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Capitulo 5. La «donaciуn constantiniana». La Edad Media catуlica, un Eldorado de falsificaciуn clerical




CAPITULO 5

LA «DONACIУN CONSTANTINIANA»

 

«... la falsificaciуn, a la que no va anejo nada " criminal". »

kantzenbach, teуlogo'

 

 

«El documento fue preparado sin duda en cнrculos romanos, con ocasiуn tal vez del viaje de Esteban II al reino franco, o quizб en el propio reino franco, con el fin de ganarse al rey Pipino para las esperadas donaciones de tierra en Italia. »

seppelt/schwaiger,

historiadores catуlicos del papado 2

 

«Bajo el inescrutable designio de Dios, sin injusticia ni violencia, sin ardides ni engaсos, surgiу para la cabeza de la Iglesia una propiedad mundana independiente: el fundamento material y la seguridad extema de su soberanнa espiritual sobre el mundo. » Esta afirmaciуn inaudita, que constituye una bofetada insolente a todos los hechos, tiene por autor a uno de los mayores enemigos del catolicismo romano y del papado: el jesuita Graf Hoensbroech, aunque eso sн en su йpoca catуlica. Hoy ningъn servidor del papa se manifiesta en esos tйrminos. 3


 

 

Falsificar ha sido siempre patrimonio especial de los sacerdotes, de todos los sacerdotes sin duda, pero muy particularmente de los romano-catуlicos. Pнo XI, uno de los promotores mбs eficaces de Mussolini, Hitler y Franco, en su encнclica sobre la educaciуn cristiana de la juventud llama ciertamente a la Iglesia «columna y fundamento de la verdad». Pero eso, como de costumbre es poner la verdad patas arriba, pues ha de ocultar precisamente que la Iglesia papal, la Iglesia cristiana en general, es una columna y fundamento de la mentira, y sin duda una de las mбs fuertes. 4

 

La Edad Media catуlica, un Eldorado de falsificaciуn clerical

Segъn queda ya ampliamente expuesto en esta obra, en el cristianismo se ha falsificado siempre, ya desde sus mismos comienzos, desde el Nuevo Testamento (como ya antes habнa ocurrido en el Antiguo). Y asн como la Antigьedad cristiana superу en falseamientos a la йpoca pagana, asн tambiйn la Edad Media cristiana superу tambiйn a la Antigьedad cristiana. Por lo general no se falseу casualmente en aquella йpoca, tenida por especialmente catуlica, por especialmente creyente, y que en cualquier caso estuvo de ordinario dominada por el clero; en la Edad Media, «cuya caracterнstica la constituyen las numerosas falsificaciones y su eficacia». «En ninguna otra йpoca de la historia europea habrнan jugado las falsificaciones un papel mбs importante» (Fuhrmann). Estando a lo que aseguran los investigadores modernos, tales falsificaciones son «incontables». Son «legiуn» especialmente los documentos, las vidas de santos y los relatos milagrosos falseados, habiendo elevado «aquella sociedad tнpicamente cristiana el taller de falsificaciones a instancia ordinaria de la Iglesia y del derecho» (Schreiner). 5

La piadosa Edad Media fue un Eldorado de falsarios de tal envergadura, que no sуlo cabe afirmar que los documentos, anales y crуnicas espъreos y falsos son tan numerosos como los autйnticos, sino que –como declara el medievalista Robert Lуpez- todos esos documentos se consideran falsos hasta tanto no se demuestre su autenticidad (We regard them guilty until provea innocent... Los consideramos culpables en tanto no se demuestre su inocencia).

Sobre cuбndo culminу ese arte supremo del falseamiento, podemos dejarlo de lado. Para el alemбn Wolfgang Speyer, especialista en filologнa antigua y buen conocedor de la materia, «en el Oriente griego, y durante los siglos vi-vm, el falseamiento pasу a ser la autйntica vocaciуn del teуlogo». Wilhelm Levison sostuvo que «el perнodo de esplendor de las falsificaciones» fue el siglo ix, y Drуgereit el xn, mientras que para Marc Bloch todo el perнodo comprendido entre los siglos vm y xn aparece como especialmente fecundo en la «epidemia masiva» del negocio falsificador. 6

Se falsificу desde la costa atlбntica francesa hasta el Oriente bizantino y desde Inglaterra a Italia. Entre los documentos merovingios (de los que todavнa no hay ediciуn crнtica) se calcula que hay un porcentaje del 50 por ciento de falsificaciones. Y de los textos documentales conservados de comienzos de la Edad Media en general «se llega a un 50 por ciento y mбs de falseamientos y deformaciones» (Herde). Y aunque, como el propio Herde observa, difнcilmente puede postularse hoy un concepto de verdad distinto del concepto de verdad de la Edad Media, «tambiйn en la Edad Media existiу una diferencia fundamental entre genuino y verdadero y entre espъreo y falso». Y esa diferencia se superу precisamente con falsificaciones de toda нndole, «por causa de la " verdad superior" » (Gawlik). Y hasta la alta Edad Media las falsificaciones en Occidente fueron casi en exclusiva clericales. Pues, asн como el matar fue uno de los cometidos principales de la nobleza cristiana, asн el falsificar se convirtiу en uno de los deberes de estado del clero cristiano; lo que no es tanto una «aporнa», como se ha dicho blandamente, cuanto una consecuencia: donde todo lo esencial se asienta sobre mentira y engaсo, sуlo la mentira y el engaсo pueden ayudar. 7

En la Edad Media clero y falsificaciуn fueron de la mano. «Es cierto que los falsificadores nunca fueron laicos», escribe Bosl. Y T. F. Touts declara abiertamente: «It was almost the duty ofthe clerical class toforge-» (Forjar falsedades fue casi el deber de la clase clerical); la obligaciуn de una multitud de mentirosos, que ciertamente ha considerado en presencia de los propios expertos la mentira de los demбs como un sacrilegio descarado, un tipo especial de hipocresнa de esos ladrones clericales, que ya en la Antigьedad pudieron hacer de la falsedad y la hipocresнa, especialmente a partir de las maniobras embaucadoras del Antiguo Testamento, nada menos que una virtud, una funciуn histуrico-salvнfica. (Mбs contradictorios aъn son sus defensores modernos, tan comprensivos ellos. )

La mentira piadosa, la ambigьedad, el disimulo se permitieron en el cristianismo ya desde sus mismos comienzos, precisamente porque ahн el fin santifica los medios, porque las mentiras y los engaсos por la salvaciуn del alma, por la historia de la salvaciуn y del triunfo dejaban de ser mentiras y engaсos, sino que eran un mйrito. Bastaba con que la «pia fraus» (el fraude piadoso) se hiciera «cum pietate» (con sentimiento religioso), sуlo por la Iglesia, la santa fe, por Dios; bastaba con que se realizase «instinctu Spiritus Sancti» o «per inspiratнonem Dei» (por inspiraciуn del Espнritu Santo o de Dios), y todo estaba bien. Asн el falseamiento, segъn Orнgenes, no pasa de ser una mentira «econуmica», una mentira «piadosa». O, como dice el arzobispo Juan Crisуstomo, santo doctor de la Iglesia, una «astucia noble», una «mentira conveniente». Y, como enseсa tambiйn san Agustнn, «no es mentira sino mysterium», no es «fictio» sino «figura» (expresiуn) de la verdad. Sobre las mentiras de los patriarcas veterotestamentarios desarrollarнan despuйs los moralistas y los glosadores de comienzos de la Edad Media toda una «rica casuнstica» (Schreiner). 8

Por lo demбs, un negocio tan del gusto del clero ni siquiera resultaba especialmente arriesgado. «Con una falsificaciуn no se incurrнa en gran peligro; normalmente tal falsificaciуn no se conocнa» (Drцgereit).

A eso mismo se debiу el que no falsificasen cualesquiera subalternos del «fundamento de la verdad» (que es como decir que no se hacнa por encargo), sino que lo hacнan los abades y prelados mбs ilustres: por ejemplo, Hilduin, abad de Saint-Denis (814-840) y de otros monasterios, capellбn mayor del emperador Luis el Piadoso y canciller del emperador Lotario I, a la vez que designado arzobispo de Colonia. O el arzobispo Hinkmar de Reims (845-882), quien entre otras hazaсas mediante una carta inventada del papa Hor-misdas a su predecesor Remigio de Reims, le conferнa la suprema potestad eclesiбstica en el reino de Clodoveo, el vicariato papal. O como el obispo Pelegrino de Pasau (971-991) que, ademбs de falsificar personalmente, hizo que un notario de la cancillerнa del emperador Otуn 11 inventase unas leyendas provechosas de Quirino y Maximiliano y, con vistas a incrementar su poder y promover su carrera personal, le hizo presentar en Roma toda una serie de documentos falsos y especialmente documentos falsos relativos al palio y atribuidos a los papas Symmaco, Eugenio II, Leуn VII, Agapito 11 y Benedicto VI. O bien el papa Calixto II (1119-1124), quien con autoridad apostуlica refrendу las falsificaciones que poco antes habнa fabricado como arzobispo de Vienne: «... pues el Espнritu Santo " huye de la mentira y del mentiroso", como se dice en un documento del papa Adriano III (a. 885)... ». Y la Iglesia es la «columna y fundamento de la verdad» (Pнo XI). 9

 

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