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Stay away from all illegal or criminal conduct




Stay away from all illegal or criminal conduct

Whoever violates the Law of men, meddles in illegal activity. And if the violation is such that capital punishment is demanded, it is because the seriousness of such conduct warrants it to be considered a serious crime. And the same happens with God’s Law, which prescribes light punishments (confession, restitution, fines, whipping, etc. ) for minor violations, but prescribes capital punishment for those violations whose nature is so serious and/or corrupted that they merit being considered criminal behavior (kidnapping, enslavement, public incest, public adultery, open homosexuality, etc).
And since (unlike Human law) no one violates God’s Law and goes unpunished, it is wise to stay as far as possible from any illegal behavior (anything that would violate what was commanded to makind upon the two stone tablets), as well as from any conduct deemed criminal by God’s Law (idolatry, occultism, fraud, adultery, public incest, pedophilia, bestiality, homosexuality, lesbianism, etc. )

 

Los activistas homosexuales que se presentan a sí mismos como paladines de la moral y los derechos humanos, son en realidad como los inodoros: Aunque “por fuera” se pintan del mas puro y limpio color blanco, “por dentro” está n llenos de la peor inmundicia del ser humano

La Ley de Dios demandaba la muerte del hijo contumaz que, despué s de ser fí sicamente castigado, persistí a en su rebelde borrachera y glotonerí a. Como esta escrito: «Si alguno tuviere UN HIJO CONTUMAZ Y REBELDE, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habié ndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomará n su padre y su madre, y lo sacará n ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirá n a los ancianos de la ciudad: ESTE NUESTRO HIJO ES CONTUMAZ Y REBELDE, NO OBEDECE A NUESTRA VOZ; ES GLOTÓ N Y BORRACHO. Entonces todos LOS HOMBRES DE SU CIUDAD LO APEDREARÁ N, Y MORIRÁ; ASÍ QUITARÁ S EL MAL DE EN MEDIO DE TI, y todo Israel oirá, y temerá »- Deuteronomio 20: 18-21.
Y, si la Ley Divina demandaba la muerte del hijo contumaz que se entregaba abiertamente a la borrachera y a la glotonerí a, ¿ Por cuanto mas no habrí a de demandar la muerte del hijo contumaz, que se entregaba abiertamente a la perversió n homosexual? Como esta escrito: «SI ALGUNO SE AYUNTARE CON VARÓ N COMO CON MUJER, ABOMINACIÓ N HICIERON; AMBOS HAN DE SER MUERTOS; sobre ellos será su sangre»- Leví tico 20: 13.

 

Often, the secular Jew doesn't know what things like shame or decency are. In fact, he might be so far removed from any sense of shame or decency that he would even dare to consider them a sort of mental disease (phobia) that needs to be " cured"

 

«Trust those who seek the truth, but doubt those who claim [with pride and arrogance] to have found it»

 

 

¿ No dijo el Nazareno, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”?

Los escritos cristianos, citan al; Nazareno (paz sea con el) diciendo lo siguiente: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. Esta cita, que pretende demostrar la supremací a del Galileo, en lo que atañ e a la salvació n de la Humanidad, es muy comú n entre la mayorí a de nuestros amados hermanos Cristianos. Y, aunque bien intencionada (pues intenta honrar la memoria y las enseñ anzas de un gran maestro del Samaritanismo), su interpretació n es totalmente errada.
Es algo así como la apó crifa leyenda de lo que ocurrió en una isla de la Polinesia francesa, allá para finales del siglo 19. Se cuenta que, un nativo de estas islas, oyó el rumor de que, cuando las noches eran muy oscuras, a menudo aparecí a en la playa de su isla, un extrañ o personaje. Una noche particularmente tenebrosa, el osado nativo decidió investigar por cuenta propia la veracidad del relato. Habiendo llegado a la playa, casi al filo de la de la media noche, encontró para su sorpresa a este extrañ o individuo, de pie sobre la arena de la playa, justo donde rompí an las olas.
Acercá ndose con cautela, el nativo le saludo diciendo: «¡ Bienvenido extrañ o! ¿ Podrí a decirme quien es usted, y de donde viene? » Con un grave y majestuoso tono de voz, el extrañ o contestó diciendo: «Yo soy Jesú s, Hijo de David». Entonces el aborigen respondió con un: «Bienvenido, Jesú s, Hijo de TAVID». A lo cual el extrañ o contestó: «Jesú s, hijo de David, con “de” de “Dinamarca”». Acto seguido, el extrañ o desapareció en la oscuridad de la noche.
A la mañ ana siguiente, el aborigen reunió a toda su tribu. Una vez congregados, procedió a decirles: «¡ El extrañ o es real! »- ¿ Como lo sabes? - Preguntaron los nativos; «¡ Pues porque anoche hable personalmente con el! »; ¿ Como se llama? - «¡ Se llama Jesú s! »; ¿ Quien es su padre? - «Su padre, es un tal “David”»; ¿ Que vino a hacer a esta isla? - «¡ Vino ser nuestro Rey! »; ¿ Como lo sabes? - «¡ Pues porque me dijo que pertenecí a a la nobleza! »; ¿ Estas seguro de eso? ¿ Cuales fueron sus palabras exactas? - «¡ Sin lugar a duda! Sus palabras exactas fueron: “Yo soy Jesú s, hijo de David, conde de Dinamarca”... ».
Algo similar, ocurre cuando un creyente Cristiano afirma que no hay salvació n para nadie que no acepte a Jesú s (paz sea con é l) como su Rey, y no le considere ser la ú ltima y absoluta verdad. En Juan 14: 6, se le adscribe a Jesú s haber dicho las siguientes palabras: «YO SOY el camino, y LA VERDAD, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí ». Pero, estas palabras, deben ser interpretadas a la luz de las palabras que, 5 versos mas tarde, se le adscriben tambié n a Jesú s, cuando afirma lo siguiente: «De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, é l las hará tambié n; y aú n mayores hará, porque yo voy al Padre»- Juan 14: 12.
¿ Cuantos seguidores de Jesú s hay al presente en el mundo? ¿ 1. 5 billones? ¿ 2. 0 billones? ¿ Cuantos de esos billones caminan sobre el agua? ¿ Cuantos multiplican panes y peces? ¿ Cuantos convierten agua en vino? ¿ Cuantos resucitan muertos de cuatro dí as? ¿ Cuantos resucitan luego de haber sido crucificados?
¿ Cuantos suben al cielo, en presencia de cientos de testigos? Obviamente, las palabras de Jesú s, nunca tuvieron la intenció n de ser entendidas de forma literal. De hecho, si insistié ramos en interpretarlas de forma literal, nos verí amos forzados a concluir que la palabra de Dios es mentira, y no es digna de fiar, pues el salmo 119: 142 dice así: «Tu justicia es siempre justa, y TU TORAH (LEY) ES LA VERDAD». En otras palabras, si Jesú s es la verdad, y no la Ley de Dios, entonces el Salmo 119: 142 es mentira.
¡ Pero esto no hace sentido, pues Jesú s mismo dio testimonio de que, la Palabra de Dios, es verdad!, como está escrito: «Santifí calos en tu verdad; TU PALABRA ES VERDAD»- Juan 17: 17. Concluimos pues que, si Jesú s creí a que el Salmo 119: 142 era verdad, entonces la ú nica forma en que pudo haber emitido las palabras que se le adscriben en Juan 14: 6, es asumiendo que sus oyentes tendrí an suficiente claridad de juicio como para entender que, tanto estas palabras, como las palabras emitidas en el pasaje de Juan 14: 12, no tení an un sentido literal, pues de otro modo estarí an “quebrantando” la Escritura; algo que Jesú s habí a con anterioridad declarado completamente inaceptable: «Jesú s les respondió: ¿ No está escrito en VUESTRA LEY: “Yo dije, dioses sois”? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y LA ESCRITURA NO PUEDE SER QUEBRANTADA), ¿ al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decí s: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? » - (Salmo 82: 6).
Note que, tal y como siempre ha enseñ ado la fe Hebrea, “la Ley” no solo son los cinco libros de Moisé s, sino que incluye los Salmos (y los profetas). Jesú s dijo que, ESA LEY (QUE COMPRENDEN LOS LIBROS DE MOISÉ S, ASÍ COMO LOS PROFETAS, Y LOS SALMOS, O “ESCRITOS”) ES LA ESCRITURA QUE NO PUEDE jamá s SER QUEBRANTADA (anulada, descartada, contradicha). Es por esta razó n que el Samaritanismo Reformado promulga que, la verdadera religió n, es renunciar a la maldad, y comenzar a vivir haciendo el bien; es decir, guardando (obedeciendo) los mandamientos de la Ley Divina (de la Torah). ¿ Por que? Pues porque esto es lo que la Ley misma ordena, cuando dice: «El fin de todo el discurso oí do es este: TEME A DIOS, Y GUARDA SUS MANDAMIENTOS; PORQUE ESTO ES EL TODO DEL HOMBRE»- Eclesiasté s 12: 13.
Note que, si la ley hubiera acabado con este ú ltimo pasaje (es decir, si no se hubiese escrito nada má s, despué s de este pasaje en Eclesiasté s) habrí a sido mas que suficiente, pues Salomó n afirma que “esto es el todo del hombre”; en otras palabras, fuera de temer a Dios, guardando los mandamientos, nada má s realmente importa. Es que la Ley no está sujeta a “caducar”; ni tampoco está sujeta a ser “quebrantada”, pues es eterna. Como dice el salmista: «Guardaré TU LEY siempre, PARA SIEMPRE Y ETERNAMENTE»- Salmo 119: 44.
De esta verdad da testimonio el Nazareno, cuando se le adscribe haber dicho las siguientes palabras: «Porque de cierto os digo que, HASTA QUE PASEN EL CIELO Y LA TIERRA, NI UNA JOTA NI UNA TILDE PASARÁ DE LA LEY, hasta que todo se haya cumplido»- Mateo 5: 18. ¿ Han pasado el cielo y la tierra? ¿ Todaví a no? ¡ Pues entonces hay que seguir cumpliendo cada jota y cada tilde de la Ley! (hay que obedecer meticulosamente los diez mandamientos).
Finalmente, si bien Jesú s (paz y bendició n sean con é l) es como la zarza (una antorcha cuyo fuego rehú sa apagarse, y cuya luz alumbra a quienes está n en tinieblas), la zarza en si misma alumbra solo mientras arde con el fuego Divino que se manifestó sobre la cumbre del monte Sinaí; es decir, solo mientras este fundamentada en la obediencia de la Ley (los diez mandamientos) dada por Dios a Moisé s.
Jesú s enseñ o esto a sus discí pulos de un modo alegó rico, cuando les prometió no morir sin primero “ver” (es decir, “entender”) el reino de Dios. ¿ Que sucedió luego? Pues que, ocho dí as despué s, les llevo a la cumbre de un monte (tal y como Moisé s y Elí as habí an llevado al pueblo de Israel a la cima de un respectivo monte, para tornarlos a la Ley). Allí, sus vestiduras se hicieron resplandecientes (como el fuego), y se le aparecieron Moisé s y Elí as.
¿ Que significan los ocho dí as? Significan los ocho dí as que todo recié n nacido debe esperar, a fin de poder entrar al pacto de la Ley (la circuncisió n). Y, ¿ Que representan Moisé s y Elí as? ¡ Pues el Fuego Divino que descendió del cielo! ¿ Por que? Pues porque, el ministerio de Moisé s, comenzó cuando el fuego de Dios descendió sobre la zarza, allá en la cumbre del monte Horeb; y, el ministerio de Elí as, concluyó cuando el fuego Divino descendió sobre la cumbre del monte Carmelo.
Pero, ¿ que es ese fuego Divino? ¡ Pues no es otro que la Ley! ( o, como le llama Jesú s, “la Escritura que no puede ser quebrantada”); como está escrito: «¿ No es mi palabra como fuego, dice י ה ו ה, y como martillo que quebranta la piedra? » Y, ¿ Para que quiere Dios que recibamos ese martillo que es la Escritura (la Ley)? Pues para permitirle quebrantar la piedra de nuestro corazó n, como está escrito: «y quitaré de vuestra carne el corazó n de piedra... »- Ezequiel 36: 26.
En resumen, Jesú s vivió y predico una versió n reformada de la antigua fe Samaritana, enseñ á ndole a sus discí pulos que, el reino de Dios, consiste en un llamado a abandonar la maldad (arrepentirse), para proceder a abrazar la Ley (guardar los mandamientos); y que el comienzo y el final de todo gran ministerio profé tico, es recibir ese fuego divino (La “Torah”, o “Los Mandamientos”) que descendió sobre la cumbre del monte que humeaba (el Sinaí ).
Jesú s enseñ o a sus discí pulos que la Ley (la Torah) es un fuego purificador, pues quebranta los corazones de piedra. Y enseñ o de forma explí cita que, la puerta a la vida eterna, está en guardar los mandamientos. Como está escrito: «... Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos»- Mateo 19: 17. Solo en la medida en que el creyente Cristiano abrace esta verdad, podrá decir (de modo alegó rico) que Jesú s (sus enseñ anzas) son el camino, la verdad, y la vida.

 

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