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Si no se arrepiente, y vuelve a la senda antigua [es decir, al camino de la Ley De Dios], la Nación de Israel será pronto destruida




Si no se arrepiente, y vuelve a la senda antigua [es decir, al camino de la Ley De Dios], la Nació n de Israel será pronto destruida

Con respecto al futuro de la nació n de Israel, así como de las paradas de orgullo homosexual que anualmente se celebran en lo que antiguamente solí a ser la Santa Ciudad de Jerusalé n, la Escritura Hebrea advierte lo siguiente:
“¿ Por qué te jactas [celebrando paradas] de maldad, oh poderoso? … Agravios maquina tu lengua; Como navaja afilada hace engañ o [manipulando los medios masivos de informació n]. Amaste el mal [el ateí smo y la Sodomí a] má s que el bien; la mentira [de la ideologí a de Genero], má s que la verdad… Por tanto, Dios te destruirá para siempre [entregá ndote en manos de las naciones enemigas]; Te asolará y te arrancará de tu morada [la Tierra De Israel], Y te desarraigará de la tierra de los vivientes”- Salmo 52: 1-5. Biblia Reina Valera 1960

 

Our planet has been created so that while some humans get up [in the morning], another set of humans [living in the opposite side of the planet] get down [to sleep at night]; as if to imply that God's will is for those in the light to get up, while those in darkness get down. In other words, that once they have been enveloped by “darkness” (the " darkness" of immorality), all human powers must come to an end”

 

 

Life isn't black or white

Life isn't black or white. Since there's some goodness and some evil in all things, we should never totally accept [or reject] anything. Rather, we should take all that is good, holy, honest, and humble, while discarding what is evil; then we just keep moving forward in our quest for Divine truth

 

 

 

¿ Que hay de malo con seguir la teologí a esbozada por la noble fe Cristiana?

La noble tradició n Cristiana postula que, a diferencia de lo que a diario corroboran nuestros sentidos, por medio de la Ley de siembra y cosecha (es decir, que el hombre recoge el mismo fruto que ha sembrado), cuando de la justificació n del alma se trata, el bien o el mal que podamos haber sembrado es totalmente irrelevante; pues el Creador no justifica (no declara limpio de pecados) a nadie que no guarde perfectamente la Ley (es decir, que no posea absoluta perfecció n é tica y moral). Y, segú n el Cristianismo, esa perfecció n solo puede ser alcanzada creyendo en Jesú s (la paz y la bendició n de י ה ו ה sean con el).
En otras palabras, cuando un hombre cree en el sacrificio expiatorio de Jesú s (p. s. c. e. ), la justicia de la vida perfecta que (alegadamente) vivió el Nazareno, le es imputada a este individuo, de suerte que Dios ahora le ve como moralmente perfecto. Para justificar esta idea, el Cristianismo cita un pasaje de la Ley, donde se intima que Abraham fue justificado con tan solo creer en la promesa hecha por Dios: " Y creyó a י ה ו ה, y le fue contado por justicia" - Gen. 15: 6.
¿ Valida la Escritura Hebrea esta interpretació n? ¿ Que problema hay con la anterior teologí a? El problema es que, aunque a primera vista aparenta ser una idea seductora y atractiva, cuando se analiza en detalle, se encuentra que es una forma sutil de hechicerí a (es decir, la noció n de que, diciendo estas o aquellas otras palabras; o creyendo en este o aquel otro conjuro, lograremos obtener lo que anhelamos). Esta teologí a es falsa y abominable, pues niega el fundamento mismo de la Revelació n dada por Dios a Israel, cuando ordeno diciendo: " Por tanto, GUARDARÉ IS MIS ESTATUTOS Y MIS ORDENANZAS; LOS CUALES, HACIENDO EL HOMBRE, VIVIRÁ. Yo י ה ו ה "
Es decir, la Ley prometí a vida y bendició n para todo el que obedeciese los (diez) mandamientos; pero muerte y destrucció n, para quienes rehusasen obedecerlos: " CUIDATE DE NO OLVIDARTE DE י ה ו ה TU DIOS, PARA CUMPLIR SUS MANDAMIENTOS, sus decretos, y sus estatutos que yo te ordeno hoy... MAS SI LLEGARES A OLVIDARTE DE י ה ו ה TU DIOS, Y ANDUVIERES EN POS DE DIOSES AJENOS, Y LES SIRVIERES, Y A ELLOS TE INCLINARES, YO LO AFIRMO HOY CONTRA VOSOTROS, QUE DE CIERTO PERECERÉ IS. Como las naciones que י ה ו ה destruirá delante de vosotros, así pereceré is, por cuanto no habré is atendido a la voz de י ה ו ה vuestro Dios" - Deut. 8: 11, 19& 20.
¡ Aú n mas! La teologí a Cristiana no solamente viola lo enseñ ado por Dios al pueblo de Israel, sino que viola tambié n lo que (segú n los evangelios) enseñ o Jesú s a sus discí pulos. Es que, nadie puede ser “perfecto”, si ni siquiera puede ser “bueno”; y Jesú s dejo meridianamente claro que, el adjetivo de “bueno”, era uno que no le correspondí a. El pasaje dice así: " Jesú s le dijo: ¿ Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino só lo Dios" - Lucas 18: 19.
De hecho, si como alega el Cristianismo, Jesú s (p. s. c. e. ) fue el ú nico hombre capaz de obedecer perfectamente la Ley, podrí amos en justicia afirmar que, entre los nacidos de mujer, no hay otro mayor que Jesú s; Pero esto solo serí a “wishful thinking” (pensar que nuestra falsa ilusió n corresponde a la realidad de los hecho), pues Jesú s mismo es citado afirmando lo contrario: “De cierto os digo: ENTRE LOS QUE NACEN DE MUJER NO SE HA LEVANTADO OTRO MAYOR QUE JUAN EL BAUTISTA... ”-Mateo 11: 11. Así, el Evangelio muestra que, no solo estaba Jesú s descalificado para la perfecció n, sino que (al menos en té rminos morales) aú n Juan el Bautista era mayor que el.
¿ Podemos corroborar estas cosas? ¿ Provee el Evangelio algú n ejemplo donde se manifieste alguna imperfecció n moral en el Nazareno? Definitivamente; vera, los Escritos Cristianos enseñ an que Dios no hacia acepció n de personas; es decir que, para Dios, no habí a Israelita, Griego, ni Escita; no habí a hombre, ni habí a mujer; no habí a siervo, ni libre; no habí a nacional, ni extranjero; pues todos eran iguales a sus ojos (Colosenses 3: 11). Pero el evangelio cita a Jesú s (paz y bendició n sean con é l) haciendo acepció n de personas, cuando se refiere a uno de los leprosos que habí a sanado, con el epí teto de “extranjero”.
El pasaje dice así, “Respondiendo Jesú s, dijo: ¿ No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿ dó nde está n? ¿ No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino ESTE EXTRANJERO? ” - Lucas 17: 17-18. O, como cuando cita a Jesú s equiparando a la mujer Siro-fenicia con una perra: “Pero Jesú s le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque NO ESTÁ BIEN TOMAR EL PAN DE LOS HIJOS Y ECHARLO A LOS PERRILLOS”- Marcos 7: 27. Otro ejemplo ilustrativo, podrí a ser el que surge (por inferencia ló gica), a partir de la experiencia vivida por el apó stol Pablo (paz sea con é l).
Es que, el evangelio presenta a Pablo confesando que habí a violado lo ordenado en la Ley de Dios; al referirse al Sumo Sacerdote con el epí teto de “Pared Blanqueada”. El pasaje dice así: “Entonces Pablo le dijo: ¡ Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿ Está s tú sentado para juzgarme conforme a la Ley, y quebrantando la Ley me mandas golpear? Los que estaban presentes dijeron: ¿ Al Sumo Sacerdote de Dios injurias? Pablo dijo: No sabí a, hermanos, que era el Sumo Sacerdote; pues escrito está: No maldecirá s a un Prí ncipe de tu pueblo”- Hechos 23: 3-5.
Note como, en el anterior pasaje, Pablo confiesa que ha pecado, violando la Ley que, en É xodo 22: 28, ordena no maldecir a los lí deres de Israel. El pasaje dice así: “No injuriará s a los jueces, ni maldecirá s al Prí ncipe de tu pueblo”. Note que, si fue pecado que Pablo se refiriese pú blicamente al liderato Hebreo con el relativamente inocuo epí teto de “pared blanqueada” (las paredes podí an o no ser impuras), ¿ cuanto mas pecaminoso no serí a el que Jesú s (paz sea con é l) se refiriese pú blicamente a ese mismo liderato con el mas fuerte epí teto de “sepulcros blanqueados”? (¡ en la fe Hebrea los cadá veres y los sepulcros SIEMPRE ERAN IMPUROS! ); Como dice el Evangelio: “¡ Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipó critas! porque SOIS SEMEJANTES A SEPULCROS BLANQUEADOS, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas POR DENTRO ESTÁ N LLENOS DE HUESOS DE MUERTOS Y DE TODA INMUNDICIA”- Mateo 23: 27.
La realidad es que, quienes oyeron y caminaron inicialmente con Jesú s (paz sea con é l), entendieron claramente que el Galileo no fue sino un poderoso profeta (un hombre ungido por el Creador, para exhortar al pueblo a volver a su Dios en sincero arrepentimiento); como aclara el mismo Nazareno, cuando es citado diciendo: “Pero ahora procurá is matarme A MÍ, HOMBRE QUE OS HE HABLADO LA VERDAD, LA CUAL HE OÍ DO DE DIOS... ”- Juan 8: 40. Los discí pulos del Galileo dieron este mismo testimonio, cuando fueron citados diciendo: “Y ellos le dijeron: De JESÚ S NAZARENO, QUE FUE VARÓ N PROFETA, PODEROSO EN OBRA Y EN PALABRA DELANTE DE DIOS Y DE TODO EL PUEBLO... ”- Lucas 24: 19.
El hecho de que Jesú s (la paz y la bendició n de י ה ו ה sean con el) no fue “el hombre perfecto” que alega el Cristianismo (y mucho menos la encarnació n del Creador) es adicionalmente corroborado por el siguiente pasaje, donde Pablo se dirige a los creyentes de la recié n inaugurada iglesia de Corinto: “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos mí os, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas (O Pedro); y yo de Cristo” - 1 Corintios 1: 11-12.
Note lo asombroso de este pasaje, que echa por tierra los reclamos acerca de la Deidad y la perfecció n moral del Nazareno (paz y bendició n sean con é l). Estos primeros discí pulos (que conocí an de primera mano la realidad histó rica del naciente movimiento Cristiano) se habí an dividido a si mismos en cuatro bandos; y cada bando seguí a a quien entendí a ser el mejor modelo de lo que era ser un verdadero Cristiano.
Así, unos seguí an a Pablo; otros seguí an a Apolos; otros a Pedro; y los ú ltimos, seguí an a Jesú s. ¿ Entiende usted las implicaciones ló gicas de este pasaje? Si Jesú s era moralmente perfecto (a diferencia de Pablo, de Apolos, y de Cefas), ¿ como era posible que, a algunos de estos creyentes, se les ocurriese no seguir el moralmente perfecto modelo que era Jesú s, para seguir en cambio a los imperfectos modelos que eran Pablo, Apolos, o Cefas? Y, si creí an que Jesú s era en efecto el Dios Omnipotente, ¿ como era posible que, en vez de seguir a ese Dios Omnipotente, se les ocurriese en cambio seguir a hombres finitos y mortales como lo eran Pablo, Apolos, y Cefas? ¡ La comparació n ya de por si misma es blasfema!
De hecho, no solo se poní a a Jesú s compitiendo en una misma lista contra hombres mortales e imperfectos como Pablo, Apolos, y Cefas, ¡ sino que hasta se le poní a al final de esa lista! (... soy de Pablo... de Apolos... de Cefas... de Cristo). ¿ A quien se le ocurrirí a reducir al Creador a el nivel de sus criaturas?
¿ Puede usted imaginar a los antiguos Israelitas divididos entre “seguidores de Avraham”, seguidores de Moisé s”, “seguidores de Isaí as”, y “seguidores de י ה ו ה? ¿ No habrí a insinuado esto la blasfemia de que י ה ו ה no era sino otro hombre mortal, tal y como lo eran Avraham, Moisé s, e Isaí as? La explicació n ló gica de esta aberrante situació n era que, si esto sucedí a en Corinto, era solo porque (como ya hemos explicado) estos primeros Cristianos no creí an que Jesú s fuese el hombre perfecto (ni mucho menos la encarnació n de la Deidad) que luego postularí a la naciente teologí a Cristiana.
Para ellos, Jesú s habí a sido un poderoso profeta; un hombre de Dios, tal y como lo eran Pablo, Apolos, y Cefas; De hecho, habiendo sido Pablo y Cefas autores de la mayorí a de las cartas consideradas por ellos como Divinamente inspiradas, no veí an nada malo en seguir a estos hombres de Dios. Tengamos presente que, a diferencia de Pablo y Cefas, Jesú s no escribió ningú n libro inspirado; tampoco dejo por escrito ninguna instrucció n acerca de como debí an de vivir los creyentes la fe que habí a venido a revelarles.
En este aspecto, los Corintios dependí an exclusivamente del consejo y la revelació n de los autores apostó licos; hombres como Pablo, Apolos, y Cefas. De paso, note en esto la superioridad de la revelació n dada por Dios a Moisé s: A diferencia de los evangelios, la Ley Mosaica detallaba la forma precisa en que cada Israelita debí a vivir su fe en el Dios de Israel.
Tratemos ahora el aspecto de la justificació n por la fe en la expiació n que, alegadamente, proveyó el sacrificio vicario que representó la vida del Nazareno (paz y bendició n sean con é l). Segú n la teologí a Cristiana, la validez de este sacrificio descansa sobre el fundamento de que Jesú s guardo perfectamente la Ley; y, esa perfecció n, le es imputada al creyente Cristiano. Pero, como ya hemos demostrado, el Nazareno no cumplió perfectamente esa Ley; de paso, quizá s fue esa misma incapacidad de cumplir perfectamente lo ordenado en la Ley, lo que motivo al Galileo a participar del bautismo de Juan; un bautismo para arrepentimiento.
Es decir, si Jesú s hubiese sido perfectamente obediente a la Ley, ¿ de que habrí a tenido que arrepentirse? El correspondiente pasaje dice así: “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento, para perdó n de pecados”- Marcos 1: 4 (De hecho, segú n el mismo Jesú s, si alguien estaba mas cualificado que el Nazareno para ser un sacrificio vicario, era precisamente Juan el Bautista).
¿ No era la Ley Moisé s suficiente revelació n Divina como para inducir al hombre al arrepentimiento, de modo que evitase terminar en Gehinnom (el infierno)? ¿ Habí a necesidad de que un hombre (como Jesú s) muriese y resucitase de entre los muertos, a fin de que los hombres pudiesen ser persuadidos a arrepentirse? ¿ Que contestació n habrí a dado a esta pregunta el hombre que alegadamente fue justificado por la " fe sin obras" (Avraham)?
Curiosamente, el relato Cristiano en efecto presenta a Avraham dá ndonos la respuesta: “... porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos tambié n a este lugar de tormento. Y ABRAHAM LE DIJO: A MOISÉ S Y A LOS PROFETAS TIENEN; Ó IGANLOS. É l entonces dijo: NO, PADRE ABRAHAM; PERO SI ALGUNO FUERE A ELLOS DE ENTRE LOS MUERTOS, SE ARREPENTIRÁ N. Mas ABRAHAM LE DIJO: SI NO OYEN A MOISÉ S Y A LOS PROFETAS, TAMPOCO SE PERSUADIRÁ N, AUNQUE ALGUNO SE LEVANTARE DE LOS MUERTOS”- Lucas 16: 28-31.
Es decir, Avraham afirma que, aú n si alguien se levantase de los muertos (como afirma el Cristianismo que sucedió con Jesú s), esto no es en realidad necesario, pues los hombres tienen en Moisé s y en los profetas toda la exhortació n que necesitan para persuadirse a proceder al arrepentimiento (evitando así acabar en el mismo tormento en el cual acabo el hombre rico).
En resumen, realmente nunca ha existido tal cosa como un sacrificio vicario, donde un hombre perfecto ofrende literalmente su alma, en remplazo por la imperfecta humanidad. Ese hombre perfecto (sin pecado) no existe, ni existirá jamá s, pues la Escritura dice: “Ciertamente NO HAY HOMBRE JUSTO EN LA TIERRA, QUE HAGA EL BIEN Y NUNCA PEQUE”- Eclesiasté s 7: 20. De hecho, el peligro con la idea de un sacrificio vicario, es que pudo haber sido la base para que tanto Israelitas como paganos practicasen antiguamente el sacrificio de seres humanos (niñ os).
Es que, si la muerte de una persona inocente, pudiese hacer expiació n por el pecado, entonces un padre se verí a tentado a buscar expiació n para sus pecados, ofreciendo a uno de sus inocentes pequeñ itos (como lo podrí a ser por el ejemplo su hijo primogé nito). Y es quizá s por esto mismo que el profeta Miqueas se sintió compelido a denunciar lo extraviado de esta teologí a, cuando es citado diciendo:
" ¿ Con que me presentare ante י ה ו ה , y adorare al Altí simo?... ¿ DARÉ MI PRIMOGÉ NITO POR MI REBELIÓ N, EL FRUTO DE MIS ENTRAÑ AS POR EL PECADO DE MI ALMA? (Miqueas 6: 6-7). ¿ Que respuesta da el profeta? ¿ Como puede el hombre obtener el favor Divino?: «Oh hombre, El te ha declarado lo que es bueno, ¿ Y QUE PIDE י ה ו ה DE TI?: SOLAMENTE HACER JUSTICIA, Y AMAR MISERICORDIA, Y HUMILLARTE ANTE TU DIOS»- Miqueas 6: 8.
El Creador (bendito sea) da testimonio de su aceptació n del hombre que tiene misericordia de su pró jimo, cuando por medio del profeta Oseas dice lo siguiente: «Porque misericordia quiero, y no sacrificio; y conocimiento de Dios, mas que holocaustos» - Oseas 6: 6. ¿ Y que es conocimiento de Dios? Pues hacer justicia y misericordia, como está escrito: «... ¿ No comió y bebió tu padre, e HIZO JUSTICIA Y JUICIO, Y ENTONCES LE FUE BIEN? EL JUZGO LA CAUSA DEL AFLIGIDO Y DEL MENESTEROSO, y entonces estuvo bien. ¿ NO ES ESTO CONOCERME A MI, DICE י ה ו ה? »- Jeremí as 22: 15-16.
Por otro lado, la teologí a Cristiana utiliza el texto en Gé nesis 15: 6 para aducir que la salvació n era por la fe, y no por las obras (" Y creyó a Dios, y le fue contado por Justicia" ); pero, si fué semos a utilizar el mismo criterio para la revelació n dada a Moisé s (400 añ os mas tarde), tendrí amos que concluir que " la salvació n por fe" (sin necesidad de obras) fue ya abrogada por el Creador, para ser en cambio sustituida por " la salvació n por obras" (es decir, por la obediencia a las obras ordenadas en la Ley).
Es que la Torah dice: “Y he aquí un varó n de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisé s y de toda la congregació n de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del taberná culo de reunió n. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aaró n, y se levantó de en medio de la congregació n, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varó n de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varó n de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel... ”- Num. 25: 6-8.
El anterior pasaje dice que Finees tomo la iniciativa de actuar de acuerdo a lo ordenado en la Ley de Moisé s; esta Ley, decí a lo siguiente: “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su pró jimo, el adú ltero y la adú ltera indefectiblemente será n muertos”- Leví tico 20: 10.
En este pasaje, se nos indica que Dios estaba airado con los Israelitas, a causa de su pecado. ¿ Como podrí a ser Israel justificado? ¿ Teniendo fe en un Mesí as que vendrí a a redimirle? ¿ O volviendo a Dios en obediencia a lo ordenado en la Ley Divina? Finees decidió que la manera correcta de obtener la justificació n Divina, era obedeciendo lo ordenado en los mandamientos; así que administro el castigo que esta Ley demandaba para los adú lteros, condenando así al pecado.
¿ Como vio Dios las acciones de Finees? ¿ Le condenó por tratar de agradar a Dios por medio de las obras de la Ley? Veamos lo que dice la Escritura: “Se unieron asimismo a Baal-peor, Y comieron los sacrificios de los muertos. Provocaron la ira de Dios con sus obras, Y se desarrolló la mortandad entre ellos. Entonces SE LEVANTÓ FINEES E HIZO JUICIO, y se detuvo la plaga; Y LE FUE CONTADO POR JUSTICIA, DE GENERACIÓ N EN GENERACIÓ N, PARA SIEMPRE”- Salmo 106: 20-31.
Este pasaje afirma que Dios se agrado tanto de Finees, que su “obrar de acuerdo a lo ordenado en la Ley", le fue contado por Justicia (tal y como habí a sucedido con Abraham). Es decir, si “el creer” le fue contado a Abraham por justicia, ahora ese “creer” era remplazado por el “obrar” (segú n la Ley).
No solo eso, si no que, a diferencia de la justificació n dada a Abraham (que no incluí a garantí a alguna de permanencia), la justificació n dada a Finees conlleva promesa de inmutabilidad. Es decir, la justificació n que recibe quien (al igual que Finees) guarda los mandamientos de la Ley, es “DE GENERACIÓ N EN GENERACIÓ N, PARA SIEMPRE”.
De hecho, quizá s sea esta la razó n por la cual la justificació n dada a Abraham no incluí a promesa de permanencia alguna, pues Moisé s previo que aquella serí a remplazada por la justificació n eterna que recibirí an quienes obedeciesen la Ley de Dios (¿ Quien es mejor sú bdito de un Rey? ¿ Aquel que cree en el Rey, o aquel que obedece las leyes del Rey? ).
Es que Abraham no sabí a de los 613 mandamientos de la Ley Divina; y por tanto no podí a ser justificado por la obediencia a mandamientos que no conocí a; solo podí a ser justificado por su fe en lo prometido por Dios para sus descendientes; que Dios les sacarí a del cautiverio con brazo fuerte y extendido, para ser su Dios y Rey (haciendo que siguiesen sus leyes). Pero, una vez manifestada la Ley, ya no habí a justificació n para no obedecer lo expresamente ordenado por el Creador.
Es decir, si Abraham hubiese vivido lo suficiente como para estar vivo cuando Moisé s recibió la Ley, no habrí a utilizado la promesa de “justificació n por fe” como excusa para no guardar la Ley, sino que habrí a exhortado a todos a oí rla (obedecerla). Lo curioso de esto es que, como todo maestro del Samaritanismo Reformado, Jesú s confirmo todo esto, cuando puso en boca de Abraham (paz y bendició n sean siempre con el) las palabras que ya hemos citado: “Y Abraham le dijo: A MOISÉ S Y A LOS PROFETAS TIENEN; Ó IGANLOS (¡ obedé zcanlos! )”- Lucas 16: 29.
Por esto, tampoco sorprende a ningú n Hebreo (que sea conocedor de la Torah), el leer las palabras que citan al Galileo diciendo que nadie puede ser grande (a los ojos del Creador), si no guarda lo ordenado en la Ley de Moisé s: “De manera que CUALQUIERA QUE QUEBRANTE UNO DE ESTOS MANDAMIENTOS MUY PEQUEÑ OS, Y ASÍ ENSEÑ E A LOS HOMBRES, MUY PEQUEÑ O SERÁ LLAMADO EN EL REINO DE LOS CIELOS; MAS CUALQUIERA QUE LOS HAGA Y LOS ENSEÑ E, É STE SERÁ LLAMADO GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS”- Mateo 5: 19.
Tampoco sorprende leer a Jesú s diciendo: “... MAS SI QUIERES ENTRAR EN LA VIDA, GUARDA LOS MANDAMIENTOS”- Mateo 19: 17.
Todo esto concuerda con la predica que esperarí amos oí r de un buen maestro (o “Rabino”) que predique el Samaritanismo Reformado (es decir, la é tica de la Ley Divina). Es interesante notar que hay cierto paralelismo entre lo sucedido con Finees, y la conducta que los evangelios adscriben a Juan el Bautista. Es decir, mientras Moisé s (paz sea con é l) calla ante el pecado de Israel, Finees muestra su incuestionable fidelidad a la Ley (algo por lo cual Moisé s tiene luego que reconocerle).
De la misma manera, mientras Jesú s calla ante el pecado (adulterio) del representante de Israel (Herodes, el rey de los Hebreos), Juan decide mostrar su incuestionable fidelidad a la Ley (¡ una fidelidad por la cual estuvo dispuesto no solamente a ir a la cá rcel, sino a ser decapitado! ). Por esto Jesú s, tiene luego que reconocer a Juan (su superioridad moral), diciendo que " entre los que nacen de mujer (esto incluye obviamente al mismo Jesú s), no se ha levantado otro mayor que Juan El Bautista" (Mateo 11: 11).
En resumen, la moderna teologí a Cristiana, es totalmente errada; y ni siquiera corresponde a lo enseñ ado por el Maestro de Galilea. Quien realmente quiera " creer en Jesú s", tiene que comenzar a practicar el Samaritanismo Reformado que Jesú s mismo practicó, renunciando a la mentira de “la salvació n por fe” (sin necesidad de obedecer los mandamientos de la Ley Divina). De igual modo, debe renunciar al extravió de creer que Jesú s fue la encarnació n de la Deidad; el hombre perfecto que garantizo el perdó n de los pecados de la humanidad.
Es que, si un hombre siembra maldad, ninguna cantidad de fe en el Nazareno lograra evitar que coseche la misma maldad que ha sembrado. Como enseñ o el Galileo (paz sea con é l), cuando dijo: “Mas si no perdoná is a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”- Mateo 6: 15. Es decir, si el hombre no hace bien a su pró jimo (no le perdona, no tiene misericordia de el, ni provee para su sustento), tampoco puede esperar recibir de Dios perdó n, misericordia, ni sustento alguno, independientemente de su fe en Jesú s.
Es que Jesú s vino a exhortarnos a volver al verdadero espí ritu de la Ley (a hacer a los demá s el mismo bien que desearí amos que se nos hiciese a nosotros mismos), no a “liberarnos del yugo de la Ley”.
De hecho, Jesú s es citado exhortando a sus discí pulos a imitarle, tomando sobre si ese mismo yugo (¡ recuerde que Jesú s guardaba la Ley de Moisé s! ): “LLEVAD MI YUGO SOBRE VOSOTROS, Y APRENDED DE MÍ, que soy manso y humilde de corazó n; y hallaré is descanso para vuestras almas... ”- Mateo 11: 29. ¿ A que yugo hacia referencia el Nazareno? Jesú s hacia referencia al pasaje que dice: “Tu maldad te castigará, y TUS REBELDÍ AS TE CONDENARÁ N; sabe, pues, y ve CUÁ N MALO Y AMARGO ES EL HABER DEJADO TÚ A י ה ו ה TU DIOS, Y FALTAR MI TEMOR EN TI, dice el Señ or, י ה ו ה de los ejé rcitos. Porque DESDE MUY ATRÁ S ROMPISTE TU YUGO y tus ataduras, Y DIJISTE: NO SERVIRÉ... ”- Jer. 2: 19-20.
En otras palabras, el yugo al cual Jesú s hacia referencia, era la vida de obediencia (servicio) a Dios, por medio de la obediencia a sus mandamientos; cuyo espí ritu es, “hacer justicia, amar misericordia, y andar humildemente con Dios” (Miqueas 6: 8).
Así como nadie puede “temer” a una poderosa autoridad humana, si primero no está dispuesto a obedecer los mandamientos que emite esa autoridad; de ese mismo modo, nadie puede tener “temor de Dios” (temor de la autoridad Divina), si primero no está dispuesto a obedecer los mandamientos emitidos por esa Autoridad Divina.
En fin, creer en Jesú s, es creer la buena nueva de que El Creador (bendito sea) justifica al hombre y a la mujer que se arrepienten, y comienzan a obedecer lo ordenado en los diez mandamientos de su Ley; viviendo la vida é tica y moral que no solamente modeló el Nazareno, sino Moisé s, Avraham, y todos los profetas (la paz del Creador sea sobre todos ellos); Como está escrito:
“Lavaos y limpiaos (vosotros mismos); QUITAD LA INIQUIDAD DE VUESTRAS OBRAS DE DELANTE DE MIS OJOS; ¡ DEJAD DE HACER LO MALO!; APRENDED A HACER EL BIEN; BUSCAD EL JUICIO, RESTITUID AL AGRAVIADO, HACED JUSTICIA AL HUÉ RFANO, AMPARAD A LA VIUDA. VENID LUEGO, DICE י ה ו ה , Y ESTEMOS A CUENTA: SI VUESTROS PECADOS FUEREN COMO LA GRANA, COMO LA NIEVE SERÁ N EMBLANQUECIDOS; si fueren rojos como el carmesí, vendrá n a ser como blanca lana” - Isaí as 1: 16-18.
Alguien podrí a argumentar que, lo hasta aquí expuesto, no puede ser correcto; pues, sin creer en ninguna de estas cosas, ya en algú n momento ha experimentado la milagrosa intervenció n de Dios en su vida. ¡ Esto es un grave error! La Escritura enseñ a que los milagros y las intervenciones Divinas que experimentamos, son una manifestació n de la Misericordia de י ה ו ה ; y no una confirmació n de la veracidad de nuestra teologí a.
El capitulo once del libro de los Jueces, narra que Israel estaba siendo oprimido por sus enemigos Amonitas (sí mbolo y figura de la opresió n que sufre el creyente a manos de la inmoralidad de nuestra é poca, de las pruebas, las enfermedades, la necesidad econó mica, y los sinsabores de la vida). Entonces, un hombre llamado Jefté pidió a Dios que le utilizara como instrumento para obrar el milagro de liberar a Israel.
Pero la teologí a de Jefté era extraviada, pues creí a que el favor Divino podí a ser comprado con algú n sacrificio (¡ incluyendo el sacrificio de seres humanos! ). Así, Jefté hace un voto a Adonai, prometiendo ofrecer en sacrificio a Adonai, lo primero que saliese a recibirle, cuando retornase victorioso de la batalla (Jueces 11: 30). ¡ Este fue un voto extraviado! ¿ Se imagina usted lo que habrí a sucedido si lo que hubiese salido a recibirle fuese un perro, o un cerdo (animales inmundos, segú n la Ley)?
Al final, la misericordia Divina da el triunfo a Jefté. Y, cuando este regresa de la batalla, no es nadie sino su propia hija, quien sale a recibirle. Así, Jefté termina sacrificando a su propia hija. ¿ Significa el milagro (el triunfo militar) obrado en Jefté, que Dios se agradaba de su teologí a (del sacrificio de seres humanos)? ¡ Absolutamente no! Ningú n milagro tiene valor alguno, si nos conduce a obrar maldad (es decir, a violar alguno de los diez mandamientos).
La Ley Divina prohibí a explí citamente el asesinato (privar de la vida a una persona inocente). Así, a pesar del milagro obrado en Jefté, este terminó obrando impí amente (asesinando a su propia hija, una persona inocente); Y, tanto su conducta, como su teologí a, deben ser ené rgicamente rechazadas.
La realidad es que, cualquier genuino maestro del Samaritanismo Reformado, sabrí a que los milagros NO SON confirmació n de la aprobació n Divina de la conducta (ni de la teologí a) esbozada por quien recibe o ejecuta el milagro (Faraó n y sus magos hací an milagros, pero Dios termino exterminá ndolos en el mar Rojo). Por eso, no es de sorprender que el mismo Jesú s sea citado enseñ ando esta misma verdad; que alguien puede obrar y recibir milagros (como podrí a ser el caso de adivinos, astró logos, y hechiceros), y ni siquiera conocer a Dios. Como está escrito:
«Muchos me dirá n en aquel dí a: Señ or, SEÑ OR, ¿ NO PROFETIZAMOS EN TU NOMBRE, Y EN TU NOMBRE ECHAMOS FUERA DEMONIOS, Y EN TU NOMBRE HICIMOS MUCHOS MILAGROS? Y ENTONCES LES DECLARARE: NUNCA OS CONOCÍ; ¡ APARTAOS DE MI, HACEDORES DE MALDAD! » (Mateo 7: 22-23).
¿ Quiere obtener el descanso y la alegrí a de corazó n a los cuales hacia referencia el Galileo? Pues comience a vivir por los mandamientos; renuncie a la mentira de creer que la Ley es muerte y maldició n; pues la verdad es que el Creador ha prometido alegrar el corazó n a todos aquellos que guardan sus mandamientos. Como está escrito: " LOS MANDAMIENTOS DE י ה ו ה SON RECTOS, QUE ALEGRAN EL CORAZÓ N" - Salmo 19: 8.

 

 

«Dr. Shahak’s trenchant critique of Judaism is, tragically, not without some force.
The contemporary situation is that we do see some modern Orthodox rabbis utilise xenophobic sources in modern rulings.
Orthodox rabbis in organisations such as “Rabbis for Human rights” are sadly the exception rather than the rule»
--Dan Rickman, Jewish Journalist--

 

The only thing we humans can be absolutely certain of is that Nature works according to the Law of “Cause, and Effect”, “Action, and Reaction”, “Sowing, and Reaping”, “What goes around, comes around”, etc. So, we should try our best to do good, “sowing” into our needy fellow human beings the same goodness we would like to eventually “Reap” for ourselves. As it is confirmed by the Scripture that goes on to say: “As you have done, it will be done to you…“- Obadiah 1: 15

 

 

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