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¿cuál es el origen del dolor y la miseria del mundo?




 

Esta es una de esas preguntas bá sicas de la Filosofí a, como preguntarse sobre el sentido del hombre, su objetivo, etc…

Sobrepasa totalmente lo polí tico, no importa el ré gimen o sistema que exista, el dolor y las miserias humanas existen siempre, en mayor o menor cantidad y generalidad, pero sin dejar jamá s de existir. Y su aleatoriedad moral es total, tanto sufren buenos como malos, todos estamos inmersos en el dolor del mundo.

No soy filó sofo y no pretende aquí hacer filosofí a sino exponer de forma sencilla este tema a debate. Entre otras cosas porque hay que combatir la idea del ‘Mundo de Jauja’, ese mundo ideal del ‘puedo prometer y prometo’. Ya sean demó cratas, comunistas, cristianos, musulmanes, ateos, masones, judí os o fascistas, muchos pretenden hacernos creer que con sus ‘ideas’ se lograrí a el paraí so en la tierra.

Sobre el origen del dolor, miseria y maldad del mundo hay dos grandes corrientes: las religiosas o las naturales.

 

POSICIONES NATURALES

Parece sencillo que en este tema se asuma que los males provienen de la propia Naturaleza y el hombre, la biologí a, su constitució n, sus inclinaciones y egoí smos, pero aun así la cosa no es tan sencilla, hay diversas propuestas.

Si bien en todos hay un punto comú n, la aceptació n de la enfermedad como algo natural, proveniente de la propia constitució n bioló gica, que las actuaciones pueden agravar pero que de todas formas muchas veces las enfermedades. dolores e incluso accidentes son aleatorios y sin culpa alguna de nadie.

Sin embargo, en los males propios de las acciones humanas o en consecuencias sobre los males que sufre el hombre debido a la vida social, hay teorí as bien distintas.

 

1- El ‘buenismo’, basado originalmente en la idea del ‘buen salvaje’ de Rousseau, todos nacemos ‘buenos’ pero la humanidad se corrompe debido a la educació n y la sociedad. Todos somos buenos de naturaleza, pero nos hacen malvados. Es la utopí a favorita del sistema igualitario. No pueden aceptar una naturaleza desigual que pueda influir en comportamientos negativos o positivos. La culpa es siempre de la sociedad, y de ahí que el delincuente se le trate con tanto cuidado, es solo una ‘ví ctima’ má s de la sociedad.

Como toda utopí a no resiste el menor aná lisis serio con la realidad, pero eso no asusta a los que desean imponer sus utopí as buenistas. Un mundo lleno de psicoanalistas que tratan de asignar los males del mundo a represiones sexuales de la sociedad o actuaciones de ‘los demá s’.

 

2- El progresismo: Una variante menos absurda que la estupidez anterior es la idea progresista de un camino al paraí so terrenal. La realidad puede ser una desgracia aun ahora, pero con el esfuerzo del progreso buenista poco a poco se llegará a educar a todos de forma perfecta y el mundo será cada vez má s un lugar de buenismos.

Al poner toda comprobació n en un futuro no determinado en el tiempo, progresivo, se evitan la comprobació n con la realidad actual. Todo lo malvado del mundo dejará de serlo en un futuro de progreso. Esas pelí culas del ‘Mundo Feliz’, tan bien denunciadas por Orwell o Huxley.

 

3- Los paraí sos polí ticos, y en especial el ‘Paraí so comunista’. Con la idea del buen salvaje llevada a las ‘comunidades comunistas’ primitivas, la idea de que, al eliminar la propiedad e implantar la igualdad, el hombre será ya bueno por esa naturaleza buenista natural.

Stalin creyó que en el comunismo no habrí a delincuentes, no creó al principio una policí a penal, sino solo polí tica, los delincuentes lo eran solo por estar aun contra el comunismo o eran enfermos mentales a recluir en manicomios (o pegarles un tiro en la nuca). Solo con má s tiempo se dieron cuenta de que eso era una utopí a.

 

4- La Naturaleza humana como realidad. Nuestra posició n en este tema es que la naturaleza humana es diversa, y aunque hubiera una buena educació n y un entorno correcto, no dejarí a por eso de haber egoí smos, odios, enfrentamientos personales, sá dicos o degenerados sexuales, etc.

Siempre hay malvados y siempre hay gentes que son egoí stas.

El mundo es lucha y esfuerzo, no es posible la paz perpetua de todos, ese mundo de bondad es pura utopí a. El mal está en la propia naturaleza del hombre, lo mismo que la bondad o el heroí smo o la pereza. Hay de todo y en cada uno, en cada momento o circunstancia, se muestra una cosa u otra.

Schopenhauer describió esto muy claramente: somos tendentes al deseo, que nos obsesiona y nos hace ‘pensar’ en que todo lo que deseamos es ‘bueno’. Luchar contra ese egoí smo personal es un combate permanente, diario, difí cil.

Algunas propuestas abocan a la compasió n y la renuncia ante el dolor, son má s posiciones filosó ficas que religiosas de origen ‘divino’. Las religiones precristianas tení an una aceptació n del mundo Natural con sus miserias y dolores, sin plantearse pues como algo anormal el mal del mundo. No eran dioses ‘bondadosos’ sino reflejos de la Naturaleza.

En una palabra, no hay protesta posible porque no hay culpable sino la propia Naturaleza, en la que estamos como parte nosotros mismos.

 

EL MAL EN CREYENTES EN UN DIOS

Cuando se cree en un ser divino que nos ha creado, el problema del mal, el dolor y las miseria, se complica bastante. ¿ Quié n permite o crea el dolor, la miseria, la abrumadora hecatombe de males que caen cada dí a sobre millones de personas no culpables de esos males?

Si culpamos a la naturaleza humana o su biologí a natural el problema sigue siendo que ello ha sido creado por ese Dios.

El hombre es libre para no elegir la maldad, pero el niñ o de 2 añ os con cá ncer que muere tras unos meses de dolor, no es malvado ni merece nada de eso.

Frente al tema del dolor y la miseria las religiones han dado diversas explicaciones.

 

1- La no intervenció n en los procesos naturales: La idea de que Dios deja que los acontecimientos naturales actú en libremente es la má s usada de las posiciones.

Pero esto no elimina el problema, puesto que esos procesos naturales han sido creados por Dios, de forma que es responsable original de ellos, lo que lleva directamente al dolor y las miserias humanas, al menos las de origen bioló gico y natural.

Si aceptamos una divinidad con caracterí sticas esencial de bondad, deja el problema sin resolver y precisaba de má s aclaraciones.

Unos ‘dioses’ que deseen dejar al hombre en lucha con la Naturaleza, acorde a sus dramas o bellezas, como serí a el caso de algunas ideas de origen pagano, solucionan el problema aunque dejando en un lugar bastante cruel a esos dioses.

 

2- El dualismo: Los cá taros y algunos otros pensamientos religiosos, planteaban una dualidad del Bien y del Mal, de forma que el Bien provení a de Dios y el Mal de un ‘Ser’ maligno antagó nico.

En una idea dualista pura el ser ‘maligno’ no puede haber sido creado por el Dios, puesto que en ese caso la responsabilidad sigue en el origen primero.

 

En el cristianismo el mal puede ser asignado a los ‘demonios’ en cuanto a actitudes fomentadas por sus tentaciones, pero en el tema del dolor en salud y sobre inocentes (niñ os o personas sin conocimiento siquiera del cristianismo) no queda nada claro el origen de tanto drama y dolor durante toda la existencia de la humanidad (que se inicia mucho antes de poderse conocer la doctrina de Jesú s). Se precisa má s explicació n como veremos.

Las enfermedades y enormes epidemias con millones de muertos en condiciones de dolor enorme que jalonan la historia (basta ir incluso hoy en dí a a cualquier hospital) no pueden asignarse a una acció n de un ‘ser maligno’ sino a la propia estructura bioló gica de la humanidad.

Este tema lo han tratado de solucionar de diversas formas algunas religiones.

 

3- Como abordan las religiones el tema del dolor.

Ante lo dicho hay diversas formas de tratar de aclarar este dilema del dolor y Dios.

3. 1- En el Hinduismo el ciclo de reencarnaciones implica que nuestras acciones tienen consecuencias positivas o negativas en nuestra existencia actual, pero tambié n en las futura reencarnaciones. De esta manera, nuestro sufrimiento actual es consecuencia de nuestras acciones anteriores. El demonio somos nosotros mismos.

 

3. 2- El budismo asume buena parte de la idea hinduista, como lo aclara bien el discurso del Buda en el parque de los ciervos, las llamadas ‘cuatro verdades’. Debemos ser conscientes de que estamos ‘enfermos’ y que la causa del dolor es el deseo. Ademá s, esta situació n no só lo nos concierne en esta vida, sino que nos mantiene atrapados en futuras existencias, en el samsara. Nuestra insatisfacció n actual, nuestra infelicidad es nuestra culpa.

La tercera verdad dice que es posible la liberació n definitiva, una paz absoluta, es el fin del ciclo de sufrimiento: El Nirvana

Buda propone recorrer el camino divino resignadamente, compasivamente, buscando la bondad para llegar al Nirvana, no discutir má s sobre ese dolor y su origen.

 

3. 3- En el Islam Dios es todo, su omnipotencia es suprema, y ha decretado el destino del mundo, de la historia y de cada ser humano concreto. Dios no ha creado el mundo y se ha apartado de é l, dejá ndole autonomí a, sino que lo ‘recrea’ a cada segundo, por lo que cada instante se fundamenta absolutamente en la voluntad de Dios. Todo acontecimiento histó rico y personal tiene, así, su raí z primera en Dios, incluido el sufrimiento. Nada sucede si no es su voluntad y, por tanto, es deber religioso acatar esta voluntad, aunque incluya el sufrimiento.

Es la idea (tambié n en cierta forma en el cristianismo existe esa idea) de que Dios sabe porque sufrimos, no debemos cuestionarle.

 

3. 4- Cristianismo:

Como en el judaí smo, la Biblia (El Gé nesis 3) expone la idea bá sica del dolor del mundo.

Dios dice claramente tras la desobediencia de Adá n y Eva (reflejo del pecado en la humanidad) que “maldita será la tierra por tu causa, con dolor comerá s de ella todos los dí as. Espinos y cardos te producirá … con el sudor de tu frente... ”

El hombre y la Naturaleza fueron creados por Dios sin dolor ni enfermedades, es culpa del pecado el que el hombre haya degenerado en enfermo y en esclavo del trabajo doloroso.

En este sentido el sufrimiento es recordar al sufriente su condició n pecadora y reincorporarle a la conducta adecuada. Cristo redime al hombre del pecado, le da la esperanza de futuro. El dolor del mundo es pues consecuencia del pecado y debe servir para ayudar a la salvació n recordando nuestra pequeñ ez y lo absurdo de centrar en el mundo la esperanza y la forma de vida.

 

CONCLUSION

En el mundo actual el dolor y la miseria se consideran de una forma laica, incluso las iglesias cristianas dejan un poco de lado la teologí a y aceptan la enfermedad y el dolor como algo ‘natural’, sin tratar mucho de analizar esa ‘responsabilidad’ final de su existencia.

Para el paganismo, en el sentido de creencia del hombre como parte de la Naturaleza, el dolor y los desastres naturales son algo intrí nseco a la existencia humana, la lucha es la vida misma.

Con este texto solo pretendo que debata cada uno este tema, meditar que es una actividad olvidada en el mundo utilista actual.

 

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