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El papa Esteban III impulsa otra guerra contra los longobardos




A la muerte de Pipino, en septiembre del 768, Carlos habнa obtenido la mayor parte de la herencia septentrional, que se extendнa desde el oeste de Aquitania hasta Frisia y Turingia; Carlomбn, diez aсos menor y que probablemente andaba por los 16, recibiу la parte meridional, que era mayor y comprendнa las regiones de Alamania, Aisacia, Burgundia, la Provenza, Septimania y la otra mitad de Aquitania. La frontera corrнa asн de suroeste a noroeste cruzando todo el reino, teniendo parte ambos herederos en los territorios centrales francos de Austrasia y Neustria, en el este germбnico y en el oeste romano. De todos modos la participaciуn mayor de Carlos abrazaba formalmente la de su hermano.

Ambos hermanos habнan sido ya ungidos (754) en Saint-Denis por el papa Esteban II y habнan sido nombrados patricios de los romanos. Pero en su solemne ascensiуn al trono el 9 de octubre del 768, el dнa del primer obispo de Parнs, san Dionisio, uno de los santos nacionales franceses y de los 14 remediadores, de nuevo fueron ungidos como reyes por los obispos: Carlos en Noyon y Carlomбn en Soissons. n

Pronto surgieron las diferencias entre los herederos del reino, tan pronto como Carlomбn no participу en el sometimiento (769) de Aquitania, que le habнa correspondido en una mitad, en la primera guerra de Carlos «con la asistencia de Dios» (Anales reales). Segъn Einhard (o Eginardo), Carlos soportу «con gran paciencia» y ante la admiraciуn general aquella «desatenciуn y celotipia» de su hermano.

Pero en Roma las crecientes desavenencias de los dos prнncipes francos inquietaron a Esteban III, que habнa subido al trono pontificio gracias sobre todo a los curiales profrancos y muy especialmente al poderoso Cristуforo. La inquietud se convirtiу en turbaciуn profunda al tener noticias el papa de un plan matrimonial entre las casas reales de trancos y longobardos. Pues los francos, que hasta las guerras de Pipi-no en favor del papa habнan mantenido larga amistad con los longobardos, tenнan que continuar siendo enemigos de sus vecinos en Italia segъn los cбlculos de los papas romanos. Mas la preocupaciуn del papa fue tanto mayor cuanto que los longobardos ya estaban asociados tambiйn con Baviera mediante un matrimonio de Liutperga, hija de Desiderio, con el duque Tassilo, y Desiderio pidiу ademбs para su hijo Adel-chis la mano de Gisla, hermana de Carlos (y que, por lo demбs, pronto acabу monja).

Ahora bien, ni siquiera Pipino, un hombre temeroso de Dios, habнa querido llevar el tнtulo de «defensor ecclesiae», contentбndose con ayudar al papa «caso por caso» (Deйr). Y, en efecto, en sus ъltimos aсos, tras las batallas combatidas en Italia por el afбn romano de poder, habнa evitado cualquier conflicto con los longobardos. Ningъn grito de reclamaciуn o de guerra por parte del papa pudo ya moverlo a intervenir. Tras su muerte, tambiйn la reina madre Bertrada desarrollу una polнtica programбtica de paz, procurando unas buenas relaciones tanto con los longobardos como con los bбvaros y su duque Tassilo. Con el fuerte apoyo de los nobles francos impulsу -«por la causa de la paz» (Anuales regni Francorum)- el matrimonio del joven heredero real Carlos con una de las hijas del rey longobardo Desiderio. (Se ignora su nombre, aunque a consecuencia de un error de interpretaciуn de las fuentes a menudo se la llama Desiderata; otros historiadores le dan el nombre de Ermengarde o Bertrade. )

Tal situaciуn inquietу enormemente a Esteban III y a su hombre el preboste Cristуforo. El papa recordу a los dos prнncipes francos sus promesas y las de su padre, de «salir fiadores con todo vuestro poder y en todo tiempo de los derechos de san Pedro». De nuevo les conjuraba «por el dнa del juicio final, y el mismo san Pedro os exhorta por ellas [las promesas hechas] a procurar incesantemente el derecho de la santa Iglesia». Pero les recordaba sobre todo a los jуvenes soberanos su compromiso solemne de tener siempre los mismos amigos y los mismos enemigos que el papa; lo cual excluнa cualquier vinculaciуn con un pueblo criminal, «que no deja de atacar a la Iglesia de Dios y de devastar las provincias romanas».

Y como el rey Desiderio no devolvнa los bienes reclamados por Esteban, йste hizo todo lo posible por impedir las uniones planeadas y la paz y reconciliaciуn entre ambos pueblos. En una larga epнstola desbordante de rencor recordaba los juramentos de los reyes cuando eran niсos, declaraba el pretendido matrimonio como una sugestiуn diabуlica, lo denigraba como un «concubinato» y lo prohibнa solemnemente invocando a Dios y con la autoridad de san Pedro. Calificaba de locura sin mбs que el famoso pueblo de los francos, mбs ilustre que cualquier otro, y su noble y gloriosa casa real fueran a contaminarse mediante el hermanamiento con el pueblo desleal, cruel y apestoso de los longobardos, «el cual ni siquiera se cuenta entre el nъmero de los pueblos (quae in numero gentium nequбquam computatur) y de cuya naciуn procede el linaje de los leprosos (leprosorum genus).

Las fuentes curiales, el Lнber Pontificales y las famosas cartas del Codex Carolinus (99 en total segъn el ъnico manuscrito que hoy se conoce, sin datar y compuesto casi exclusivamente con los escritos papales a los carolingios entre los aсos 739 y 791) desacreditan de continuo a los longobardos. Y, sin embargo, por entonces eran culturalmente superiores a los romanos con un arte muy significativo (aunque fuese con ayuda de artistas bizantinos). Tambiйn en el campo religioso quienes, por desgracia, ya se habнan hecho catуlicos se mostraron sumamente activos con la fundaciуn de iglesias, hospitales y monasterios. «Una ola de fundaciones eclesiбsticas recorriу todo el paнs... Nosotros ni siquiera... podemos enumerarlas, pues son muchнsimas» (K. Schmid). Pero el papa pregunta a Carlos si quiere convertirse en el antepasado de unos leprosos y conjura a los prнncipes francos por el cielo y el infierno a que no se desposen con ninguna hija de Desiderio, sino que contribuyan a la devoluciуn a la Iglesia romana de los bienes que le son propios.

El santo padre no se cansa de presionar a los jуvenes soberanos francos: «Vosotros sois dos por voluntad y designio de Dios... Realmente no os estб permitido... No debйis... Reflexionad tambiйn... Recordad asimismo... Tampoco olvidйis... Recordad ademбs... Pensad mбs bien... », etc. El franco tenнa que ser amigo de los amigos del papa y el enemigo de sus enemigos. Luego no era posible establecer alianza alguna con el «pueblo perjuro de los longobardos», el cual «desde siempre habнa sido enemigo de la Iglesia de Dios». El eminentнsimo romano lanza estos truenos retуricos como finнs operis; «Por eso os conjura por mi medio el prнncipe de los apуstoles, san Pedro, a quien el Seсor entregу las llaves del reino de los cielos y la potestad de atar y desatar en el cielo y en la tierra, y asimismo os conjuramos nosotros con todos los obispos, sacerdotes, abades, monjes y todo el clero, todos los grandes y ricos y el pueblo todo de este paнs, por el Dios vivo y verdadero, por el dнa terrible del juicio final, por todos los misterios divinos y el santo cuerpo del apуstol Pedro, para que ninguno de vosotros se despose con la hija del rey Desiderio. Tampoco deis por mujer al hijo de Desiderio a vuestra hermana Gilsa, noble y amada de Dios. No repudiйis tampoco a vuestras mujeres, reflexionad mбs bien sobre cuanto habйis prometido a san Pedro. Alzaos poderosamente sobre nuestros enemigos, los longobardos, y obligadles a devolver las propiedades de la Iglesia de Dios y del Estado romano».

Estб mбs que claro lo que el santo padre querнa: Guerra, guerra y guerra. Y para dar a su escrito una mayor eficacia lo depositу sobre la pretendida tumba de san Pedro, celebrу sobre ella la cena del Seсor, afirmу solemnemente que enviaba la misiva con lбgrimas y remataba con este encantamiento -finнs coronal opus: «Si alguien osase algo contra el contenido de esta nuestra exhortaciуn, debe saber que... queda atado con las cadenas del anatema, excluido del reino de Dios y condenado con el diablo y toda su horrible pompa infernal y todos los impнos a arder en el fuego eterno». 12

Es la primera amenaza de anatema contra un rey franco. De todos modos Carlos desposу a la princesa longobarda. En la Navidad del 770 la tomу por esposa en Maguncia. Presumiblemente por motivos tanto personales como polнticos volviу a repudiarla un aсo despuйs, por lo cual se procurу la enemistad a muerte de Desiderio, padre de la mujer, mientras que el papa no protestу para nada (Ўdestacando asн la tan proclamada indisolubilidad del matrimonio! ). Esteban, que en su epнstola tambiйn recordaba la naturaleza inferior de las mujeres en general, a Eva pecadora y la pйrdida del paraнso, insistнa tambiйn en el hecho de que ambos reyes ya estaban legнtimamente casados. Esto sуlo era cierto de Carlomбn, pero falso de Carlos. Su uniуn con Himiltrud, que ya le habнa dado un hijo, Pipino, no era un matrimonio legнtimo. Tampoco el enlace siguiente con la nieta del duque alamбn Gotfried, Hildegard, una muchacha suabia con 13 aсos reciйn cumplidos -a la cual san Carlos le hizo un hijo casi cada aсo de los diez que convivieron, habiendo muerto ella despuйs-, respondнa a las normas canуnicas, sin que a cuanto sabemos hubiese protestado jamбs la Iglesia.

Eso difнcilmente podнan impedirlo los papas. ЎPero la pйrdida de sus bienes! Esteban se imaginaba abandonado de los francos. Y casi mientras todavнa intrigaba y clamaba contra los longobardos denostбndolos suciamente, empezу ya a establecer contacto con ellos. Si les habнa difamado con todos los horrores negбndoles cualquier humanidad, y si a su rey siempre le habнa calificado de «el mбs perverso», ahora se puso rбpidamente de su parte.

A Su Santidad la oscilaciуn constante le resultу tanto mбs fбcil cuanto que en la propia corte pontificia habнa un partido longobardo, a cuyo frente estaban el chambelбn Paulo Afiarta (comprado con «dбdivas» por Desiderio) y el duque Juan, hermano del propio Esteban. Por el contrario los caudillos de la facciуn franca fueron sacrificados a la nueva polнtica. El pontнfice romano no vacilу en denunciar ante el rey longobardo a Cristуforo, el archicapellбn de su Iglesia, y a su hijo el capellбn Sergio, a quienes debнa incluso la corona papal, y simplemente porque ahora le estorbaban. De acuerdo con el conde franco Dodo, un emisario de Carlomбn, aъn intentaron un golpe de mano con la detenciуn de Afiarta, y quizб hasta un atentado contra el papa. Irrumpieron en el palacio de Letrбn, pero Afiarta escapу y el papa huyу a refugiarse junto al rey longobardo, que habнa acudido en peregrinaciуn a Roma para orar en el sepulcro del apуstol, aunque con la precauciуn de llevarse su ejйrcito, ya que querнa naturalmente liquidar la facciуn francуfila de la curia romana.

Los secuaces de Afнarta arrastraron a Cristуforo con su hijo hasta las murallas de la ciudad, fijaron sus vнctimas a unos palos y ante una multitud enardecida y atronadora les sacaron los ojos y les cortaron la lengua. Cristуforo muriу a los tres dнas en el monasterio de Santa Бgata, Sergio, el hijo, asimismo cegado desapareciу primero en el monasterio de Clivus Scauri y despuйs en un calabozo de Letrбn, hasta que finalmente el ciego, con la colaboraciуn de altos funcionarios eclesiбsticos y del hermano del papa Esteban, fue azotado y estrangulado enterrбndolo todavнa semivivo.

Pero el mismo papa, que tanto habнa gustado de dar a Desiderio el calificativo de «perversнsimo», lo exalta ahora ante la reina Bertrada y el rey Carlos como su salvador, que le ha librado de los ataques desalmados de Cristуforo y del complot con el conde Dodo y sus insinuaciones diabуlicas. El mismo papa, que sуlo unos meses antes habнa llamado a los longobardos raza apestosa, de la que procedнa la lepra, escribнa ahora a Bertrada y a Carlos «que con ayuda de nuestro hijo Desiderio, rey de los longobardos, que precisamente se encuentra junto a Nos para cumplir con sus deberes para con san Pedro». Y unas lнneas despuйs insiste: «Creednos, sin la ayuda de nuestro ilustre hijo, el rey Desiderio, Nos y todo nuestro clero y todos nuestros fieles habrнamos encontrado la muerte». Para concluir brevemente: «Con nuestro hijo ilustre y protegido de Dios, el rey Desiderio, hemos establecido una paz firme, por cuanto йl ha reconocido plenamente todos los derechos de san Pedro; lo que tambiйn os comunicarбn vuestros enviados».

Por lo demбs, el rey longobardo pronto dejу a Esteban III en la estacada, por lo que el papa volviу a romper laSTelacнones con йl. Y entonces ocurriу un cambio total y repentino de la situaciуn polнtica. 13

 

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