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25 razones por las cuales los creyentes Hebreos confían más en Moshe ravenu (Moisés nuestro maestro, paz y bendición sean siempre sobre él), que lo que los creyentes Nazarenos (Cristianos) confían en Yeshua (Jesus




25 razones por las cuales los creyentes Hebreos confí an má s en Moshe ravenu (Moisé s nuestro maestro, paz y bendició n sean siempre sobre é l), que lo que los creyentes Nazarenos (Cristianos) confí an en Yeshua (Jesus de Nazaret, paz y bendició n sean con é l)

Tanto Yeshua (paz sea con é l), como la fe Nazarena (es decir, la noble religió n Cristiana), son caminos perfectamente vá lidos para que el hombre [o la mujer] que no conocen la Torah (es decir, la Ley Divina), puedan acercarse al Padre Celestial (el Creador). Pero, para el hombre y la mujer que conocen los pormenores de la revelació n Mosaica, el abrazar ciegamente los postulados de la ilustre fe Nazarena, es cometer un tipo de “suicidio intelectual”. Es que, como se muestra a continuació n, la Torah no deja duda alguna respecto a la superioridad moral, intelectual, y espiritual de Moshe, de su profecí a, y de lo que le fue revelado por el Padre Eterno, sobre las dos tablas de Piedra.

1) A pesar de ser un anciano de 80 añ os, Moshe ayunó durante 40 dí as; y, esto lo hizo Moshe, en dos ocasiones distintas (segú n É xodo 24: 18, y É xodo 34: 28); mientras que, a pesar de ser tan solo un joven de 30 añ os, Yeshua solo pudo ayunar durante 40 dí as en tan solo una ocasió n [es decir, durante su tentació n en el desierto, segú n Mateo 4: 1-2].
2) A los ochenta añ os de edad, Moshe no solamente habí a tolerado ya el desierto durante 40 añ os [pastoreando las ovejas de su suegro Jetro], sino que luego toleró el desierto durante 40 añ os adicionales [conduciendo a Israel hacia la Tierra prometida]; Pero, con respecto al Nazareno, a pesar de que solo tení a 30 añ os de edad, este ú ltimo no pudo tolerar el desierto durante mas de 40 dí as (de nuevo, durante su tentació n en el desierto).
3) Cada vez que Moshe hablaba con Dios, Israel veí a brillar su rostro con la gloria Divina (É xodo 34: 34-35); mientras que, el rostro de Yeshua, brilló en una sola ocasió n (en el monte de la transfiguració n), y solo fue visto por un puñ ado de discí pulos, segú n Mateo 17: 1-2
4) Moshe logró “contender” exitosamente durante 40 añ os contra el liderato Hebreo de su é poca [así contra toda la nació n de Israel]; mientras que Yeshua no pudo contender exitosamente siquiera durante los cortos 3 añ os y medio que duró su ministerio [de hecho, ni siquiera pudo contender contra toda la nació n, pues la mayorí a de los Israelitas de su é poca se hallaban exiliados fuera de Palestina].
5) Moshe proveyó pan del Cielo para toda la nació n de Israel; y esto lo hizo durante 40 añ os consecutivos; mientras que, Yeshua, solo pudo alimentar a sus seguidores mas cercanos (por medio de la multiplicació n de los panes y los peces); y, esto ú ltimo, solo pudo hacerlo en un puñ ado de ocasiones (Mateo 15: 34-38, & Marcos 8: 4-9, Juan 6: 5-13)
6) Moshe logró liberar a Israel de la opresió n Egipcia; mientras que Yeshua no pudo liberar a Israel de la opresió n Romana
7) Moshe proveyó salud [fí sica] para toda la nació n de Israel (Salmo 105: 36-37); mientras que Yeshua solo proveyó salud fí sica para aquellos seguidores por los cuales pudo orar; y que, en adició n, poseí an la suficiente fe como para que se efectuase en ellos el milagro (Mateo 9: 28-29)
8) Moshe golpeó la Roca, efectuando el milagro que harí a que, esta ú ltima, manase el agua que saciarí a la sed de Israel (É xodo 17: 5-6, & Nú meros 20: 7-11). Y Moshe hizo esto durante los 40 añ os que duró la peregrinació n en el desierto. Pero, Yeshua, no pudo sacar literalmente agua de ninguna roca, sino que se limitó a prometer [a aquellos que creyesen en é l] que beberí an del equivalente espiritual de aquella agua que Moshe habí a sacado de la Roca (Juan 7: 37-38).
9) Moshe confirió a Israel una Ley justa, precisa, y Divina, por medio de la cual Israel podrí a regirse a si mismo, así como servir de ejemplo al resto de las naciones de la Tierra (Deut. 4: 5-6). Pero Yeshua no dejó ninguna Ley precisa, que pudiese en efecto sustituir a la Ley Divina. Y, el efecto de todo esto, fue que los seguidores de Yeshua no tení an otra opció n sino recurrir a la Ley pagana (o ley Romana), cada vez que tení an necesidad de resolver alguna disputa legal (1 Corintios 6: 1-7).
10) Durante los 120 añ os que duró su vida, Moshe gozó de perfecta salud, pues nunca perdió su vista, ni su vigor (Deut. 34: 7); mientras que la [posiblemente] perfecta salud de Yeshua, no pudo haber durado mas de 33 añ os (es decir, el largo total de su vida).
11) Moshe logró que, tanto su propia persona, como todo el pueblo de Israel, pudiesen conquistar el Mar Rojo (cruzá ndolo a pie, segú n É xodo 14: 15-16 & 14: 29); mientras que, Yeshua, solo pudo conquistar un pequeñ o lago (es decir, el “mar” de Galilea). Y Yeshua no pudo hacer que nadie má s lograse vencer al lago (pues Pedro fue la ú nica otra persona que intentó caminar sobre el agua, pero terminó hundié ndose, segú n Mateo 14: 25-30).
12) Moshe derrotó a todos sus enemigos (Faraó n, Coré, Balaam, Og, los Amalecitas, los diez espí as, etc); mientras que Yeshua fue derrotado por todos sus enemigos [Judas, los Romanos, los Fariseos, los Saduceos, etc].
13) Yeshua hizo un reclamo alegó rico, afirmando que era “la vid”; y que sus seguidores eran “las ramas”, que no podrí an dar frutos mientras estuviesen separadas de é l (Juan 15: 5). Pero Moshe no hizo ese mismo reclamo alegó rico, sino que lo efectuó en la realidad. ¿ Cuando? Pues cuando se convirtió a si mismo en “la vid” que harí a que “la rama de Aaró n” [es decir, la vara de Aaró n] reverdeciera [dando frutos], segú n Nú meros 17: 7-8.
14) Dios habló personalmente a Moshe, y a ningú n Israelita le quedó la menor duda de ello (É xodo 33: 8-11). Pero, cuando Dios habló [alegadamente] con Yeshua, fue algo tan incierto y confuso que, aquellos que lo oyeron, no estuvieron seguros de si habí a sido la voz de Dios, o si simplemente habí an escuchado un trueno (Juan 12: 28-29).
15) Moshe escribió personalmente sus enseñ anzas y profecí as, de suerte que sus seguidores pudié semos conocerlas con claridad y certeza (Deuteronomio 31: 24-26); en cambio, Yeshua no escribió personalmente nada, de suerte que sus seguidores no pueden objetivamente contar con certeza alguna de que Yeshua haya dicho, hecho, o enseñ ado, las cosas que le atribuyen los evangelios (Lucas 1: 1-3).
16) La Torah de Moshe, nunca cita el testimonio de ningú n demonio (o de algú n espí ritu impuro) como testigo de la veracidad de su inspiració n Divina, o de la pureza de sus enseñ anzas. En cambio, el “Brit Hadasha” [el “Nuevo Pacto”, o “Nuevo testamento”] cita tanto a los demonios, como a los espí ritus inmundos, dando testimonio de Yeshua, y proclamá ndolo como el hijo de Dios (Marcos 3: 11, Lucas 4: 41, y Hechos 16: 16-17).
17) La Torah [es decir, la Escritura Hebrea] nunca cita a Moshe exaltá ndose a si mismo, ni demandando ser honrado [ni mucho menos adorado] por nadie. Y, esto ú ltimo, a pesar de que el Creador le habí a hecho Dios para Faraó n, segú n É xodo 7: 1. Y, con esa humilde aptitud, Moshe cumplió el mandato Divino que prohibí a que ningú n hombre se alabase a si mismo. Como esta escrito: “Alabete el extrañ o, y no tu propia boca; el [labio] ajeno, y no los labios tuyos”- Proverbios 27: 2. En cambio, los evangelios describen a Yeshua exaltá ndose a si mismo, reclamando ser “uno con El Padre”, así como “el Camino, la Verdad, y la Vida” (Juan 14: 6). Y, exaltá ndose a si mismo, Yeshua mostró altivez, despreciando de ese modo la Escritura que dice: “Por que י ה ו ה (Adonai Yah) es excelso, y atiende al humilde. Mas al Altivo mira de lejos”- Salmo 138: 6
18) El “Brit Hadasha” atribuye al Nazareno el haber resucitado a un difunto (Lucas 7: 11-16); y tambié n le atribuye el haber devuelto la vista a un hombre que habí a nacido ciego (Marcos 8: 22-26). Pero, con respecto a Moshe, la Torah dice que este ú ltimo dio vida a una vara de madera [convirtiendo así a una muerta vara, en una viva serpiente], dá ndole de ese modo vista a algo que no solamente habí a nacido ciego [es decir, a un arbusto], sino que no tení a posibilidad alguna de ver (É xodo 7: 8-12).
19) En tan solo 40 añ os, Moshe fue capaz de cumplir la promesa de llevar a los Israelitas a la Tierra Prometida (Deuteronomio 1: 8). Pero, con respecto al Nazareno, 2, 000 añ os no han sido suficientes para que Yeshua logre cumplir la mucho mas sencilla promesa que hizo a sus seguidores. ¿ Cual promesa? Pues la promesa de “volver otra vez”. Como esta escrito, «El que da testimonio de estas cosas dice: “ciertamente vengo en breve”. Amen, si ven Señ or Jesú s» (Apocalipsis 22: 20).
20) Los evangelios reclaman que Yeshua conquistó la muerte (Mateo 28: 5-7), ¡ pero ninguno de sus seguidores estuvo frente a la tumba, en el momento preciso de la resurrecció n, a fin de servir como testigo presencial de que Yeshua haya en efecto conquistado la muerte. Por otro lado, aunque la Escritura dice que Moshe “murió ” [si su muerte fue literal, o solamente alegó rica, esta sujeto a discusió n], ninguno de sus seguidores estuvo a su lado, en el momento mismo en que Moshe fue alegadamente vencido por la muerte (Deut. 34: 5-6).
21) En cuanto a Moshe, el Padre Celestial le constituyó Dios, como esta escrito: “He aquí yo te he constituido Dios para Faraó n, y tu hermano Aaró n será tu profeta” (É xodo 7: 1). Y tambié n dice en otro lugar: “El [Aaró n] será tu profeta, y tu [Moisé s] será s Dios para é l” (É xodo 4: 16). Pero, en cuanto a Yeshua, como el Padre Celestial no le constituyó Dios, pues no tuvo otro remedio que constituirse Dios por si mismo; como esta escrito- “Yo y el Padre, Uno somos” (Juan 10: 30). Y como tambié n dice en otro lugar: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre” (Juan 14: 9).
22) Moshe no necesitaba la fe de los Israelitas, a fin de poder obrar milagros y prodigios. En cambio, Yeshua necesitaba la fe de los Israelitas, pues sin ella le era imposible realizar milagros y prodigios. Como esta escrito: «Y no pudo hacer allí ningú n milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos» (Marcos 6: 5-6).
23) Yeshua tuvo que esperar hasta despué s de su muerte, antes de que el espí ritu que estaba dentro de su persona, fuese conferido a sus seguidores; como esta escrito-: «Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: “Recibid el Espí ritu Santo”»- Juan 20: 22. En cambio, Moshe no tuvo que esperar hasta despué s de su muerte, antes de que el espí ritu que estaba dentro de su persona, fuese conferido a sus seguidores; Como esta escrito- “Y salió Moisé s, y dijo al pueblo las palabras de Adonai Yah; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del taberná culo. Entonces Adonai Yah descendió en la nube, y le habló; y tomó del Espí ritu que estaba en é l, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el Espí ritu, profetizaron, y no cesaron”- Nú meros 11: 24-25.
24) Mientras estuvo en este Mundo, Moshe nunca reclamó ser el ú nico y exclusivo camino para llegar a Dios; pero, antes de partir, Moshe se aseguró de llevar a los Israelitas ante Dios, de modo que todos ellos pudieron ver su gloria, oí r personalmente sus palabras, y hasta participar de “la cena celestial”; como esta escrito- “Y Moisé s sacó del campamento al Pueblo, para recibir [personalmente] a Dios; y se detuvieron al pie del monte”- É xodo 19: 17; «Y la apariencia de la gloria de י ה ו ה era como un fuego abrasador, en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel»- É xodo 24; 17; «Y habló י ה ו ה con vosotros de en medio del fuego; oí steis la voz de sus palabras»- Deut. 4: 12; «Y י ה ו ה dijo a Moisé s: Así dirá s a los hijos de Israel: vosotros habé is visto que he hablado desde el Cielo con vosotros»- É xodo 20: 22; «Y subieron Moisé s y Aaró n, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel … mas no extendió su mano sobre los prí ncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron» (É xodo 24: 9-11). Yeshua reclamó en cambio ser el camino a Dios; pero, a diferencia de Moshe, no pudo hacer que toda la nació n de Israel lograse ver ni oí r [literalmente] al Creador [y mucho menos que comiese delante de su presencia].
25) Yeshua trató infructuosamente de convencer a los Israelitas de que nadie [fuera de é l] estaba mejor capacitado para el puesto de “intermediario” [o “vocero”] entre ellos, y su Padre Celestial; como esta escrito- “Nadie viene al Padre, sino por mí ”- Juan 14: 6. Pero, con respecto a Moshe, este ú ltimo ni siquiera tuvo que intentar convencer a Israel, pues el Pueblo vino a rogarle que tomase ese puesto. ¿ Y por que? Pues porque, el testimonio de Moshe, era aplastante; porque las obras de Moshe eran demasiado contundentes, como para que el Pueblo pudiese darse el lujo de titubear siquiera un momento, pensando que quizá s habrí a algú n otro mejor intermediario entre ellos y el Padre Celestial.

¿ Que significa todo lo que hasta aquí hemos expuesto? Pues significa que, si el Evangelio es verdadero, y es a su vez un fiel recuento de las enseñ anzas del Galileo, entonces los seguidores de Jesú s tienen el deber de convertirse a la fe Hebrea, de modo que puedan hacerse formalmente parte de la casa de Israel. ¿ Por que? Pues porque Jesú s no solamente ordenó a sus discí pulos sujetarse a lo ordenado por los que “se sentaban en la silla de Moisé s” (los lí deres Israelitas), sino que es tambié n citado dando testimonio de que “no habí a sido enviado sino a la casa de Israel”. Como está escrito: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15: 24).
¿ Es usted parte de la casa de Israel [en la forma aludida por Jesú s]? ¿ No? ¡ Pues entonces tiene que convertirse a la fe Hebrea! ¿ Que ofrece esta tradició n religiosa que otras tantas tradiciones no puedan ofrecer? ¡ Pues las enseñ anzas de Moisé s, el mayor de todos los profetas!
Quizá s usted aú n dude, y crea que Jesú s es en efecto el mayor de todos los profetas. Pero, ¿ no hemos demostrado ya lo contrario? ¿ será acaso su duda el producto de pensar que Jesú s fue el ú nico profeta que ha logrado conquistar la muerte? ¿ Que harí a usted si descubriese que Moisé s conquistó la muerte mucho antes que el Nazareno? ¿ No probarí a esto que las enseñ anzas de Moisé s cuentan con mayor aprobació n Divina que las del Nazareno?
De nuevo, si los evangelios son ciertos y confiables, entonces Moisé s está aú n con vida, y conquistó por ende la muerte 1, 500 añ os que lo que lo hizo el Nazareno. ¿ Como lo sabemos? Pues porque el Evangelio cita a Jesú s haciendo la siguiente afirmació n: “Aú n así, debo continuar mi camino hoy, y mañ ana, y el pró ximo dí a, PUES NO ES POSIBLE QUE UN PROFETA MUERA FUERA DE JERUSALÉ N” - Lucas 13: 33.
Pero, ¿ No era Moisé s profeta? (Deut. 34: 10). ¿ No dice claramente la Escritura que Moisé s murió fuera de Jerusalé n, en la tierra de Moab (Deut. 34: 5)? ¿ Como podrí an ser ciertas las palabras de Jesú s, sin implicar con ello que el Galileo creyese que Moisé s no habí a muerto, sino que permanecí a aú n con vida (conquistando de este modo la muerte)?
Así, el Evangelio intima que, la muerte de Moisé s [tal y como se describe en Deut. 34: 5], fue solamente alegó rica, pues Moisé s en efecto conquistó la muerte [es decir, que Moisé s “murió ” solamente a su generació n].
De paso, esto serí a consistente con el hecho de que Lucas 9: 30-31 indica que Moisé s apareció [vivo] a Jesú s, a fin de aconsejarle acerca de “su partida”, que habrí a de acontecer en Jerusalé n. Así, el relato evangé lico, obliga a hacernos la siguiente pregunta: ¿ Quien necesita el consejo de quien? ¿ El menor del mayor? ¿ O el mayor del menor? ¿ Necesitaba acaso el vivo y mayor profeta [Jesú s] del consejo del menor [y muerto] profeta Moisé s? ¿ No dice la Escritura que, si los vivos consultan con los muertos, es porque no les ha amanecido? (Isaí as 8: 18-20) De este modo, concluimos que, de ser cierto el Evangelio, el seguidor de Jesú s (paz sea con é l) debe abrazar la fe Hebrea, y seguir lo ordenado a Moisé s [paz sea con é l], pues este ú ltimo no solamente realizó milagros mucho mayores que los del Nazareno, sino que conquistó la muerte muchos antes que é l [siendo así en todo aspecto superior al Galileo]. Por otro lado, si el relato Evangé lico es falso [y Moisé s en efecto murió fuera de Jerusalé n], entonces el " Nuevo Testamento" en realidad no es palabra de Dios. Pero, si no es palabra de Dios, ¿ Que es? Pues, en el mejor de los casos, es un comentario acerca de la historia y la Teologí a de la noble fe Cristiana. Y, este comentario, es de origen puramente humano, si bien está salpicado aquí y allá con la palabra de Dios que a menudo cita directamente de las Escrituras Hebreas.
En el peor de los casos, el relato Evangé lico no es sino una ensalada de arrogantes pretensiones, así como vanos reclamos (“wishful thinking”). Y, estos ú ltimos, han adquirido vida propia en base a la fuerza que sus emocionantes relatos ejercen sobre aquellos cuyo pobre conocimiento de la Escrituras hace de sus emociones [y no de su intelecto] el norte que guí e sus vidas. En conclusió n, el creyente Hebreo no niega la porció n de verdad que podrí a estar contenida en los escritos sagrados de las otras tradiciones religiosas. Solo que este creyente pone su final confianza en la autoridad de las palabras del maestro Moisé s (que Yah continú e exaltá ndolo hasta el final de los siglos por sobre todo otro profeta).

 

We have lost our understanding that it is right and proper to hate hateful things. We need a kind of rehab for our natural instincts of righteous indignation. It is about ordering our affections. Loving the things that God loves. Hating things that are wrong. We are told that any kind of hate is intrinsically unacceptable. It has been decided that none of us can hate anything. Yet these people are utterly lacking in mercy. They have no space for forgiveness. Cancel culture is all about demonstrating that there is no forgiveness, let alone tolerance in their souls. Cancel culture is nothing if not atheist cultural Marxism”.

 

¿ Que creemos?

1) Creemos que hay un solo libro que posee absoluta e incontaminada inspiració n Divina: el libro de Dios, que י ה ו ה (el Creador y Juez del Universo) escribió con “su propio dedo”, sobre las dos tablas de piedra (los Diez Mandamientos).
2) Creemos que, a fin de aclarar la correcta interpretació n (e implementació n) de sus diez mandamientos, el Creador inspiro al profeta Moisé s (con la posible ayuda del profeta Josué ), quien escribió la profecí a contenida en sus cinco libros: Gé nesis, É xodo, Leví tico, Nú meros, y Deuteronomio (la Ley De Dios, o " Torah" ).
3) La profecí a de Moisé s (la Torah), no fue escrita sobre piedra, sino sobre rollos de papiro (o sobre pieles de ovejas).
4) Si el libro de Dios (los diez mandamientos) fue escrito sobre piedra, mientras que la profecí a de Moisé s fue escrita sobre papiro (o sobre pieles de ovejas), fue solo para enseñ arnos que, así como la piedra tiene mucho mayor peso que el papiro (o que las pieles); de ese mismo modo, creer en (obedecer) los diez mandamientos, tiene mucho mayor peso que creer en cualquier profecí a (la futura restauració n de Israel, la futura reconstrucció n del templo, la futura manifestació n del Mesí as, etc)
5) A consecuencia de lo anterior, creemos que la obediencia a los diez mandamientos, hace que el hombre entre en el pacto de su Creador; que obtenga el favor Divino, y que se convierta en parte del pueblo santo (apartado del mal) prefigurado por la nació n Hebrea. Como esta escrito: «Y É l os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra» (Deut. 4: 13)
6) Por tanto, creemos que, el libro escrito por Dios (los diez mandamientos), así como los cinco libros de Moisé s (que contienen su profecí a), son la totalidad de la revelació n Divina que el creyente necesita. Cualquier otro libro, no puede ser considerado sino comentario explicativo; pues, añ adirlo al anterior canon, equivaldrí a a robarle a Dios una porció n del terreno espiritual que, en el corazó n (alma) del creyente, demarcan sus diez mandamientos. Es decir, utilizar alguna otra cosa (la restauració n de Israel, la reconstrucció n del templo, la venida del Mesí as, etc) para disminuir (dividir o diluir) el celo que, por guardar los mandamientos del pacto, debe caracterizar al verdadero creyente. Como esta escrito: «No añ adiré is a la palabra que yo os mando, ni disminuiré is de ella, para que guardé is (sin la innecesaria distracció n que surgirí a de añ adir libros adicionales) los mandamientos de Yah vuestro Dios, que yo os ordeno» (Deut. 4: 2).

 

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