«Como entonces hubiese paz por doquier..»
Por lo demбs, el gran crimen del soberano cristiano, celebrado por la Iglesia como «apуstol del pueblo sajуn», marrу por completo su objetivo, al menos por el momento. No desapareciу, en efecto, la resistencia de «los mбs paganos» contra el cristianismo y la soberanнa franca, sino que mбs bien se enardeciу. De nuevo estallу la rebeliуn en todo el paнs. De nuevo compareciу Widukind al frente arrastrando tambiйn a los fri-sones en su levantamiento. Y de nuevo todos ofrecieron sacrificios a los dioses entre el Lawers y el Fli. Se persiguiу, rechazу y eliminу todo lo que era franco y cristiano. Carlos corriу hacia Sajonia, abandonando la tumba todavнa reciente de su joven y segunda esposa, la bienaventurada Hildegard, muerta el 30 de abril del 783 en Diedenhofen. Su desapariciуn debiу de afectarle sin duda, a diferencia de la muerte de los 4. 500 sajones. (Aun asн aquel mismo aсo le dio una sucesora, que una vez mбs era casi una niсa. ) Y por Sajonia avanzу de nuevo con mucho derramamiento de sangre y «con la ayuda de Dios». «Con la ayuda de Dios quedaron vencedores los francos, cayendo allн un nъmero muy grande de sajones, de modo que sуlo unos pocos se salvaron con la huida. Y desde allн llegу victorioso a Paderborn el gloriosнsimo rey. Y allн reuniу su ejйrcito. Y continuу su marcha hasta el Haase, cuando los sajones volvieron a unirse. Allн se dio otra batalla cayendo no pocos sajones y quedando vencedores los francos con la ayuda de Dios. » Esos Anales reales, que acabamos de citar, correspondientes al aсo 783, se refieren a las dos ъnicas grandes batallas campales de toda la guerra, cerca de la actual Detmold y sobre el Haase, en el mismo corazуn de la fortaleza del Weser. Sуlo «unos pocos de la enorme multitud pudieron escapar», comentan los cronistas acerca de la derrota sajona en Detmold, siendo «muchos miles» los caнdos. Y segъn otra fuente antigua, tambiйn en el Haase una «innumerable multitud de sajones» cubriу el campo de batalla, «de nuevo muchos millares mбs que antes». De nuevo venciу Carlos «con el auxilio divino», regresу entre los francos y «celebrу la Navidad... ». Y entretanto tambiйn muchos millares fueron reducidos a esclavitud. Al aсo siguiente (784) el monarca asolу Sajonia, y especialmente Os-trofalia, mientras que su hijo siguiendo ya escrupulosamente sus huellas devastу Westfalia, y tambiйn йl con la ayuda de Dios, ya se entiende. «Con la ayuda de Dios quedу vencedor Carlos, el hijo del gran rey Carlos, con los francos, despuйs de que hubieran muerto muchos sajones. Por designio divino regresу incуlume hasta su padre en la ciudad de Worms. » El invierno del 784-785 lo pasу Carlos con la jovencнsima Fastrada, que habнa desposado el aсo anterior, con sus hijos e hijas en el Eres-burg. Y sуlo entonces se derrumbу la resistencia de los sajones poco a poco. Y mientras celebraba la resurrecciуn del Seсor, de nuevo enviу a una soldadesca y йl personalmente emprendiу «una campaсa» de devastaciуn, saqueo y limpieza de caminos, incendiando bosques enteros, destruyendo cosechas, cegando fuentes, asesinando campesinos, tomando fortalezas y pueblos fortificados... «pues para su obra el orden es condiciуn esencial» (Daniel-Rops). 22
En el 785 pareciу casi extinguida la capacidad de resistencia del pueblo sajуn tan duramente castigado, pareciу someterse por fin «al yugo suave y ligero de Cristo», como desde hacнa largo tiempo habнa deseado el biуgrafo del abad Sturmi, aquel fanбtico misionero de los sajones, que predicaba la lucha contra los paganos y reclamaba la destrucciуn de los templos de sus dioses y la tala de sus antiguos bosques sagrados para levantar sobre los mismos iglesias. Widukind, que todavнa invicto se habнa retirado al norte de Albingia, tras unas negociaciones con plenipotenciarios de Carlos hacia las Navidades del 785 acudiу al palacio de Attigny en el Aisne, se hizo bautizar, fue obsequiado esplйndidamente por el rey que actuу de padrino y desapareciу para el resto de sus dнas en sus posesiones, quedando fuera de la historia. En cambio sus reliquias se conservaron en iglesias levantadas por йl segъn las leyendas y su bisnieto Wichert fue ya promovido a obispo de Verden (muriу el 908). Carlos habнa comunicado su victoria al papa, quien le habнa enviado sus felicitaciones y a finales de junio del 786 ordenу un triduo de acciуn de gracias a toda la cristiandad de Occidente, hasta mбs allб de los mares, doquiera hubiese cristianos. 23 Por lo demбs, la guerra continuу. Aquel mismo aсo enviу Carlos un ejйrcito a Bretaсa con el fin de someter a los bretones convertidos en pecheros y que, comprensiblemente, no se resignaron a ser explotados. Y asн, ya desde Pipino III y durante los reinados de Carlos y de Luis el Piadoso, fueron necesarias repetidas incursiones militares, a las que renovadamente seguнan nuevas sublevaciones. Y todavнa en el 786 hubo que aplastar en Turingia «una gran conjura» (Einhard), cuyo cabecilla fue un cierto conde Har-drard, y en la que el noble Carlos actuу con energнa, a instancias segъn parece de su tercera esposa Fastrada, una mujer brutal, haciendo matar, desterrar y -un castigo raro en el reino franco- cegar. 24 «Como entonces hubiese paz por doquier -informan los Anales reales sobre dicho aсo-, Carlos decidiу marchar a Roma para adueсarse de aquella parte de Italia, que ahora se llama Benevento, pues considerу conveniente someterse el resto del remo..., cuya mayor parte de la Lom-bardнa tenнa ya en su poder». Y es que «el Grande» no soportaba vivir sin guerra. їY es que acaso habrнa sido «el Grande» sin sus guerras?
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