La guerra sangrienta por Baviera y los subterfugios papales
En la corte romana, donde tenнa amigos muy poderosos, se tuvieron en cuenta todos los deseos de Bonifacio, se le colmу de honores y no se quiso poner a nadie a su lado ni nombrarle un segundo legado o un sucesor durante su vida, aunque personalmente lo solicitу: «Todo lo has hecho del mejor modo y segъn las ordenanzas eclesiбsticas (omnia opti-me et canonicй)», le escribнa Zacarнas en tono elogioso. El papa tenнa sin duda especiales motivos para halagar a Bonifacio. pero йste se le opuso inesperadamente cuando, a la muerte de Carlos Martell, los duques de Aquitania, Suabia y Baviera se alzaron el 743 contra los hijos de Carlos: Carlomбn y Pipi no. Cierto que la ayuda militar y econуmica franca habнa hecho posible la obra misional de Bonifacio. Pero mediante la alianza con el fervoroso romano Odilo, cabeza de la liga antifranca, quena el papa separar Baviera del reino asн como mantener la iglesia nacional bбvara independiente de la iglesia franca teniйndola directamente sujeta a Roma. Y, como daba por perdida la causa franca, se pasу en seguida al bando supuestamente mбs fuerte, enviу un (segundo) legado personal y apoyу vigorosamente el separatismo bбvaro en contra de los dos mayordomos. Mas Carlomбn y Pipino derrotaron el 743 a los aquitanios, asolaron por completo todo el territorio de los alamanes hacia el Danubio y durante quince dнas se asentaron frente a los bбvaros en el Lech. Antes de la batalla el legado pontificio en nombre de san Pedro urgiу a Pipino la retirada y la renuncia a la hegemonнa. Todo inъtil. Y a pesar de que los bбvaros habнan recibido el refuerzo de tropas alamanas, sajonas y eslavas, Odilo (a quien poco antes Pipino habнa desposado con su hermana Hiltrud) fue derrotado en un ataque franco por los flancos y por la retaguardia -sin duda un asalto alevoso y nocturno sobre el ejйrcito bбvaro que dormнa- teniendo que retirarse hasta el Inn. «El duque Odilo apenas pudo escapar con unos pocos en una vergonzosa huida al otro lado del rнo Inn» (Annales Mettenses priores). El papa virу entonces rбpidamente hacia el otro bando, sin omitir nada para calmar al irritado Bonifacio: su legado lo habнa expuesto todo de una manera falseada, afirmaba йl, y ahora autorizaba a Bonifacio a «reformar en nuestro nombre todo el paнs galo», y no sуlo Baviera. Y, dando pruebas «de una extraсa magnanimidad», mбs aъn, mostrando «el mбs tierno amor» a sus enemigos (Donin), en el 745 ordenaba a los obispos, duques y condes francos que se reuniesen anualmente en un sнnodo, «para que en el caso de que surgiera algo adverso fuera amputado de raнz (radicitus amputaretur)». Junto con el legado papal Sergio, tambiйn Gawibald, primer obispo de Ratisbona que era del bando de Odilo, fue conducido como prisionero de Pipino, quien finalmente puso en las sedes episcopales de Salz-burgo y Passau a dos hombres de su confianza: los monjes eiroescotos Virgilio y Sidonio. Esto ocurriу naturalmente contra los deseos de Bonifacio y el papa Zacarнas en un escrito de mayo del 748 amenazaba a los dos monjes ilustrados con una citaciуn a Roma, Ўporque habнan defendido la opiniуn «herйtica» de la forma esfйrica de la Tierra! Porque enseсaban «que hay otro mundo y otros hombres bajo la Tierra y tambiйn un Sol y una Luna... ». Dos aсos antes el papa todavнa los habнa calificado a ambos como «varones piadosos» (viri religiosi). Pero ahora convocaba un concilio contra la «doctrina perversa y pecaminosa» de Virgilio... «y expъlsalo de la Iglesia despuйs de haberle despojado de su dignidad sacerdotal». Y con palabras de la Biblia sobre un hecho ocurrido mil aсos antes, les llama insensatos, necios e impнos; aunque tiende de nuevo a la clemencia y se muestra indulgente: «Quien tiene escasa inteligencia piensa naderнas». Y consuela, casi disculpa y apremia a Bonifacio: «Exhorta, conjura, rebate... », pues tal vez puedan salir «del error y entrar en el camino de la verdad». 29
їNo resulta difнcil dejar de escribir una sбtira? Ya en el 749, seis aсos despuйs de la aniquilaciуn del ejйrcito bбvaro, irrumpнa de nuevo Pipino con un gran contingente de fuerzas en el territorio comprendido entre los rнos Lech, Danubio e Inn. Los bбvaros huyeron entonces, temiendo tal vez deportaciones o matanzas: «llenos de miedo cruzaron el Inn». Tras los baсos de sangre del 743 en el Lech y del 746 en Canstatt pronto arriaron bandera y Pipino regresу «al reino franco bajo la protecciуn de Cristo, felizmente y con un gran triunfo», segъn comentan las Continuationes de Fredegar. Para entonces Odilo habнa muerto y Pipino nombrу duque de Baviera al hijo del mismo Tassilo III (749-788), que tenнa ocho aсos y que fue el ъltimo agilolfingio. El aсo 757, al alcanzar la mayorнa de edad con 16 aсos, hubo de hacer el juramento de vasallaje a Pipino y a sus hijos en Compiйgne y sobre las reliquias en concreto de varios santos francos afamados. Pero el 763, cuando la ocasiуn le pareciу favorable para obtener su independencia, Tassilo se alejу por motivo de enfermedad, y sin aguardar permiso, del ejйrcito de Pipino, que sufrнa las consecuencias de la pйrdida de las cosechas y de la hambruna. Encontrу protecciуn en el rey longobardo Desiderio (cuya hija, Luitperga, desposу), mas no en el papa Paulo. Tras la experiencia sangrienta del 743, aquel «alambicado plan de aniquilaciуn» (Stormer) de los francos respecto de los bбvaros, йste se mantuvo con el inequнvocamente mбs fuerte. 30 Bonifacio, sin embargo fue perdiendo de continuo influencia en Baviera, y no sуlo allн. Cada vez se fue acentuando mбs la oposiciуn clerical, entre la que se encontraban «personalidades relevantes», y algunas sedes episcopales se le resistieron. Ni en Sens ni en Reims pudo establecer arzobispos. Personalmente le habrнa gustado ser arzobispo de Colonia. Pero los prelados francos, y especialmente renanos, que repetidas veces transmitнan sus obispados de tнos a sobrinos, y hasta de padres a hijos, se opusieron a tal nombramiento, y «siempre que pudieron crearon dificultades» al santo y a sus discнpulos (Falck). Entre Bonifacio y la mayorнa del episcopado austrio se iniciу «una hostilidad abierta» (Butzen). Destacу en el grupo opositor el obispo de Maguncia, Gewilip, de noble linaje, depuesto mбs tarde por Carlomбn, que en una incursiуn militar (probablemente el aсo 744) ejerciу por su propia mano la venganza de sangre. Tambiйn figurу en el grupo Milo, amigo нntimo de Carlos Martell y oriundo asimismo de la alta nobleza, que fue a la vez obispo de Trйveris y de Reims y que evidentemente repartiу con generosidad los bienes de la Iglesia entre sus hijos y que hacia el 757 pereciу en una cacerнa del jabalн. Y, a lo que parece, tambiйn se contaba entre los opositores Hildegar, obispo de Colonia, que muriу en la guerra contra los sajones, pero que en el 753 quiso incorporar Utrecht a su diуcesis, cosa que Bonifacio le impidiу. 31
Cuando йste, a la caнda de uno de sus mayores adversarios, Gewilip de Maguncia (745), fue nombrado obispo de dicha ciudad, su dignidad personal de arzobispo no se asociу a la sede, con lo cual la influencia de Maguncia sobre el Rin medio se vio recortada, probablemente desde Trйveris. Tampoco habнa conseguido el legado pontificio la completa subordinaciуn de la iglesia franca al papado, como йl ambicionaba. Sуlo 13 de los obispos de Neustria y Austrasia, especialmente serviciales a Roma, asistieron el aсo 747 a una asamblea eclesiбstica que йl habнa abierto. Ningъn prнncipe se dejу ver por allн. Bonifacio, que a menudo se lamenta de «los falsos sacerdotes» y de «los falsos hermanos», se vio marginado a la periferia del reino incluso por los carolingios que durante algъn tiempo le fueron afectos, por cuanto los papas se ganaron con engaсos el corazуn de los gobernantes. Y asн, «impulsado por amargos desencantos» (Tellenbach), se retirу de la polнtica «grande» y de nuevo actuу como misionero. «Por doquier trabajos, por doquier disgustos; luchas por fuera, miedo por dentro», se lamentaba una vez el enfermo a su amiga la abadesa Eadburg de Thanet. «La hostilidad de los falsos hermanos es peor que la malicia de los paganos infieles. »32 El 5 de junio del 754, y tras 25 aсos de ministerio, Bonifacio junto con Eoban, su obispo coral de Utrecht, y 50 compaсeros fue muerto por los frisones de Dokkum sobre el Doorn, defendido encarnizadamente por sus «hombres», en la lucha de «armas contra armas» (Vita Bonifatii). Cual corresponde a los cristianos. Inъtilmente sostuvo sobre su cabeza «el libro sagrado de los evangelios» contra el golpe mortal. Y de una manera genuinamente cristiana, en «la tierra de los infieles» irrumpieron «inmediatamente los guerreros veloces de la futura venganza..., huйspedes bien mantenidos pero insatisfechos» (sospites sed indevoti hospites), como dice ingeniosamente el sacerdote Willibaid de Maguncia, infiriendo «una derrota aniquiladora a los paganos que se les enfrentaron». Los frisones huyeron, «fueron abatidos en una enorme matanza, y volviendo la espalda perdieron bienes, hacienda y herederos con la vida. Pero los cristianos regresaron a casa con el botнn de mujeres, niсos, siervos y siervas de los idуlatras» (Vita Bonifatii). їNo es йsa una religiуn gozosa y pнa? Sobre todo cuando los frisones supervivientes del botнn, las mujeres y los niсos esclavizados, y aterrados incluso ahora por los asesinos, los depredadores, «y por el castigo divino», abrazaron la fe de aquel a quien habнan matado. Hasta el dнa de hoy persisten rastros de ello en Fulda. 33 Naturalmente que esto no es mбs que media verdad. La verdad entera la cuenta el sacerdote Willibald al final del capнtulo VIII de su Vita (el capнtulo IX y ъltimo es «un aсadido posterior»: Rau). Pues entonces se desbordaron allн «donde habнa sido depositado el sagrado cadбver... los favores divinos abundantemente, y todos cuantos acudнan allн, afectados por las mбs diversas enfermedades, encontraban por intercesiуn del santo varуn la salud del cuerpo y del alma. De modo que algunos, cuyo cuerpo estaba ya casi muerto por completo, que casi estaban ya exбnimes y parecнan emitir el ъltimo suspiro, recuperaron la salud de antes; otros, cuyos ojos estaban cubiertos por la ceguera, recuperaron la vista, y otros que, presos en los lazos del diablo, tenнan el espнritu turbado y habнan perdido la razуn, obtuvieron la primitiva frescura de espнritu... ». Y todo ello gracias «al campeуn en la carrera del espнritu». Y, como es de suponer -y segъn concluye la obra de Willibaid, en tanto que autйntica-, «por el Seсor, a quien corresponde la gloria y el honor por eternidad de eternidades. Amйn». 34 Por desgracia tampoco hemos acabado con el cristianismo. Todo lo contrario, cada vez se desarrolla con mayor magnificencia. Mientras Bonifacio se comprometнa por los papas, los papas se comprometнan por ellos mismos. Y para ellos los mбs importantes factores de poder continuaban siendo ante todo los bizantinos y los longobardos.
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