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Cera de velas, aceite de lámparas y afrodisiaco




Seguramente que de no menos importancia que Menuthis, que la ciu-
dad de Menas, que el santuario de Tecla, tuvo en la Reina del Bosforo el
culto de los dos mé dicos santos Cosme y Damiá n, de los que el martiro-
logio romano, «comprobado y recogido de fuentes seguras [... I», relata
para el 27 de septiembre: «A Egea: el natalicio de los santos má rtires y
hermanos Cosme y Damiá n, que en la persecució n de Diocleciano tras
muchas penas, tras la cá rcel, tras ser torturados con agua y fuego, tras cru-
cifixió n, lapidació n y ser aseteados, que superaron con la ayuda divina,
fueron finalmente decapitados». '21

Las reliquias de los dos hé roes má rtires se veneran todaví a hoy en la
iglesia de San Miguel de Munich. Y con razó n, pues ejercieron de modo
gratuito su arte mé dico. «No tratamos de granjeamos los bienes terrenos,
pues somos cristianos», dijeron en el arrogante estilo de estas gentes al
juez pagano, sobre el papel. (Y el capuchino suizo Maschek conoce hoy
tambié n «gracias a Dios todaví a muchos [... ] humanos representantes de
la medicina» que al menos a los pacientes necesitados les dispensan «to-
tal o parcialmente la factura». Pero estos mé dicos temerosos de Dios son
«desgraciadamente bastante raros». Por eso: «¡ Reza por los mé dicos, es-
pecialmente por tu mé dico de cabecera! ». )122

La tradició n cristiana informa de tres parejas de hermanos (dos murie-
ron como má rtires) y los griegos celebran tambié n tres fiestas distintas de
estos santos, aunque histó ricamente resulta bastante discutible, una: Cos-
me y Damiá n. Los dos superaron, en el mismo lugar, a los santuarios y el
culto de los dos Dioscuros paganos Castor y Pó lux, auxiliadores y salva-
dores, y son sus productos cristianos. «Castor y Pó lux se transforman en
Cosme y Damiá n» (Dassmann). Son pocas las iglesias que se levantan
en algú n lugar de la Tierra donde no haya habido antes un templo paga-
no. Los santos mé dicos -su tumba se encontraba en el centro de peregri-
nació n, y otra en Ferman, cerca de Ciro- naturalmente vencieron, atrajeron
desde lejos a los peregrinos y curaron. El medicamento má s frecuente: cera

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de velas y aceite de lá mparas. Incluso los judí os se bautizaban con ello.
Por la noche aparecí an los santos mé dicos y hací an su ronda; por lo gene-
ral con su propio aspecto, como se les veí a en las imá genes de las pare-
des, aunque en ocasiones bajo la forma de clé rigos o de servidores de los
bañ os. En cualquiera de estas personificaciones hablaban con los enfer-
mos, se informaban y dictaban sus disposiciones: y junto a la iglesia ha-
bí a una farmacia y un hospital. 123

El culto de Cosme y Damiá n pronto se extendió por los Balcanes y
hacia Rusia. En las ciudades alemanas de la Hansa se les festejó hasta la
Reforma. En Bremen, en el siglo x, el arzobispo Adaldago adquirió, sin
ocultas intenciones polí ticas, reliquias de Roma «gracias a lo cual este
obispado ahora y siempre triunfará »; en el siglo xiv emanaban «el má s
dulce aroma», se les ofrecí an joyas, oro y plata. Parece que los alemanes
fueron de los má s devotos hacia ambos santos; habí a cerca de trescientos
centros de culto, desde Aquisgrá n a Bamberg y desde el lago de Constan-
za a Flensburg. Incluso en la é poca moderna se les festeja,., sobre todo en
Sicilia, donde a finales del siglo xix son «; 7 piú populare dei santi messí -
nesi»,
los santos má s populares de Mesina. En Sferracavallo, Palermo y
Taonnina sigue habiendo procesiones en honor de la santa pareja de mé -
dicos, siguen cubrié ndose las figuras de culto con billetes de banco, se les
sigue llevando en procesió n danzante, el «Bailo dei Santi», en el que se ha-
cen girar las imá genes, y todaví a se sigue entonando, aunque ahora algo
menos fuerte, el grito de «Viva, viva S. Cosimu». 124

Cosme y Damiá n, especialmente amparados por los jesuí tas, desem-
peñ an un importante papel en el arte, en las imá genes devotas y en el tea-
tro religioso hasta la é poca barroca. Obtuvieron el patronazgo sobre gre-
mios y hermandades. Se peregrinaba a sus manantiales santos y a otras
reliquias. Floreció el comercio con todo tipo de exvotos, incluso con fi-
guras de cera en forma de falo. En Isernia, provincia de Campobasso (Mo-
lise), predominaban los exvotos fá lleos llamados «dedos grandes», que
los comerciantes llevaban en cestos gritando: «San Cosme y san Damiá n».
No habí a ningú n precio fijo para estos prí apos de cera. Cuanto má s se pa-
gaba, se decí a, tanto má s eficaces eran. Las mujeres besaban estos exvo-
tos antes de pagar las misas y letaní as. Habí a tambié n aceite de Cosme
para aumentar la potencia sexual. Se frotaban las partes del cuerpo enfer-
mas en el altar mayor y el pá rroco exclamaba: «Que se liberen de toda
enfermedad por intercesió n de san Cosme». 125

Todos estos diversos santos, Tecla, Menas, Ciro y Juan, Cosme y Da-
miá n, tienen al menos dos cosas en comú n: fueron el centro de una acti-
vidad peregrinadora de gran é xito, y probablemente ninguno de ellos ha
existido.

Para finalizar el capí tulo, dediqué monos brevemente a Occidente, don-
de Roma se convirtió en el principal centro de peregrinació n.

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