con las sustancias empleadas para combatir las plagas agrícolas. Tales productos llegan a afectar más a los animales, plantas y hombres que a las mismas plagas, que muchas veces crean sistemas de defensa contra los plaguicidas.

Además de las amenazas ya mencionadas la humanidad tiene que esforzarse para frenar la desertificación en el planeta, así como sus devastadores costes medioambientales, sociales y económicos.

La desertificación es definida como el proceso de degradación de las tierras en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, donde las tierras son sumamente vulnerables, la vegetación es escasa y el clima es particularmente hostil. Cuando la población humana diezma o destruye la vegetación natural, el suelo se vuelve más susceptible a la erosión producida por el viento. Si esto ocurre en lugares que reciben poca lluvia, el resultado es la formación de desiertos. Sin embargo, estas áreas están habitadas por una quinta parte de la población mundial. Y en muchas regiones, el crecimiento demográfico obliga a cultivar los terrenos semiáridos demasiado intensamente; por otra parte, el excesivo pastoreo acaba con la vegetación naciente. La desertificación, a su vez, crea más desertificación.

La desertificación tiene su origen principalmente en las variaciones climáticas y las actividades humanas, pero muchas otras causas pueden interactuar para crear las condiciones que conducen a la desertificación. Entre esas causas se encuentran el desplazamiento de refugiados, los movimientos de tropas y equipos pesados, gases tóxicos durante los períodos de conflicto o guerra, la inapropiada utilización del suelo o gestión medioambiental, los factores socioeconómicos y políticos específicos...

Cada año desaparecen 24.000 millones de toneladas de tierra fértil. La degradación de la tierra conlleva hambre y pobreza.

Desgraciadamente, la erosión y la desertificación no son las únicas armas que el hombre utiliza para su propia destrucción y la de la naturaleza.

En la actualidad ha desaparecido el 85% de los bosques de África, el 70% de los de Asia y el 50% de los de Latinoamérica. La deforestación ocurre por efecto de la lluvia ácida, de las prácticas agrícolas erróneas y de la tala, muchas veces realizada en nombre del desarrollo y del progreso. Cada año son cortados entre 11 millones y 15 millones de Ha (hectáreas) de bosques en el mundo. Casos notorios son los de Brasil, donde se destruye la selva para extender las vías de comunicación, o para habilitar terrenos para la agricultura, y Malasia, principal exportador de madera tropical.

Y los culpables son muchas veces aquéllos entre cuyas manos se encuentran las grandes compañías que se benefician con la sobreexplotación de los recursos naturales. De tal manera el hombre destruye ecosistemas complejos del reino animal y vegetal.

Los ecologistas lanzan gritos de alarma. En menos de 50 años, el bosque amazónico no existirá más y con él desaparecerá el pulmón del planeta, la reserva de árboles capaz de absorber el gas carbónico o dioxido de carbono (CO 2) que emiten fábricas y automóviles del llamado mundo civilizado.

La alarma ha tocado algunos corazones (y algunos bolsillos, con las tecnologías ecológicas alternativas). Ciertas ricas fundaciones del mundo desarrollado han imaginado asumir una parte de la deuda externa de los países en desarrollo a cambio de la creación de reservas. Costa Rica, Colombia y Ecuador han aceptado el trueque.

Para la mayor parte de los expertos economía y ecología resultan actualmente indisociables. La salvaguarda de los bosques tropicales pasa por la negociación de la deuda y, al menos, la claridad en el juego es ya un progreso.

 

2. Nombre las palabras de la misma raíz y determine la parte de la oración.

Acusar, refugiado, contribuir, arma, daño, fértil, erosión, notorio, obligar, defensa, evaluación, tala.

 

3. Busque en el texto sinónimos a las palabras y expresiones dadas.

El daño, gradual, echar, descubrir, secarse, vulnerable, capas profundas, reducir, adaptar, aniquilar, el cambio, la defensa, destructivo, desmesurado, acabarse.

 

4. Busque en el texto antónimos a las palabras y expresiones dadas.

Visible, bien pensado, estático, el restablecimiento, la ineficiencia, exterminar, rellenar, la mejoría, escasez, la forestación, exacto, sufrir pérdidas, tranquilizar, responsabilizar a alguien.

 

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