Capitulo 2. San Bonifacio, «apуstol de los alemanes» y de Roma. Liberaciуn de «toda inmundicia» en las gentes de Hesse, Turingia y Sajonia y algъn derramamiento de sangre
CAPITULO 2 SAN BONIFACIO, «APУSTOL DE LOS ALEMANES» Y DE ROMA
«The Greatest Englishman. » titulo de una antologнa de timothy reuter[1]
«Era una persona dedicada por completo, casi podrнa decirse que tierna, no una personalidad tempestuosa o una fuerza de la naturaleza. Un varуn de un idealismo totalmente puro y elevado. » wilhelm neuss2
«Ademбs cualquier historiador -incluido un ateo- deberнa reconocer que... Bonifacio nos abriу la puerta de par en par, que por йl la frontera de Europa se desplazу hacia el este. Lo mismo cabe decir de las guerras de Carlos contra los sajones. » k. kуnig/k. witte3
«Bonifacio... que ha influido en la historia de Europa mбs profundamente que cualquier otro inglйs despuйs de йl... no sуlo un misionero, sino un hombre de Estado y un genio de la administraciуn, y sobre todo un servidor del orden romano. » christopher dawson4
«La gloria de la Edad Media descansa en una buena parte sobre su trabajo... » joseph lortz, teoуlogo catуlico5
Hacia el 680, probablemente a la edad de siete aсos, el niсo anglosajуn Wynfreth (Winfrid), mбs tarde llamado Bonifatius en Roma, fue entregado por su padre al monasterio como puer oblatas. «Pero en el monasterio el muchacho, que habнa sido confiado al mismo sin consultar su voluntad, creciу hasta convertirse en un varуn de voluntad propia», escribe hoy el erudito alemбn Schramm. ЎPrecisamente en el monasterio! їUn varуn de voluntad propia? ЎCual si Bonifacio no hubiera sido de por vida un esclavo servicial de Roma! «Dнa y noche cultivу los estudios cientнficos para procurarse la felicidad eterna», segъn afirma el sacerdote Willibaid en la Vita ampulosa que escribiу de su hйroe monacal en Maguncia a finales del siglo vm. Y en la primavera del 716 viajу con toda su ciencia a Frisia, donde pudo predicar sin impedimento. Mas cuando cesу el poder militar franco y le faltу el apoyo polнtico, ya no obtuvo йxito alguno y de nuevo abandonу «la tierra estйril de los frisones..., la costa mнsera, privada del rocнo de la fertilidad celeste» (Vita Bonifatнi). 6 Pronto, sin embargo, emprendiу Bonifacio una nueva peregrinatio propagandнstica, pero ahora con una «autorizaciуn misionera» de Roma. El papa Gregorio II (715-731) le encargaba el 15 de mayo del 719 «ejercer el servicio al reino de Dios... en todos los pueblos prisioneros en el error de la incredulidad». Tenнa que examinar -de nuevo segъn el lenguaje poйtico del biуgrafo Willibald- «si los campos no cultivados de sus corazones tenнan que ser labrados por el arado del evangelio». Y Bonifacio lo hizo «con una gran abundancia de reliquias» y «en forma parecida a la abeja prudente, que a su manera pasa volando sobre los campos, revolotea con el suave zumbido de sus alas alrededor de las plantas olorosas y con el aguijуn probador liba donde se oculta la dulzura meliflua del nйctar». 7
Liberaciуn de «toda inmundicia» en las gentes de Hesse, Turingia y Sajonia y algъn derramamiento de sangre Asн pues, por deseo explнcito del papa buscaba en Hesse y en Turingia la dulzura meliflua del nйctar «el mбs grande de los ingleses». Los habitantes de Hesse eran todavнa en gran parte paganos, mientras que los turingios -entre quienes los conquistadores francos construyeron las primeras iglesias en sus castillos feudales- se habнan vuelto parcialmente al paganismo por las incursiones sajonas y las reacciones paganas. En cualquier caso Bonifacio volviу a fracasar rбpidamente aquн, a pesar de su doctrina dulce como la miel, debido en parte a los obispos y sacerdotes cristianos y en parte a la falta de apoyo militar. Todavнa en el 719 partiу de Turingia y marchу -«lleno de enorme alegrнa» por la muerte del duque frisуn Radbod (Vita Bonifatiн)- a Fri-sia hasta el 721; allн se puso a las уrdenes del anciano misionero Willi-brord, «oblato» por lo demбs como йl; es decir, violentado ya espiritualmente desde niсo. Con el respaldo de la alta nobleza franca y de la fuerza de las armas francas desde el 690 Willibrord habнa difundido sus conocimientos entre los frisones occidentales sometidos por Pipino II y, por breve tiempo y sin йxito, entre daneses y sajones. Con evidente escasa vocaciуn de mбrtir huyу de Radbod y sуlo regresу a su muerte. Ъnicamente las victoriosas campaсas de Carlos Martell el 718 y el 720 (repetidas en los aсos 722 y 724) contra los sajones hicieron posible el comienzo de su cristianizaciуn, su liberaciуn de los «demonios», del «error» y del «engaсo diabуlico» (a diabуlica fraude: Gregorio II). Con la invocaciуn de la Santнsima Trinidad destruyу Willibrord los «нdolos», profanу y redujo a ruinas los santuarios de los frisones, matу sus animales sagrados y obrу milagros sorprendentes. Para decirlo brevemente: fue en conexiуn con los militares Pipino y Carlos Martell como escardу «la cizaсa de la incredulidad» y se esforzу por «renovar mediante el bautismo a aquel pueblo que acababa de ser sometido por la fuerza de las armas» y «por difundir sin tardanza toda la luz del evangelio» (Alcuino). El aсo 721 Bonifacio se separу de Willibrord por motivos que ignoramos. Habнa rechazado ser consagrado obispo por Willibrord y regresу al territorio de Hesse-Turingia, donde fundу un pequeсo monasterio junto al Amoneburg. Antes de Bonifacio se encuentran huellas del cristianismo en las regiones central y septentrional de Hesse, y curiosamente sуlo en grandes instalaciones fortificadas o en sus inmediaciones. Asн tambiйn en el aсo 721 Amoneburg, la fortaleza franca, construida en alto y al este de Marburgo, fue la primera base misionera de Bonifacio, como ya antes, en el 716, el castillo de Hammelburg, sobre el Saale, debiу de servir de base a Willibrord para la misiуn de Turingia. Otras fundaciones monacales, que siempre eran a la vez puntos de apoyo polнticos y que difundieron la influencia franca por Turingia, fueron los monasterios de Fritziar en Hesse, cerca de la poderosa fortaleza de Bьraburg, de Ohrdurf en Goma y, sobre todo, el de Fulda en la «Buchonia» o el Hayedo. Carlomбn le dotу de todas las tierras reales en un perнmetro de cuatro leguas; lo que influyу en que tambiйn los grandes terratenientes entregasen sus posesiones colindantes a los monjes (que pronto fueron 400).
Los lugares fortificados de los francos se convirtieron asimismo en sedes episcopales. Wьrzburg (castellum Wirzaburg); Bьraburg en Fritziar (oppidum Bьraburg), una de las mayores fortalezas alemanas a comienzos de la Edad Media, en la cual estableciу Bonifacio (741) el obispado de Hesse; y -mбs tarde, al abandonarla de nuevo como demasiado peligrosa- el de Erfurt (locus Erphesfurн), que ya antes era una fortaleza campesina pagana. Tras los primeros йxitos Gregorio II mandу llamar de nuevo a Bonifacio y el 30 de noviembre del 722 lo consagrу obispo misionero (sin una sede fija). Quedaba asн enteramente vinculado a Roma por juramento, y no solamente hubo de prometer solemne obediencia a los papas «en todo», sino tambiйn «evitar cualquier comuniуn con los obispos, que vivieran contra las antiguas disposiciones de los santos padres». Obtuvo tambiйn una carta de recomendaciуn para Carlos Martell, que habнa salido victorioso de importantes batallas. Evidentemente el papa reconocнa a quien segъn el derecho pъblico no era soberano legitimado, y asн evitу hablar de competencia jurнdica, pero solicitaba su apoyo. Es probable que tambiйn sea falsa esa carta dirigida al «duque» Carlos, al «Domino glorioso filio Karolo duci». Como quiera que sea, el mayordomo, que deseaba una Iglesia episcopal fuerte en apoyo del poder del Estado, acogiу explнcitamente bajo su tutela a Bonifacio (723), «de manera que nadie pudiera hacer nada desventajoso o perjudicial contra йl, sino que en todo tiempo podrб morar tranquilo y salvo bajo nuestra protecciуn y amparo». Por otra parte, fueron de provecho para Bonifacio las campaсas de Carlos asн como sus donaciones a la iglesia de Utrecht y al monasterio de Echtemach, que pronto se convirtieron en la base gigantesca de una propaganda catуlica, que se extendнa hasta el Mosa, el Escalda y las bocas del Rin. Gregorio II habнa dado (722) tambiйn al «apуstol de los alemanes» un encargo misionero para los sajones. Cierto que el 718 habнan sido expulsados del curso bajo del Rin y derrotados por Carlos, pero continuaron casi en su totalidad fieles a sus antiguas creencias. Eran una de aquellas tribus germanas al este del Rin, que segъn el papa vagaban «como animales salvajes» y en cuyas «falsas divinidades» veнa naturalmente «demonios» (demones). A la «conversiуn» planificada de los sajones con bautizos masivos sуlo se llegу tras la campaсa de Carlos del 738; larga y cuidadosamente preparada, se llevу a cabo en estrecha colaboraciуn con el clero. Gregorio III (731-741), que en una ocasiуn llama «hijo querido» de san Pedro al caudillo franco que casi aсo tras aсo hacнa la guerra, lo declara personalmente en una carta del 29 de octubre del 739, dirigida a Bonifacio: «Nos has dado conocimiento de los pueblos de Germania, a los que Dios ha librado del poder de los paganos, al haber reunido en el seno de la santa madre Iglesia a cientos de miles de almas por tu esfuerzo y el del prнncipe franco Carlos (tuo conamine et Caroli principis Franco-runi)». El nъmero es ciertamente exagerado. Pero los sajones fueron «liberados del poder de los paganos» ъnicamente por la expediciуn militar de Carlos Martell (738), «con un espantoso derramamiento de sangre» (Fredegarii Continuationes). Y en conexiуn con ello llegaron los bautizos masivos de los sajones. Su conversiуn al cristianismo se realizу «en estrecho contacto con la organizaciуn polнtico-militar» (Steinbach). Probablemente hasta se trata aquн del «intento a gran escala de una misiуn sajona anterior al perнodo de Carlomagno» (Schieffer). Cierto que Carlos Martell no era muy religioso; pero por motivos polнticos estuvo «sumamente interesado» (Buchner) en la difusiуn del cristianismo por el este. Y no existe duda alguna de que Bonifacio «se lo debiу todo a las armas victoriosas y a la protecciуn personal de Carlos Martell» (Zwцlfer). Tendrнamos aquн «una magnнfica combinaciуn de apuntalamiento interno y de medidas de protecciуn militar por parte del Estado y una organizaciуn poderosa por parte de la iglesia franca» (Wand). 8
Ya en los aсos 718, 720, 722 y 724 habнa combatido Carlos a los sajones, como ya queda dicho. Repetidas veces aplastу sublevaciones de frisones y sajones; y sуlo de esos sangrientos actos de violencia dependiу la «conversiуn» o, como dice Bonifacio, la liberaciуn de «toda inmundicia de los paganos». Gregorio III atribuyу el йxito misionero tanto a Carlos Martell como a Bonifacio. Y йste confiesa personalmente al obispo inglйs Daniel de Winchester: «sin la protecciуn del prнncipe de los francos (sine patrocinio principis francorum) yo no hubiera podido ni guiar al pueblo de la Iglesia ni defender a los sacerdotes y eclesiбsticos, a los monjes y servidoras de Dios, ni sin su mandato y su temor habrнa podido eliminar los usos paganos y los horrores de la idolatrнa en Germania». No es casual que el 745-746 Bonifacio, «siervo de los siervos de Dios», enviase al rey Aethelbaid de Mercien, ademбs de un azor y dos halcones, «dos escudos y dos lanzas». 9
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