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Hechos de los Apóstoles falsificados




Junto a Evangelios «apó crifos» a menudo muy heterogé neos, textos
de tipo evangé lico, Apocalipsis, liturgias «apostó licas», etc., hay tambié n
una serie considerable de historias falsas sobre los hechos de los apó sto-
les, que entre otras cosas «completan» partes pendientes del Nuevo Tes-
tamento. 246

Los Hechos de los Apó stoles de los siglos n y ni procedentes de
muy distintas á reas y con tendencias muy diversas, se han transmitido
por lo general, como los restantes «apó crifos», só lo de un modo frag-
mentario y má s tarde se han copiado y vuelto a falsificar. Pese a todas
las diferencias que se dan entre las distintas versiones, muchas de ellas
consideran -algo que vale la pena tener en cuenta- que la ascé tica sexual
constituye el auté ntico mensaje cristiano, lo que sin duda se remonta a
Pablo. (Por tanto se tiene aquí «material» antiguo, muy antiguo. ) Mu-
chas historias de los apó stoles contienen, no obstante, y de modo si-
multá neo, elementos cató licos y «heré ticos» (gnó sticos), pues entonces
todo esto no estaba todaví a delimitado con tanta claridad y la frontera
era fluida.

Pero el fin principal de estas falsificaciones es la edificació n moral,
en especial la del pueblo, la de las capas amplias. Los actos de los apó s-
toles «apó crifos», que la moderna apologé tica relega siempre al rango de
lecturas de entretenimiento, no só lo era una literatura popular, probable-
mente la má s importante, sino que los cristianos continuaron considerá n-
dolos y valorá ndolos hasta comienzos de la Edad Media como auté nticas
fuentes de la historia, tal como han demostrado las investigaciones má s
recientes. La mayorí a de los lectores de la Antigü edad y de la Edad Me-
dia consideraban como una descripció n de la historia incluso las novelas
histó ricas. 247

En los comienzos de la literatura de los apó stoles se tienen los Hechos
de Juan, redactados en el estilo de las novelas de milagrerí a paganas.
Aparecieron hacia el 150 en Asia Menor, el historiador de la Iglesia Eu-
sebio los condenó, junto con otros escritos, como «totalmente erró neos y
contrarios a la religió n», tambié n Agustí n los rechazó y el Concilio Ecu-
mé nico de 787 los declaró dignos «de ser arrojados al fuego». Despué s
desaparecieron como una unidad completa, pero al mismo tiempo se hizo


misió n con ellos. Sufrieron una revisió n eclesiá stica y encontraron «fii|
traducciones una amplia difusió n» (Opitz). 248                  ? |

Tambié n los Hechos de Pedro, falsificados probablemente a finales
del siglo ii, aparecen en multitud de revisiones y lenguas; pretendí an
completar la historia canó nica de los apó stoles. Llamado por el Señ or,
Pedro se apresura aquí a ir a Roma y se opone en el foro a Simó n Mago
-al que se presenta, ni que decir tiene, como una buena pieza- y a sus ar-
tes má gicas, haciendo é l una buena pieza, se entiende, haciendo é l a su
vez los milagros má s increí bles, venciendo tambié n al adversario en va-
rias competiciones y derrotá ndolo al final de modo definitivo. A punto
ya de ascender al cielo, se precipita por las oraciones de Pedro, se rompe
una pierna por tres sitios y poco despué s muere su mal espí ritu. Pero
tambié n los dí as de Pedro está n contados, pues despué s de haber predica-
do la castidad con tanto virtuosismo que muchas romanas evitan las rela-
ciones matrimoniales y el prefecto Agripa pierde de una vez a cuatro
de sus concubinas, é ste le crucifica por «ateí smo». La falsificació n es de
origen «heré tico» pero evidentemente fue revisada por manos cató licas
para adecuarla a la Iglesia. 249

Por el contrario, los Hechos de Pablo, falsificados asimismo a fina-
les del siglo n, son desde un primer momento de origen cató lico, la obra
de un religioso suspendido pero no expulsado; un hombre que ha utili-
zado y copiado los Hechos de Pedro (aunque algunos investigadores
suponen que fue al revé s). Tanto san Hipó lito como Orí genes cono-
cieron los Hechos de Pablo y no los rechazaron. Tambié n al obispo
Eusebio le parecieron mucho mejores que los Hechos de Pedro gnó sti-
cos, considerá ndolos incluso como antilegomenos, es decir, escritos
incuestionables del Nuevo Testamento. Y Otto Bardenhewer reconoce
todaví a en el siglo xx, en la producció n de este primitivo falsificador
cató lico, «en cualquier caso una prueba brillante de su talento como es-
critor». 250

El Sermó n de Pedro fue falsificado por un cató lico y el Sermó n de
Pablo
por un hereje. Los Hechos de Pedro y de Pablo (que no deben con-
fundirse con los homó nimos Hechos de Pedro y Hechos de Pablo) fueron
falsificados por un cató lico, los Hechos de André s los falsificaron gnó sti-s
eos. Una falsificació n cató lica son los Hechos de Felipe, una «hereje»

los Hechos de Mateo. 251                                          

Entre todos los Evangelios «apó crifos». Hechos de los Apó stoles y
Apocalipsis, J. S. Candiish encontró pocas cosas moralmente buenas, y sí
mucho de infantil, absurdo y nocivo. Serí a inú til «buscar entre ellos un
ejemplo de libro seudó nimo con un elevado cará cter moral». Má s bien no
son má s que «un piadoso engañ o [... ] que se utilizó porque se creí a que
serví a a la religió n [... ]». 252         

Sin embargo, la Iglesia antigua poco a poco fue publicando cada ve%


má s material «apostó lico». Todo lo que era importante para ella se atri-
buyó sin reparos a los apó stoles.

Se hací a como si Jesú s hubiera informado detalladamente a los apó s-
toles, entre los que como muy tarde desde el 120 se contaba tambié n Pa-
blo, acerca del futuro de la Iglesia y hubiera ordenado a los discí pulos
con perspicacia adivinatoria lo má s increí ble, algo que produjo grotes-
cos anacronismos histó ricos. Pero precisamente los má s grandes de entre
los Padres de la Iglesia se incorporaron a esta pí a fraus, lo mismo Agus-
tí n que el papa Leó n I, o incluso el, desde un punto de vista social, tan
respetable Basilio, y por supuesto, en casi todos los casos sin el má s mí -
nimo rastro de verificació n. De ahí que no só lo el credo cristiano proceda
de los apó stoles y que ellos hayan fundado las Iglesias má s importantes
del mundo, sino que tambié n se les atribuyen las horas de rezo de los mon-
jes, la postura en la oració n, la señ al de la cruz, la unció n con los ó leos, el
bautizo de los niñ os, la bendició n del agua bautismal, las fiestas del bau-
tizo de Pascua y de Pentecosté s, las fiestas litú rgicas, la consagració n de
los obispos en viernes, la costumbre de permitir a los sacerdotes só lo una
mujer, el ayuno de té mporas, etc. 253

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